La pelota también rueda en Carnaval

Actualizado
  • 27/02/2020 06:00
Creado
  • 27/02/2020 06:00
Existe una relación profunda entre el Carnaval de Río de Janeiro y el fútbol brasileño. Las célebres escolas rinden homenaje a sus héroes deportivos

Existe una relación profunda entre el espectacular Carnaval de Río de Janeiro y el fútbol brasileño. Ya sea por la incandescente atracción que suscita la fiesta entre muchos futbolistas estelares o por los contínuos homenajes que las célebres escolas rinden a sus héroes deportivos. Este año, no fue la excepción.

Como casi todos los años, durante carnavales, Neymar Jr. tuvo su lugar en las noticias. Lo curioso es que en esta ocasión no fue su presencia en los “camarotes” o palcos de honor del Sambódromo lo que llamó la inmediata atención de periodistas y curiosos. Fue su ausencia. Por primera ocasión, en más de seis años, Neymar faltó a la gran cita con las estruendosas fiestas de Baco. ¿Las razones? Algunos dicen con cierta picante perversidad, que el astro brasileño sufrió de un repentino ataque de profesionalismo y decidió jugar el domingo de Carnaval, por su equipo, el PSG francés. Los medios consideraron casi una hazaña que Neymar Jr. fallase a su cita anual con la explosión de luces, danza y música, para entregarse a la preparación deportiva ante un mes crucial en la temporada del PSG. Lo gracioso es que en el partido disputado por Neymar, el domingo de Carnaval, el delantero se hizo expulsar por un detalle anodino. De inmediato las redes estallaron: “Neymar se confabula con el árbitro para irse juntos a Río y disfrutar el martes de Carnaval”.

Pero Neymar Jr. no es ni de lejos una excepción parrandera. Son muchas las estrellas que disfrutan los carnavales, e incluso en ocasiones los protagonizan. Este año le tocó a la legendaria Marta, considerada por muchos la mejor futbolista de todos los tiempos. El sábado de Carnaval en Río, la escola Inocentes de Belford Roxo dedicó su desfile a Marta, seis veces elegida mejor futbolista del mundo, máxima goleadora en copas mundiales (tanto masculinas como femeninas) y muy querida por el pueblo, no solo por sus logros en la cancha. En el mundial femenino más reciente, luego de que Brasil cayó en octavos de final, Marta pidió a las jugadoras del futuro que se sumerjan en el esfuerzo, que aprendan “a llorar primero para sonreír después”.

La niña que cargaba compras de mercado en su pueblo natal de Dois Riachos, fue homenajeada y recorrió el Sambódromo sobre una carroza, junto con su novia, madre y algunos allegados. Iba seguida por otra carroza en la que viajaban 8,000 pelotas, obsequio para los niños más necesitados de los barrios. La presencia de Marta Vieira da Silva, gran reina del fútbol femenino, fue una viva demostración de la vital simbiosis que existe entre fútbol y Carnaval. De hecho, la samba enredo que la tuvo como protagonista, se titulaba “Llorar al principio para sonreír al final”, aludiendo a las emotivas palabras de su discurso al finalizar el Mundial de Francia 2019. Marta disfrutó, danzó, saludó y participó junto a un público que no dejó de vitorearla.

También hubo participaciones de futbolistas mucho menos apoteósicas, incluso tristes. Seguramente la de Garrincha fue la más significativa. Ocurrió en 1980. El ídolo, víctima de todos los excesos posibles, atrapado por dolores incalculables, vencido por desastres humanos que no supo prevenir o evitar, desfiló en una carroza de la popular escola Estación Primera de Mangueira.

Curiosamente, fue la última vez que se encontraría en este mundo con Pelé, su socio (que no su amigo) en la selección de Brasil. Entre las carrozas de Mangueira, una llevaba como título “De los potreros a la Jules Rimet”.

El brasileño debutó el 11 de abril de 1998.

Dentro iba un homenajeado y envejecido Garrincha. Muy flaco, algo amarillento, de movilidad muy escasa. Parecía una figura de cera.

Pelé estaba como invitado en el palco de honor, junto a los dignatarios y las más altas autoridades. Dicen que cuando Garrincha se aproximó en su carro, Pelé se emocionó y le gritó: “Mané, Mané, soy yo, soy yo, Pelé”.

La carroza siguió su curso sin que Garrincha se percatase, y se alejó en medio del alboroto y de la música interminable. Tres años después, en 1983, Garrincha moría. De todos los excesos, todos los alcoholes, todos los dolores que finalmente no pudo aguantar.

Existe una anécdota inevitable que protagonizaron Romario, Johan Cruyff y el Carnaval de Río. Muchos dicen que es falsa, pero no hay manera de probarlo y pertenece a las leyendas populares del fútbol. Se dice que cuando Romario jugaba en el Barcelona, durante un entrenamiento se acercó a Cruyff (su entrenador) y le solicitó ausentarse por dos días para asistir al Carnaval de Río.

Dicen que Cruyff le respondió: “Solo si mañana le metes dos goles al Osasuna en el primer tiempo”. Dicen que Romario cumplió y que después de anotar el segundo gol, corrió donde su entrenador y le dijo: “Por favor reemplázame. Mi avión sale en una hora”.

Sea verdad o mera leyenda, la historia sirve para ilustrar la profunda relación entre muchos futbolistas brasileños y su adorado Carnaval.

Quizás, además de Neymar Jr., en tiempos recientes, uno de los mayores enamorados del Carnaval de Río ha sido Ronaldinho, quien como muchos de sus colegas, era capaz de cualquier artimaña para escaparse por unos días de los rigores profesionales, abandonando las nieves de Europa, para refugiarse por un tiempo escaso y eterno en las fiebres solares y rítmicas, en las deliciosas jornadas del Carnaval.

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