Hay que profundizaren las reformas

Actualizado
  • 13/08/2011 02:00
Creado
  • 13/08/2011 02:00
ACODECO. La nostalgia regulatoria siempre está al acecho. No importa cuántas pruebas se presenten en su contra, persisten cepas que qui...

ACODECO

La nostalgia regulatoria siempre está al acecho. No importa cuántas pruebas se presenten en su contra, persisten cepas que quieren fijar precios a los productos de la Canasta Básica y si se afianzan no llegaremos a buen puerto. Por eso, para evitarlo, hay que empezar por conocer el suelo donde se cultiva esta nostalgia.

La convivencia entre capitalismo y democracia es compleja porque la cuestión social siempre está en la palestra y en ella se apoyan los políticos que compiten entre sí por el poder y procuran dar respuestas a las demandas sociales mediante regulaciones. La política tiene, pues, una tendencia natural de producir regulaciones.

Las políticas de desregulación, privatización y liberalización fueron la respuesta necesaria a la crisis final del estatismo. Pero fue equivocado creer que ellas conducían al fin de la historia, y también fue un error postergar las reformas sociales e institucionales. Ahora constatamos, con toda razón, un malestar que pide más empleo, mayores ingresos, mejoras en la educación, en la salud y también en la justicia.

Es este malestar social el suelo en el que florecen los intentos de volver al pasado. Y ante la evidencia de que para responder a las nuevas demandas sociales no podrá contarse con nuevos subsidios ni patrones paternalistas, aparecen como alternativa las malas regulaciones para redistribuir el ingreso, sin advertir que su fruto será reducir el crecimiento de la economía.

No queda, pues, otro camino genuino que profundizar las reformas económicas, es decir, liberar el mercado y abrir a la competencia. Cuanto más demoren estas reformas en perfeccionarse, con mayor frecuencia reaparecerán las malas regulaciones, tales como impuestos retroactivos o distorsivos, controles de precios, limitaciones en el acceso a los mercados o aumentos indiscriminados de subsidios.

Salvo en los casos claros de monopolios naturales, la mejor herramienta para producir es el mercado desregulado. Por ejemplo, las telecomunicaciones han dejado de ser un monopolio natural y actualmente sus productos tienen precios bajos y buena calidad.

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