Ochoa y Mosquera, dos guardametas ante el espejo

Actualizado
  • 20/03/2024 00:00
Creado
  • 19/03/2024 20:47
El portero mexicano llega a la semifinal de la Liga de Naciones a contravía de quienes piden su relevo generacional; el guardameta panameño busca enderezar un año que lo ha marcado de suplente

Si no se atraviesa en el camino alguna de esas circunstancias inmanejables, que impida que alguno de los dos esté presente como se prevé, Orlando Mosquera y Guillermo Ochoa se encontrarán mañana en el AT&T Stadium, Arlington, Texas, en su segundo duelo en una instancia decisiva de un torneo de selecciones de la Concacaf.

El partido de fondo de las semifinales de la llamada Final Four de la Liga de Naciones 2023-24, que define entre Panamá y México al segundo finalista para el encuentro del domingo que coronará al campeón, presenta a Mosquera y a Ochoa en un nuevo cara a cara, nueve meses después de haberlo hecho por el título de la Copa Oro 2023.

En aquella ocasión del 16 de julio de 2023, acontecida en el SoFi Stadium en Inglewood, California, el portero Guillermo Ochoa fue el triunfador, alzando como capitán de su equipo el trofeo que les confirmaba como campeones al vencer a Panamá 1-0. El ‘Memo’, como apodan cariñosamente a Ochoa, le había ganado el pulso a Mosquera al preservar la valla mexicana invulnerable.

Para el ‘Kuty’, como popularmente le dicen a Mosquera en Panamá, el sinsabor de la derrota le rondaba el paladar, pero le quedaba por encima de ello su meritoria actuación para impulsar a Panamá hasta la final; la cual le confería los pergaminos suficientes para presentarse como el dueño indiscutido del arco panameño, desplazando del puesto a Luis Mejía, quien había tomado el testigo tras el ciclo cumplido por Jaime Penedo.

Parecen poco nueve meses, sin embargo, el fútbol competitivo, que nunca se sacia, los presenta hoy a los dos ante el espejo con nuevos requerimientos e inquietudes profesionales a los de aquella ocasión.

Mosquera, arranque de año gris

El portero canalero, después de desarrollar su carrera en Panamá jugando para el Sporting SM y el Tauro, emigró al fútbol de Turquía para lucir los colores del Boluspor; posteriormente iría a Bolivia al servicio del Always Ready. Del fútbol andino bajó a las tierras llanas de Venezuela, donde encontró una de las mejores vitrinas para exponerse.

Allí, en una liga profesional que no es de las más relevantes de Sudamérica, se hizo importante en su puesto: primero en 2022 con el Carabobo F.C., y luego en 2023 al ser traspasado al Monagas. Con Monagas disputó cinco partidos de buen nivel en la Copa Libertadores, el principal torneo de clubes de la Conmebol.

A su plausible labor con el fútbol venezolano sumó su impronta en la selección panameña, valorándose entre los porteros destacados de América. Redondeaba 2023 con su cotización al alza al ser contratado por el Maccabi Tel Aviv FC, de la Liga Premier de Israel.

Con el club israelita tuvo un buen comienzo, se ganó la titularidad, contribuyó con actuaciones sobresalientes a la clasificación de Maccabi a los octavos de final de la Eurocopa Conference League. 2024 pintaba como gran año, pero en el arranque, a partir del 10 de enero, comenzó a ser suplente, perdiendo la confianza del entrenador Robbie Keane. El exjugador irlandés empezó a considerar que Mosquera había bajado su nivel y sus prestaciones competitivas, inclinándose en las preferencias por el arquero Mishpati.

Mosquera entró a sortear las turbulencias de unos meses grises que no esperaba. Perdió la titularidad, no se le tuvo en cuenta para los partidos de los octavos de final de la Eurocopa Conference League ante el equipo griego Olympiacos. Sin jugar, sin el respaldo de su entrenador y con la puerta abierta para un posible traspaso a otro club, vive un presente inestable.

Nada más preocupante para un cuerpo técnico –sobre todo de una selección nacional, por la inmediatez de las concentraciones y los cortos plazos para estar a tono– que un jugador les llegue sin ritmo de competencia; usualmente le asignan la segunda fila en las preferencias.

