La inmigración y la Estrella Solitaria

Actualizado
  • 29/03/2014 01:00
Creado
  • 29/03/2014 01:00
La inmigración ilegal y la seguridad fronteriza, inmersos en la agenda política del Estado de Texas.

Tras irme de Dallas hace nueve años, ahora debo observar, desde lejos, la locura que es la política de Texas. Lo sigo haciendo porque, como una olla de agua hirviendo en la cocina, es algo a lo que es mejor no dar la espalda.

Este año, sólo tengo una pregunta para los republicanos del estado de la Estrella Solitaria: ‘¿Realmente?’.

Sólo dos décadas después de que George W. Bush, durante su candidatura a la gobernación, mostrara al Partido Republicano cómo obtener la mitad del voto latino negándose a demonizar a un grupo que ahora representa el 38% de la población del estado, ¿están corriendo los texanos una carrera hacia el fondo, en la que tratan de demostrar quién es el más duro con los inmigrantes ilegales y la seguridad fronteriza? Menos de tres años después de que el gobernador de Texas, Rick Perry —durante un debate presidencial del Partido Republicano— defendiera su apoyo a la ley de Texas que permite que los estudiantes indocumentados paguen la matrícula de residentes del estado, expresando a sus críticos republicanos: ‘No creo que ustedes tengan corazón, ’¿harán la vista gorda, los republicanos de Texas, a un demagogo barato como el senador del estado, Dan Patrick, que se está haciendo famoso por su retórica incendiaria e irresponsable? Puesto que Patrick parece tener la intención de emular a republicanos desacreditados, como el excandidato presidencial, Pat Buchanan; el ex representante de Colorado, Tom Tancredo; y el ex gobernador de California, Pete Wilson, ¿van los republicanos de Texas a ceder uno de los sectores del electorado de crecimiento más rápido, y pensar que pueden continuar ganando elecciones sólo con los votos de blancos asustados, que creen que el estado está siendo invadido por México?

¿Es ese el plan? ¿Es esta la misión electoral suicida en la que se ha embarcado ahora el Partido Republicano de Texas?

Sólo puedo ver un motivo posible para seguir ese camino. Hay muchas maneras en que los políticos y los partidos políticos pueden llamar la atención, y es cierto que prenderse fuego, en general, logra el efecto deseado.

Un adulto debe tomar las riendas y sacarles los fósforos de las manos. Miren cómo el Partido Republicano de Texas está tratando a Patrick, quien es candidato a vicegobernador y está librando esa batalla con David Dewhurst, vicegobernador en ejercicio. Es decir, con guante blanco. Uno pensaría que los líderes del partido apretarían los tornillos de un individuo que suena como un doble agente, trabajando para el Partido Demócrata. Después de todo, son los demócratas los que se benefician cada vez que los republicanos se proponen obtener los votos de los nativistas, que sufren sofocos cada vez que piensan en los cambios demográficos.

Patrick, que trabaja en Houston como –¡qué sorpresa!— locutor de un programa radial de derecha, ha adoptado la misión de convencer a los de la Estrella Solitaria de que necesitan rechazar la ‘invasión’ de inmigrantes ilegales, que amenazan su estilo de vida.

En el mundo de Patrick, los inmigrantes ilegales fluyen a través de la frontera para robar a los ciegos de Estados Unidos y no ofrecer nada a cambio, aparte de lepra, tuberculosis y otras enfermedades contagiosas.

Cuando uno lo piensa, ése tipo de discurso no es sólo incendiario. Es demente. Para muchos estadounidenses, entre ellos muchos de los que viven en Texas, los inmigrantes ilegales no amenazan su estilo de vida. Todo lo contrario. Hacen posible un cierto estándar de vida. Cuidan a los ancianos, cortan el césped, lavan platos, cocinan, limpian la casa y la nariz de sus niños, mientras ellos están en el trabajo.

El Texas donde viví cinco años y el barrio en que residí, estaba lleno de piadosos estadounidenses que prácticamente se abalanzaban por contratar inmigrantes ilegales que hicieran los trabajos que los nativos no querían hacer —al menos por los jornales que sus empleadores estaban dispuestos a pagar.

Abre los ojos, Patrick. No estamos en medio de una invasión. Se trata de algo más fundamental: honestidad y sentido común. Concedido, nunca ha habido un exceso de esos atributos en la política —especialmente el tipo que se practica en Texas. Aún así, ¿no deberíamos requerirlos en nuestros funcionarios electos?

Si quieren hablar de la inmigración, háganlo. Pueden ser todo lo patrióticos que quieran. Pero no deberían cerrar sus cerebros.

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