En Siria, en primer lugar, no hagan daño

Actualizado
  • 19/07/2014 02:00
Creado
  • 19/07/2014 02:00
De hecho, los islamistas radicales han sido el núcleo de la oposición al régimen de Assad desde el principio, décadas atrás

La decisión de la administración Obama de solicitar 500 millones de dólares para adiestrar y financiar los elementos de la oposición en Siria fue recibida con un apoyo bipartidario en Washington. El consenso general es que si la administración hubiese actuado de esta manera tres años atrás, la situación en Siria no se hubiese convertido en una guerra civil sectaria. Pero, esta sabiduría convencional es errónea. La administración está sucumbiendo en el deseo clásico de Washington de ‘hacer algo’ ante la terrible situación sin una concepción clara acerca de si esto mejoraría o empeoraría el panorama.

‘El pueblo sirio inició esta revolución a través de manifestaciones pacíficas’, dijo el senador Lindsey Graham, R-S.C., quien sostiene que la pelea se ha tornado sectaria, ya que Washington actuó de manera pasiva mientras ésta seguía intensificándose.

De hecho, los islamistas radicales han sido el núcleo de la oposición al régimen de Assad desde el principio, décadas atrás. Hafez al-Assad, padre de Bashar, subió al poder en un golpe de estado en 1970 y fue el primer no sunita en gobernar el país. A fines de 1970 enfrentó la insurrección de un grupo islamista armado que se extendió a lo largo de las principales ciudades del país. Entre 1979 y 1981, asesinaron a más de 300 partidarios del régimen en Aleppo. Como consecuencia, Assad lideró campañas violentas que asesinaron alrededor de 2,000 oponentes islamistas.

El libro de Eugene Rogan titulado ‘The Arabs: A History’ ‘Los árabes: La historia’ (en español), relata la historia de un joven comandante alauita llamado Isa Ibrahim Fayyad, que durante esos años fue enviado a cumplir su primer misión a la cárcel de Tadmur. ‘Ellos abrieron las puertas de un pabellón para nosotros. Seis o incluso siete de nosotros, entramos y matamos a todos los que encontramos, unas 60 o 70 personas. Debo haber baleado a unos 15 yo mismo ... En total, aproximadamente 550 fueron asesinados’.

La campaña de terror islamista se expandió, llegando incluso a Damasco, en dónde, en noviembre de 1981 hicieron explotar un coche bomba en el centro de la ciudad, hecho por el cual 200 personas murieron y 500 resultaron heridas. Luego, en el año 1982, tuvo lugar la sublevación y espantosa masacre en la ciudad de Hama, en la cual entre 10,000 y 20,000 personas, incluyendo mujeres y niños, fueron matados brutalmente por tropas del gobierno. Desde ese entonces el régimen se ha preparado para enfrentar la guerra en contra de los islamistas y, estos últimos, se han organizado para sacar provecho de cualquier oportunidad para librar la guerra contra el régimen.

Siria ha sido una nación inestable desde su nacimiento. Entre su independencia en el año 1946 y el golpe de estado de Assad, hubo alrededor de 10 otros golpes de estado e intentos. A fines de la década del 70, ya estaba dividida en bandos, en gran parte definidos por los islamistas y su secta. Los poderes externos del Oriente Medio tales como, Arabia Saudita, Irak e Irán, han financiado, equipado y entrenado a los militantes de ambos lados durante un largo tiempo. En el 2011, las largas tensiones a punto de estallar, hicieron eclosión.

Según el director de Inteligencia Nacional, James Clapper, hoy en día hay unos 1,500 grupos separados de insurgentes en Siria, con alrededor de entre 75,000 y 115,000 insurgentes. Además, hay 75,000 combatientes extranjeros de países vecinos. Los grupos más fuertes son islamistas radicales: el estado islamista, Ahrar al-Sham y Jabhat al-Nusra.

Recordemos que potencias vecinas, tales como el gobierno turco, pasaron meses tratando de establecer una oposición siria moderada. Me encontré con algunos de sus líderes en Estambul, en el año 2012. Eran personas auténticamente liberales y democráticas. Desafortunadamente, estos individuos casi no tenían contacto con los grupos actuales combatiendo en Siria, mucho menos influencia sobre los mismos. Los esfuerzos de Turquía y de otros países fracasaron.

Sin embargo, ahora Washington ‘investigará’ esta extensa y dispersa oposición de 1,500 grupos y encontrará moderados. Buena suerte. Se puede apreciar la compleja tarea de Washington en la actitud norteamericana hacia el estado islamista. Cuando el grupo lucha contra el gobierno maliki en Irak, es el peor enemigo y debe ser despiadadamente atacado. Pero, cuando cruza el límite (no existente) entre Irak y Siria y se enfrenta al régimen de Assad, se alinea con el objetivo declarado por los Estados Unidos del cambio de régimen en Damasco. Ningún otro país posee esta incoherencia estratégica. Los grupos sunitas luchan contra lo que consideran como regímenes apóstatas en Bagdad y Damasco. Aquellos regímenes chiítas y cuasi chiítas son apoyados por las potencias chiítas de la región: Irán y Hezbolá. Estados Unidos por sí solo se encuentra en búsqueda de ‘los buenos’.

Teniendo en cuenta estos antecedentes, es difícil creer que tres años atrás, una modesta intervención estadounidense de armas y adiestramiento cambiaría los acontecimientos en Siria. Pero, ¿es factible creer que una modesta intervención norteamericana encontrará demócratas en el torbellino, los ayudará a obtener el triunfo frente a Assad y los radicales, y también a estabilizar a Siria? ¿O acaso es más probable que el nuevo activismo de Washington echará más leña al fuego desatado?

ANALISTA DEL WASHINGTON POST

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