Seguramente a Thomas Christiansen le habría traído tranquilidad el hecho de que Luis Mejía, nuevamente jugando con el prestigioso club Nacional de Montevideo, estaba atravesando un dulce momento. El jueves pasado fue figura del partido ante el Always Ready, primero para derrotar 2-1 a los bolivianos en los 90 minutos de juego e igualar con ello la serie. Luego en la tanda de penales atajando un penal que les dio a “los albos” la clasificación por 5-4 a la fase de grupos de la Copa Libertadores.

La que habría podido ser la vuelta de Mejía al arco de la selección panameña, se veía truncada porque en ese mismo partido sufrió un desgarro miofibrilar del músculo aductor largo izquierdo. El cuerpo médico lo descartó. Ante ello, aunque no venga jugando, Orlando Mosquera es la carta por la que se espera apueste Christiansen en la portería. Sorprendería si no lo hiciera.

Sus capacidades y su recorrido con la selección deberían mantener inclinada la balanza a favor de Mosquera. A sus 29 años, este momento complicado le puede impulsar a exponer de nuevo todas sus cualidades, las cuales no ha perdido, más allá que llegue faltándole kilometraje en la carretera.

Ochoa, entorno hostil

Guillermo Ochoa es uno de los mejores porteros mexicanos. Su valor en datos se puede desgranar, sin extenderse, mencionando que ha participado en cinco mundiales con la selección mexicana, dos como portero suplente y tres como portero titular.

En Brasil 2014, una Copa Mundo a la que llegaron dando tumbos y estuvieron eliminados de ella, por minutos, tras el repunte efímero de Panamá ante Estados Unidos, Guillermo ‘Memo’ Ochoa fue, en su primera titularidad mundialista, una de sus figuras sobresalientes en Brasil. Ha ganado cinco Copas Oro y la medalla de bronce en los olímpicos Tokio 2020. Es el único portero mexicano que tiene la envidiable cifra de haber disputado más de 300 partidos jugando en clubes europeos.

Es el portero titular del club U.S. Salernitana de la serie A de Italia, la primera división, aunque su equipo está peleando por no descender de categoría. Ochoa regularmente ha respondido con creces en la selección mexicana. Ostenta el brazalete de capitán.

A sus 38 años, en México, un sector principalmente de la prensa deportiva considera que Ochoa no debe seguir siendo el titular, sino que es el turno de Luis Ángel Malagón, del club América, y su suplente en la tricolor. Argumentan que Malagón, con 27 años, es hoy el mejor portero mexicano: el presente y el futuro en ese puesto.

No es la primera vez que se cuestiona a Ochoa. Esta vez, como en anteriores momentos, se ha puesto en modo “oídos sordos”. Su fin es ganar la Liga de Naciones de la Concacaf, un torneo que llega a su tercera edición y que los mexicanos no han podido conquistar.

El monarca actual es Estados Unidos, que le ha ganado en sus dos primeros campeonatos. En el primero, 2019-20, derrotó 3-2 a México en la final, y en el segundo, 2022-23, se encontraron en la semifinal, dejándolo tirado con una goleada 3-0 que todavía arde por la superioridad exhibida por los estadounidenses.

El orgullo y las ganas de desquite para recuperar el mote de Gigantes de la Concacaf, una denominación de la que se han adueñado los gringos, le motiva en extremo a Ochoa. Sin embargo, ahora más que antes van a estar pendientes e inmisericordes con cualquier error que cometa; de perder ante Panamá o llegar México a la final y no ganarla, el momento del adiós de Ochoa en su selección estaría próximo a ser realidad.

Colegas en un puesto sensible y vital para cualquier equipo de fútbol, Orlando Mosquera y Guillermo Ochoa serán mañana, cuando el balón comience a rodar a las 9:15 p.m., rivales con el ojo apuntando a objetivos contrapuestos. Mosquera buscando demostrar que está en plenitud de sus facultades, que la llave de la portería panameña es suya y no tiene duplicado.

Ochoa pretendiendo anexar a su legado el título de la Liga de Naciones, con el cual podría aspirar a obtener una séptima vida como los gatos, llegando a la próxima Copa América 2024 y quizá... ¿a la Copa Mundo 2026? Ojalá que, como dicen los argentinos, “tengan un lindo duelo” o más bien como lo anhela todo el país “que lo gane el pana”.

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