Perspectivas halagüeñas

Actualizado
  • 03/09/2010 02:00
Creado
  • 03/09/2010 02:00
PANAMÁ. La simbiosis que se genera en la relación banca-comunidad debe ser indeclinable, y permanente fuente de confianza y de respeto e...

PANAMÁ. La simbiosis que se genera en la relación banca-comunidad debe ser indeclinable, y permanente fuente de confianza y de respeto entre los responsables de este acoplamiento de necesidades, servicios y funciones.

La limpia historia de la banca en Panamá, con un mínimo de incidentes inconvenientes e ingratos, en sus últimos cuarenta años de existencia bajo el alero de leyes equilibradamente concebidas y prudentemente ejecutadas, es augurio de un futuro promisorio para la actividad.

Los principios y tradición de responsabilidad social corporativa, que gradualmente han venido ampliamente adoptándose, no deben referirse solamente a la ayuda o apoyo generoso de causas de bienestar social del más amplio espectro, desde la educación hasta obras de beneficencia, sino a la más alta ética y moral empresarial, para evitar el mal uso de recursos confiados de la mejor buena fe, y que constituyen haber y respaldo vital de actividades, negocios e individuos.

Recientemente, en diferentes países se han acordado y promulgado leyes que tienden a evitar y combatir el uso indiscriminado y especulativo, por parte de bancos, de fondos de particulares.

Al final, gran parte de los resultados investigados y sancionados han tenido inspiración en la avaricia o malsana competencia de entidades y funcionarios que lucran, a veces en exceso, a riesgo del depositante. Si las ganancias de un banco, consistentemente se conforman a excepcionales índices de rendimiento, y la administración, continuamente, trata de introducir sistemas de operación más eficientes, las tarifas y los cargos que impone el banco a sus clientes deben ser justos y considerados, por razones morales y de apreciación.

El saldo de estos cuarenta años, transcurridos desde 1970 a 2010, es positivo y halagüeño. Las condiciones e índices de desempeño, como se han descrito en este análisis, muestran solidez, solvencia y sanas perspectivas para el Centro Bancario Internacional, tanto en las operaciones internas como externas. Como se ha señalado, hay bancos que han logrado mantener, por años, su bien ganado grado de inversión. Otros laboran afanosamente para obtenerlo. La confianza engendrada, local e internacionalmente, a través de la experiencia vivida en difíciles crisis afrontadas con superación, y la evidente contribución de la banca al progreso nacional le augura creciente y continuado respaldo de los diferentes estamentos de la sociedad.

La enorme cuantía, por otra parte, de inversiones locales proyectadas, privadas y públicas, internas y foráneas, serán motivo de gran circulación y transferencia de recursos. Es el medio ideal para que la banca despliegue el mayor sentido de prudencia, de equidad, de iniciativas provechosas, de negocios legítimos, de rescate de sectores esenciales para el desarrollo integral del país. Desde la ampliación del Canal hasta extensas y más modernas redes de transporte vial, terrestre y marítimo, pasando por urgentes transformaciones educativas y de salud pública, la visión de actividades mineras y refinadoras de petróleo a gran escala, el turismo y su creciente infraestructura privada, a un costo total de in par de decenas de miles de millones de dólares. ¡Que no vaya el endeudamiento público a oscurecer este brillante panorama!

Pero esta actividad no se inicia a partir de este momento. La banca ha venido acompañando por años el mayor nivel de importaciones, exportaciones y reexportaciones de la región, y apoyando la generación del mayor índice de inversión extranjera per cápita, de $1,772 millones en el Hemisferio, después de Chile, en 2009. Las predicciones del aumento del Producto Interno Bruto por los próximos cinco años está cercano del 6 %, que es concebible ante los hechos apuntados, y ante la experiencia de su crecimiento de 50 % de 2004 al ’08.

El grado de inversión, que ha obtenido recientemente la República de parte de las tres más autorizadas calificadoras internacionales de riesgo, digno es del mayor cuidado. Se le ocurre al autor, porque ha pasado en más de una ocasión por esta experiencia, que la banca tiene una enorme responsabilidad en su papel de evaluador diario de los riesgos nacionales, y podría, en esta feliz coyuntura, sin estridencias, intereses particulares ni confrontaciones, hacer causa común institucional con el Gobierno, para ayudar a preservar, con amplitud, valor y firmeza, las perspectivas y jalones de progreso vislumbradas, con énfasis en el compromiso de honestidad pública, de justicia bien administrada, de equidad patente y de eficiencia efectiva.

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