Francisco: el Papa de los inmigrantes

Actualizado
  • 04/10/2015 02:00
Creado
  • 04/10/2015 02:00
Francisco tiene razón al decir que la situación para los inmigrantes en Estados Unidos siempre ha sido difícil

El papa Francisco es amado por todos, precisamente porque no cree ser nadie especial. Frustra a su guardia de seguridad aventurándose en las multitudes, mostrando bondad hacia los niños y los minusválidos.

Es un don singular de este pontífice anteriormente conocido como Jorge Mario Bergoglio. El papa San Juan Pablo II, feroz opositor del comunismo en su Polonia natal y en todo el mundo, tenía una rectitud moral de hierro. El Papa Benedicto XVI, ex profesor de teología, posee un intelecto de primera clase. Francisco cuenta con la bendición de poder conectarse con la gente común. Es eso lo que alimenta el ‘Efecto Francisco', que parece estar revitalizando a los católicos del todo el mundo.

Pero aunque Francisco es saludado como el Papa del pueblo, también es el Papa de los inmigrantes. Para él, los migrantes son verdaderamente especiales. Tal como destacó el Santo Padre durante su reciente visita a los Estados Unidos, todo aquél lo suficientemente valiente para dejar a su familia, amigos y patria, y emigrar a otro país debe ser apreciado y no desdeñado.

En su histórico discurso al Congreso, Francisco recordó que ‘en los últimos siglos, millones de personas han alcanzado esta tierra persiguiendo el sueño de poder construir su propio futuro en libertad' y que lamentablemente ‘los derechos de cuantos vivieron aquí mucho antes que nosotros no siempre fueron respetados.'

Podemos actuar mejor, afirmó el pontífice, recordando a los legisladores que ‘cuando el extranjero nos interpela, no podemos cometer los pecados y los errores del pasado', sino ‘vivir ahora en el mundo más noble y justo posible, mientras formamos las nuevas generaciones con una educación que no puede dar nunca la espalda a los ‘vecinos' y a todo lo que nos rodea.' Después de todo, concluyó Francisco, ‘construir una nación nos lleva a pensarnos siempre en relación con otros, saliendo de la lógica de enemigo para pasar a la lógica de la recíproca subsidiaridad'.

Más tarde, frente al Independence Hall en Philadelphia, Francisco reconoció que ‘entre nosotros hoy hay miembros de la población hispana de Estados Unidos, así como representantes de inmigrantes recién llegados a los Estados Unidos' a los que saludó con ‘mucho afecto'. Los que vienen a Estados Unidos de Latinoamérica a menudo lo hacen, dijo, ‘con un gran costo personal, pero con la esperanza de construir una vida nueva'. Hablando en español, advirtió a los recién llegados: ‘También están llamados a ser ciudadanos responsables y a contribuir provechosamente a la vida de las comunidades en que viven.' Finalmente, en la parte del discurso que obtuvo los mayores aplausos, el Papa dijo: ‘les pido que no olviden que, al igual de los que llegaron aquí antes, ustedes traen muchos dones a esta nación. Por favor, no se avergüencen nunca de sus tradiciones'.

Francisco tiene razón al decir que la situación para los inmigrantes en Estados Unidos siempre ha sido difícil, y los políticos no la hacen más fácil. Fue surrealista escucharlo pidiendo una acogida más cálida para los inmigrantes a los demócratas, quienes excusan al presidente Obama, que deportó a 2 millones de personas y detuvo a cientos de niños refugiados de América Central; y a los republicanos, que quieren que Obama expulse aún más inmigrantes mientras se niegan a imponer sanciones a los empleadores.

Los candidatos presidenciales no salen mejor parados. En el ala demócrata, Hillary Clinton el año pasado aconsejó enviar a los niños refugiados a su casa sin siquiera una audiencia y Bernie Sanders piensa que el concepto de fronteras abiertas es un complot republicano para reducir los jornales de los obreros estadounidenses. Entre los republicanos, Chris Christie quiere seguir la pista de los que se quedan más tiempo del que les permite la visa como si fueran paquetes de FedEx y Donald Trump planea construir una ‘gran, hermosa muralla' a lo largo de las 2,000 millas de la frontera mexicano-americana.

Pero Rick Santorum se lleva la palma. Mientras sus adversarios del Partido Republicano se concentran en combatir la inmigración ilegal, el ex senador de Pennsylvania está pidiendo que se limite también la inmigración legal.

Lamentablemente, no está solo. Están los estadounidenses que desean sellar la frontera mexicano-americana y deportar a todos los inmigrantes ilegales porque, dicen, la gente debe jugar respetando las reglas. Pero un número creciente quiere también limitar el número de inmigrantes legales, o imponer una moratoria a la inmigración de cinco años, para penalizar a los que juegan respetando las reglas. Bienvenidos al País de las Maravillas.

¿Cómo celebró Santorum, un católico devoto, la visita del Papa de los inmigrantes a su estado natal? Envió por tuit una foto de su hija, Bella, mientras Francisco la bendecía. Santorum debería haberse salteado el tuit y haber hecho caso al sermón.

THE WASHINGTON POST

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