Tiempos nublados

Actualizado
  • 19/07/2019 02:00
Creado
  • 19/07/2019 02:00
Panamá complicó sus posibilidades de avanzar con el 1-1 ante El Salvador. Mostró incapacidad para reaccionar adecuadamente y exponer un juego convincente. Puede revertir la historia, pero tendrá que comportarse como un equipo diferente

Una desalentadora imagen dejó la Selección Preolímpica de Panamá después del empate 1-1 ante El Salvador. Durante todo el partido se estuvo esperando que el conjunto nacional plasmara en el campo la propuesta de juego que buscaba desarrollar, aunque no apareció el libreto como para creer que en algún momento iba a suceder.

No porque no lo tuvieran, sino porque desde el bajo rendimiento futbolístico de los jugadores pareció más bien, en algunos pasajes, un equipo al que convocaban por primera vez para hacer una práctica, que una selección a la que se le presentó una oportunidad de oro para dejar una eliminatoria definida ampliamente a su favor para el encuentro de vuelta el domingo en el complicado Estadio Cuscatlán.

El arranque inesperado

El Salvador sorprendió porque no se esperaba que renunciara totalmente a disputar la posesión del balón dejándole al equipo canalero la unilateralidad de imponer el ritmo y de generar las llegadas ofensivas, sin responder ellos con inquietantes contraataques que hicieran a los nuestros detenerse o dar un paso atrás.

Los cuscatlecos se refugiaron en un 4-4-1-1 con vocación de bloque defensivo procurando no pasar de los tres cuartos de la cancha, priorizando el orden táctico con el claro propósito de llevarse un empate en el Rommel Fernández. El zorro técnico salvadoreño Guillermo Memo' Rivera había expuesto verbalmente en las declaraciones previas, que venían a plantear un partido con la predisposición de ‘buscar ganar también el partido'. Difícilmente en el fútbol se puede lograr este propósito si en 90 minutos no tiras a la portería contraria, salvo que el rival se haga el ‘harakiri'.

Una actitud que favorecía al equipo de casa, si los jugadores panameños exponían las cualidades por las que habían sido convocados para formar parte del seleccionado. Si bien no contaron con el apoyo masivo de la afición panameña, el escaso público que asistió al Rommel Fernández tampoco ejerció desde la tribuna una presión negativa como para que se hubiesen sentido ‘nerviosos' o impedidos para mostrar el buen desempeño que evidencian en sus respectivos clubes.

Sin ejercer una presión asfixiante, Panamá fue encontrando espacios para generar oportunidades de gol. Adelante, Juan David Tejada fue quien más buscó asociarse y crear peligro en la portería de Mario González, sin encontrar en el delantero Luis Zúñiga el socio ideal para ello, muy lejos de las expectativas que sobre su rendimiento se tenían.

Mientras el portero panameño Samuel Baptista, quien le ganó el pulso por el puesto en las preferencias del técnico panameño a Allen y Ciel, se convertía en un ‘espectador' del partido, Juan David Tejada mostraba destellos del jugador trascendente en que en el futuro se puede convertir. Fue precisamente él quien resolvió con pericia individual un pase de Hinestroza para vencer al portero González, anticipando su cierre picando la pelota. Un gol de estupenda factura que premiaba al mejor jugador de Panamá en el partido. Con el estrecho 1-0 a favor se fueron al descanso.

Un segundo tiempo sin respuesta

Se esperaba que el descanso del medio tiempo iba a proporcionarle al equipo nacional un reordenamiento de sus ideas para asegurar un partido que estaba accesible. Resultó lo contrario: quien supo aprovechar el descanso fue el técnico ‘Memo' Rivera. Mientras los panameños regresaron al campo de juego convencidos que la tónica del partido se iba a mantener con Panamá teniendo la iniciativa, el estratega salvadoreño se había dado cuenta de la liviandad del conjunto panameño que había mostrado su fragilidad para convertir en más goles las ocasiones presentadas.

El Salvador salió con actitud ofensiva, le quitó la pelota a los panameños y en tan solo tres minutos de juego obtuvo el regalo soñado. Un rompimiento por el sector izquierdo de Kevin Reyes, con un disparo rasante que ni siquiera iba directo a la portería ni hacia un compañero suyo definido, bastó para que en una cadena de desaciertos defensivos Jiovanny Ramos anotara el autogol que igualaba el marcador 1-1.

Si el primer tiempo reflejó inconsistencias en el seleccionado panameño, el segundo periodo (después de ese tanto en contra) desnudó sus carencias básicas. Un Cristian Martínez, muy por debajo de su nivel, que estuvo más en el fútbol ripio de golpear que en el de aportar ideas, recibió una tarjeta amarilla que deberían habérsela mostrado en la primera parte y tuvo que ser cambiado. Panamá tuvo aún oportunidades para volver a marcar diferencia pero mostró que a sus jugadores (rasgos que hemos visto en algunos de la Selección Mayor) les falta aprender a enviar el balón a la portería contraria, una lección básica de formación, como si desconocieran la ubicación exacta de la portería.

Si El Salvador solo tiró a la portería panameña una vez, aunque Panamá lo hizo más veces sus disparos iban desviados. Ni siquiera los defensores centrales, acostumbrados a cabecear toda su vida, cuando llegaron en dos ocasiones claras a la portería rival parecieron entender que estaban atacando, hay un chip que los desorienta.

El Cuscatlán dictará sentencia

Con un resultado que les da a los salvadoreños la enorme ventaja de estar clasificados temporalmente por el gol de visitante dado el 1-1 del miércoles, el partido en el Estadio Cuscatlán obliga a Panamá a replicar allá con un gol para ganar el partido o empatar la serie 1-1, si los salvadoreños también anotaran. Ello obligaría a ir a tiempos extras y a penales, si es necesario. Cualquier empate de 2 goles en adelante clasifica a Panamá, igual que una victoria.

Se espera un encuentro de enorme dificultad. Si aquí El Salvador arriesgó poco, las leyes del ABC del fútbol se inclinan a que, con el 0-0 que lo clasificaría definitivamente, contragolpear a Panamá será más factible por la necesidad panameña de ir a buscar el partido abriéndose en sus líneas. A diferencia de Panamá, en El Salvador el fútbol es el deporte históricamente de mayor arraigo y la afición hará sentir su apoyo afuera y dentro del Estadio Cuscatlán.

No son buenas las sensaciones, el tiempo se ha nublado, más allá del resultado, porque la Selección no se mostró convincente en su juego. Hay que ser consciente y realistas con ello; sin embargo entre un partido y otro, el fútbol muchas veces ha demostrado que no tiene pronósticos inalterables. Para cambiar esta historia cuesta arriba, el técnico panameño Julio Dely Valdés tiene su cuota de incidencia, pero la última palabra es de los jugadores. No debería pesarles la camiseta de la Selección. Si sacan adelante el partido en El Salvador se habrán templado como el acero al fuego.

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