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- 30/09/2019 18:07
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Mario Alberto Kempes (Argentina, 1954), mejor conocido como 'Matador', fue un goleador destacado con su selección albiceleste y ganó el Mundial de Fútbol en 1978, también fue campeón con el Valencia C.F. en la Copa del Rey en 1979.
El argentino se dedicó a defender a capa y espada las camisetas que vistió. Actualmente es comentarista deportivo en ESPN. Desde 2012, junto a su compañero Fernando Palomo son las voces que se encargan de darle vida a la edición latinoamericana de la saga de videojuegos FIFA.
Kempes recientemente llegó al Istmo para promocionar su nuevo libro, Matador, mi autobiografía. Durante su estadía conversó con La Estrella de Panamá y repasó sus etapas como jugador y entrenador. Además, reflexionó sobre la situación actual del fútbol. Sin más preámbulos, disfruten de la entrevista con el astro que hizo vibrar las gradas argentinas y que ha dejado un legado imborrable en la historia del fútbol en su país.
Soy un hombre con los pies sobre la tierra, que gracias a Dios ha sabido lidiar con los buenos y malos momentos. Siempre lucho y jamás bajo la guardia.
Considero que tuve mucha suerte en tener la posibilidad de llegar a la capital de mi país desde mi pueblo. Me encontré con jugadores que ya eran famosos y me acogieron bien en el equipo. Solo tenía 17 años. Recuerdo que el entrenador me dijo: ¿has jugado alguna vez en la posición (9)? y le respondí que sí, en ese momento le metí, nunca lo había hecho (risas).
En Argentina, el fútbol era el pan nuestro de cada día. Siempre se dijo que los chicos argentinos nacemos con la pelota bajo el brazo. Antes las calles eran de tierra en mi país y para jugar colocábamos dos ladrillos que conformaban el arco, y el balón era cualquier objetivo redondo o si no hacíamos una pelota con papel ¡y que empiece la diversión!
En el colegio practicábamos atletismo y habían competencias intercolegiales. Antes jugábamos softbol, que luego me enteré que era solo para mujeres (risas). Creo que en cualquier deporte que hubiese practicado, de seguro haría ruido, no estaría en primer lugar, pero sé que me posicionaría entre los cien mejores.
Mi ídolo fue Pelé, aunque nunca lo vi, solo lo oí nombrar porque en esa época muy poco se veía televisión y cuando querías observarla, igual no se veía nada (risas). Después de muchos años. pude ver por fin en video los partidos de Pelé que escuchaba en la radio.
El desafío más grande es la meta que uno se pone. No tenía objetivos en ese entonces, solo me concentré en disfrutar cada partido porque realmente es lo que me gustaba hacer.
Ya no juego desde que me operaron la cadera, aunque no es nada grave, hay mucha gente que tiene la misma intervención que yo y siguen en el campo. Pero el médico me recomendó solo caminar, que se ha vuelto mi quehacer diario.
No añoro nada. Cuando veo los partidos no me dan ganas de volver a jugar, ya hice lo que tenía que hacer. Considero que mi gran fortuna es que no tuve lesiones durante mi carrera y mi operación fue cuando finalicé mi etapa como jugador.
Las metas que me puse nunca fueron individuales, sino del equipo. Admito que nunca me gustó perder, pero tuve que acostumbrarme porque es un deporte colectivo.
Sin duda fue el Mundial el que me dio más fama. Cuando se obtienen estos triunfos todo depende qué tengas en la cabeza, porque si tienes pajaritos y eres famoso, hay muchos que se les olvida la humildad, y ya no eres aquella persona que saliste de ese pueblito y que cosechaste grandes amistades. Con o sin Mundial, goleador o no, sigo siendo la misma persona.
Primero, debe saber jugar en equipo porque el ego está presente en la actualidad. Tener un buen comportamiento al final de día depende de ti. Otra de las realidades que pasa es que en este deporte se mueve mucho dinero, ya no se acostumbra a ver a ese jugador de corazón, que lo daba todo en la cancha y se quedaba después del partido para celebrar la victoria solo con papas y maní.
De delantero a comentarista deportivo, ¿cómo fue esa transición?
Fue una casualidad, estuve en Valencia entrenando a un equipo. Un día me llamaron de la radio a ver si quería comentar un partido del Valencia, luego me llamaron de la televisión. No soy periodista, pero al estar en la cancha mucho tiempo no es que te dé más destreza, pero la diferencia es que ya has convivido en ese ambiente y has lidiado con lo que ocurre allí.
De todos siempre se aprende, es una contestación muy antigua, pero en ella se encierra mucha verdad. Considero que no es un buen entrenador aquel que trata al jugador como un robot.
Fue corta, pero linda. En Bolivia salimos campeón. Me gustaba y preparaba los partidos con seriedad, siempre me preocupé por mi equipo y no por el vecino, y eso se lo transmitía a mis jugadores.
Definitivamente el del mundial en 1978, es muy difícil de olvidar.
Nunca le dediqué goles a mi familia, ni a nadie (risas). Gracias a Dios tenía a todos mis abuelos vivos, por eso no celebré agitando las manos hacia arriba.
Por otro lado, ¿cómo calificaría el panorama actual del fútbol?
El fútbol sigue siendo fútbol, por más que se haya monetizado. Antes decía que a nosotros los jugadores nos compraban como si fuéramos animales. Hoy es parecido, pero con mucho más dinero.
Para usted, ¿quién es el mejor jugador del mundo?
Hoy es Messi, no hablemos de la historia pasada de Maradona o Pelé. Cada uno en su momento. Si me dicen a mí que si yo hubiese nacido 20 años antes o 30 años después, quizá no hubiese sido campeón del mundo, nadie me quita lo bailado (risas). Hay que entender que cada jugador en su tiempo ha escrito una buena marca en sus clubes y federaciones.
No puedo irme sin antes preguntarle, ¿cómo fue el proceso creativo de su nuevo libro?
El periodista Luciano Wernicke fue el autor de mi autobiografía. Todo comenzó cuando él fue a ESPN y me dijo “tengo que escribir tu libro” y le dije que estaba loco, luego se despidió y en pocos días me llamó para decirme: “¿estas preparado?”. Desde ese momento nos pusimos en contacto a diario y le contaba detalle a detalle los episodios de mis vivencias y duramos en esto cuatro meses. Él fue a la casa de mis padres y al pueblo a recaudar testimonios de mis amigos. Confieso que cuando empecé con este proyecto lo primero que vino a mi cabeza fue 'esto dura una semana y lo mando a freír papas' y poco a poco me fui entusiasmando, incluso había días que terminaba exhausto entre el libro, el FIFA y los partidos.