Adiós a Guillermo Sánchez Borbón

Es cierto que su nombre no tiene relación alguna con el fútbol. Pero hasta el pasado domingo 24 de febrero era el escritor vivo más importante de Panamá y uno de los mayores narradores, poetas y periodistas de nuestra historia. Por eso es inevitable traerlo de regreso, por unos segundos, a estas líneas, y ofrecerle un homenaje aunque sea minúsculo. Ya dije que sus pasiones no estaban muy encaminadas hacia el goce de la práctica u observación deportiva. Aunque en sus memorias supo evocar unos ardorosos partidos de béisbol callejero que practicaba con sus camaradas de infancia en las húmedas calles de su natal Bocas del Toro. Eran partidos cruentos, jugados en espacios muy limitados y con algunas bárbaras permisividades. Por ejemplo, una eficaz manera de poner out a un contrincante que se dirigía con velocidad vertiginosa a la tierra prometida del home , era lanzarle un pelotazo certero, que aparte de anularlo en su jugada, amenazaba con destramparlo en el proceso. Pero más allá de esas aventuras infantiles, el deporte no era lo suyo. Su línea vital transcurrió por la mejor literatura (para comprobarlo, basta acercarse al prodigio de El ahogado o releer la desgarrada hondura de su Aproximación poética a la muerte ).

Juntos escribimos sus memorias, a cuatro manos. Y las bautizamos con el título de Memorias Mínimas. Fueron meses de gustosas conversaciones vespertinas, recluidos en su apartamento sombreado y protector, mientras afuera, el sol parecía entregado a la ígnea voluntad de calcinarlo todo. Resulta difícil cuantificar todo lo que aprendí durante nuestras conversaciones. Espero averiguarlo en este espacio de escritura deportiva.

Hasta siempre, Guillermo.

Nosotros seguimos conversando el jueves.