Jueves variado

Actualizado
  • 26/09/2019 07:00
Creado
  • 26/09/2019 07:00
Hoy le dedico unas líneas al triunfo individual de Messi en el FIFA The Best. Del mismo modo resulta muy meritorio el premio otorgado a la selección nacional de fútbol femenino de Afganistán (sí, existe) por su lucha por los derechos humanos.

Parece que le estoy cogiendo el gusto a estos jueves variados. Hoy le dedico unas líneas al triunfo individual de Messi en el FIFA The Best, y aunque usualmente prefiero hablar de lo colectivo en el fútbol, creo que la ocasión lo amerita. Del mismo modo resulta muy meritorio el premio otorgado a la selección nacional de fútbol femenino de Afganistán (sí, existe) por su lucha por los derechos humanos. Y ya que hablamos de derechos humanos, cerramos esta tanda con una historia de profundo racismo protagonizada por Romelo Lukaku en Italia.

El rey Messi

Habitualmente no escribo sobre logros individuales en el fútbol. La razón es muy sencilla: se trata de un deporte colectivo. Si quisiera concentrarme en deportes individuales, me convertiría en comentarista de tenis o boxeo. Pero de cuando en cuando, toca hacer una excepción. Este lunes, Leo Messi obtuvo el FIFA The Best por primera vez, y con este título continúa sumando títulos individuales y colectivos a una lista que ya roza lo imposible. El favorito en esta ocasión era Vrirgil Van Dijk, defensa del Liverpool, que tuvo una campaña sensacional. Y puede ser que la cosa no termine aquí. El 2 de diciembre se entrega el Balón de Oro, y si Messi lo obtiene, rompería el empate que mantiene con Cristiano (5 cada uno). Pronto, también recibirá su sexta Bota de Oro por los 36 goles anotados en su décima liga ganada con el Barcelona.

Afganas contra el abuso

Hace un par de días, durante el World Football Summit, evento internacional de la industria del fútbol, fueron premiadas las jugadoras de la selección afgana por su contribución en la lucha por los derechos humanos, y contra la discriminación y el abuso sexual en Afganistán. La base del equipo está conformada por jóvenes nacidas en el exilio a las que se van incorporando poco a poco, jugadoras que están en suelo afgano. El premio otorgado se debe a la lucha infatigable de las chicas afganas por lograr justicia en una serie de casos relacionados con acoso y abuso sexual dentro de su propia federación. Las denuncias iniciadas en 2016, atravesaron una interminable maraña burocrática dentro de la Confederación Asiática de Fútbol, donde amenazaban con extraviarse para siempre.

A fines de 2018,  las tenaces jugadoras consiguieron que la FIFA atendiese sus denuncias. No fue nada fácil, si tomamos en cuenta que el primer denunciado era el propio presidente de la Federación Afgana de Fútbol, Keramuddin Keram.

El federativo fue suspendido de por vida y las jugadoras afganas demostraron su fortaleza en medio de una situación excesivamente desfavorable y complicada. Su premio es un reconocimiento a la valentía que habita sus espíritus indomables.

Diez guineos para Lukaku

Pobre Lukaku. Se pasó casi todo el verano europeo intentando dejar al Manchester United, club con el que no se sentía cómodo. ¿Y dónde quería irse el corpulento Romelo? Pues ni más ni menos que a Italia, siguiendo los pasos de su admirado Antonio Conte al Inter de Milán. Lo curioso es que logró ver su deseo cumplido y un inicio de torneo soñado. Pero el pasado domingo la cruel realidad racista del fútbol de Italia le regaló una cruda bofetada al delantero belga. Jugaba el Inter en cancha del Cagliari, cuando de pronto estallaron los ruidos imitando a monos, dedicados a la figura de Lukaku.

El belga protestó y lo más grotesco de todo es que su propia afición, la del Inter, le dirigió más tarde una carta en la que le decían que había malinterpretado los insultos de los hinchas del Cagliari. Según la carta, no eran alusiones racistas, sino maneras de alentar al jugador. En esa misma cancha fue insultado el joven jugador negro de la Juve, Moise Kean, quien enfrentó a la tribuna en actitud desafiante. Lo ridículo es que después del partido, algunos de los propios compañeros de Kean (Bonucci, entre ellos) le sugirieron que lo mejor en esos casos era evitar las reacciones y tragarse los insultos.

El presidente de la FIFA, Gianni Infantino clama por un cambio legislativo en Italia, acompañado de una transformación educativa que incida en los individuos y en los grupos. Puso como ejemplo Inglaterra, país en el que los castigos son ejemplares y, lo que es mejor: se cumplen. Pero aún no terminamos con Lukaku. Ni mucho menos con el racismo, enquistado en lo más hondo del fútbol de Italia. Resulta que en una transmisión televisiva, durante un partido del Inter, el periodista Luciano Passirani pretendía alabar al atacante belga y terminó diciendo esta burrada: “No hay nadie más fuerte, me gusta muchísimo.

La única forma de pararlo sería dándole diez bananas para comer”. Al menos, el periodista fue despedido de inmediato, en vivo y en directo. Pocos días después, Passirani se defendía: “No quisiera quedar como un racista. Mi compañera, que ha convivido conmigo por 17 años, es negra. No soy racista. Soy una persona educada”. Seguramente, los imitadores de monos que pueblan las tribunas son educados también.

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