Ser jefe, un caramelo envenenado

Actualizado
  • 01/10/2009 02:00
Creado
  • 01/10/2009 02:00
MADRID. Este verano una directiva comentaba entre sus más íntimos la última de su empresa: la habían nombrado coordinadora general de l...

MADRID. Este verano una directiva comentaba entre sus más íntimos la última de su empresa: la habían nombrado coordinadora general de la compañía, con muchas más atribuciones de las que hasta entonces tenía. “¿O sea, un ascenso?”, respondieron sus allegados. “No, un nuevo malio”, contestó ella.

En el fondo, reconocía sentirse contenta y orgullosa por haber logrado el ascenso, pero al mismo tiempo aseguraba que le iba a suponer mayor dedicación, el fin de un horario privilegiado y muchos más quebraderos de cabeza, con toda una reorganización pendiente. Era el sabor amargo del caramelo de una jefatura en la coyuntura económica actual, que no todo el mundo está dispuesto a aceptar.

De hecho, la mitad de 2.200 empleados y 833 ejecutivos encuestados por la firma de recursos humanos Randstad manifestaron recientemente en una encuesta la falta de interés por ser jefe en estos momentos.

En concreto, el 50% de los trabajadores mayores de 45 años advirtió que diría que “no” si le ofrecieran ahora mismo un puesto de directivo en su compañía.

Entre las principales causas del rechazo, el 80% de la muestra indicó el aumento del estrés y la mayor presión de los superiores ante el manejo actual de la situación. Por el contrario, los menores 30 años, adujeron otras razones, como el hecho de tener que despedir a gente, o asumir tareas más administrativas y burocráticas.

LA DIFÍCIL DECISIÓN DEL “NO”

Sin embargo, a la hora de la verdad, con el jefe delante o la directora de recursos humanos esperando una sonrisa, pocos son los que se atreven a rechazar una oferta, y menos aún, en plena crisis y con recortes de personal. Bien sea por los privilegios que el nuevo cargo implica (mejor sueldo, reconocimiento empresarial y otras prebendas), bien por las necesidades de la compañía o simplemente porque hay gente que no sabe decir que “no”, el caso es que la mayoría acata el ascenso. “Decir que no a una promoción es algo difícil. Cuando a uno le proponen un cargo, su inmediato superior está pensando que es capaz de tomar decisiones y que esa persona tiene características de coordinación y mando, por lo que rechazarlo puede generar momentos de tensión”, argumenta Alex Depreux, responsable del área inmobiliaria de Michael Page.

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