Coliseos deportivos, necesidad urgente en todo Panamá

Actualizado
  • 29/06/2020 00:00
Creado
  • 29/06/2020 00:00
El deporte pide a gritos instalaciones deportivas. Pero no para unos juegos regionales, sino para su masificación, su crecimiento y su preparación a nivel nacional

Un triunfo enmarcado dentro de un trabajo improvisado no es propiamente un éxito, sino un toque de suerte y si se persiste en ello, sin una sólida estructura, podría crear un falso triunfalismo que en cualquier momento podría desmoronarse.

El estadio Armando Dely, el último coliseo que se construyó en la ciudad de Colón a principios del año 2000, es utilizado para la práctica del fútbol y atletismo.

Es realmente lo que pienso que podría ocurrir, si se sigue con la amañada idea de realizar los Juegos Centroamericanos y del Caribe en Panamá.

Podríamos llegar a realizarlos y ser los grandes anfitriones, es cierto; pero el legado del que algunos hablan para ensalzar la tesis de efectuarlos, quedaría solo plasmado en los montones de documentos que se han ido acumulando a lo largo de estos últimos tres años.

Quienes abanican la tesis de insistir en su ejecución, esgrimen, entre otras cosas, que permitiría motivar a las nuevas generaciones. No obstante, experimentados estudiosos tienen una opinión muy puntual al respecto.

“Aunque hubiese una buena repercusión mundial, aunque la organización fuese perfecta, si los deportistas del país que lo organiza no sacan medallas u obtienen un buen resultado, la sensación general es de fracaso”, escribió el español Vicente Añó en su obra Organización y gestión de actividades deportivas.

El catedrático español tiene porqué saberlo, ya que no es un académico de escritorio o un teórico maestro, sino un técnico que ha sido coordinador de campeonatos europeos y mundiales de atletismo, y miembro del grupo organizador de los Juegos Mediterráneos 2005. Es decir, no es un improvisado.

Instalaciones deportivas

Sacar de la manga más de $200 millones para la construcción de al menos cinco complejos deportivos, sin siquiera mirar la realidad que vive actualmente Panamá en infraestructuras, no solo es irresponsable, sino también una desfachatez.

Irresponsable, porque su construcción no va de la mano con la edificación o reconstrucción de otros a nivel nacional, que permita la preparación de las decenas de atletas que deben estar en dicha competencia, como es el caso de los que provienen de las provincias de Colón, Chiriquí y Veraguas.

En Colón, hace un par de años que se derrumbó el estadio Roberto Mariano Bula, que para algunos solo es un coliseo donde se juega béisbol, pero su realidad es otra.

El vetusto coliseo de la calle 11 y 12 de la avenida Roosevelt, además del béisbol, albergaba a las pequeñas ligas, atletismo, fútbol, judo, pesas, karate y lucha.

El gimnasio La Basita, en David, es un coliseo donde llueve más adentro que afuera, y alguna vez se dijo que sería convertido en un complejo deportivo.

Todos estos deportes se vieron afectados y, aún así, sus representantes seguían asistiendo a los compromisos nacionales con más ímpetu que preparación, hasta que la pandemia les dio una tregua.

La realidad de los veragüenses no es diferente, luego del cierre por reconstrucción, también hace años, del gimnasio Eduardo Campbell. Las pesas, la gimnasia, el judo, el karate y el boxeo cayeron en una parada obligada.

La provincia de Chiriquí no se queda atrás. Uno de sus principales coliseos, el gimnasio La Basita (Club de Leones), en David, está 'para los tigres', eso a pesar de que el gobierno anterior les prometió convertirlo en un complejo deportivo. Y, mejor no hablemos de la promesa de construir un velódromo y una piscina olímpica.

No es de extrañar que esta situación la vivan otras provincias, mientras quienes aúpan efectuar los juegos de 2022 se ufanan en presentarnos nombres de atletas que, si bien son los que hoy representan la élite istmeña, sus posibilidades de una buena presentación son muy reservadas en la mayoría de ellos.

Complejos deportivos, sin razón

Aseguro que es una desfachatez porque se afincan en la construcción de complejos deportivos para deportes que en nuestro país son casi selectivos y, por lo tanto, con muy escasas figuras de relieve.

¿Ejemplos? Para qué la construcción de un complejo de raquetas, si deportes como el tenis de mesa, squash, racquetball, frontenis y el tenis, jamás han contado con abundancia de atletas. Es más, qué actuaciones sobresalientes han tenido en las últimas competencias regionales, para merecer coliseos por encima de las pesas, la lucha o el judo.

¿Otro? ¿A qué comunidad deportiva consultaron para la construcción de un velódromo en la ciudad capital? En un breve ejercicio hecho por este servidor, dirigentes, periodistas y atletas de este deporte de Veraguas, Panamá, Herrera, Coclé y Chiriquí aseguraron que la ciudad ideal para ello es David, por la comprobada práctica masiva del ciclismo.

¿Uno más? Es cierto que la piscina Eileen Coparropa necesita un rescate, al igual que el gimnasio y el estadio que están en la Ciudad Deportiva, pero ¿en verdad necesitamos un complejo de piscinas?

La realidad es que nuestros atletas del interior practican en charcas, ríos y piscinas comunitarias, porque no cuentan con al menos una instalación decente, donde puedan confluir escuelas, colegios y universidades.

El Panamá deportivo necesita de instalaciones, pero no para unos juegos regionales y mucho menos en una sola provincia. Esto, unido al hecho de que en esta materia hay una deuda ancestral con las regiones indígenas.

Si de verdad el gobierno del presidente Cortizo desea dejar un legado al deporte, que instruya a la entidad pertinente para que, por una vez en la vida, trabaje y deje a un lado el papel de avestruz que ha jugado en los últimos años.

Sí, el deporte pide a gritos instalaciones deportivas. Pero no para unos juegos regionales, sino para su masificación, su crecimiento y su preparación a nivel nacional. ¿Será que es mucho pedir, señor Presidente?

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