Cerrar las brechas de género en el sector agrícola aumentaría en casi un billón el PIB mundial

Actualizado
  • 17/04/2023 00:00
Creado
  • 17/04/2023 00:00
Con su más reciente estudio sobre la situación de las mujeres en los sistemas agroalimentarios, la FAO plantea que abordar las desigualdades de género en este sector reduce el hambre, estimula la economía y refuerza la resiliencia ante crisis
Con la pandemia, el 22 % de las mujeres de los segmentos de los sistemas agroalimentarios perdieron su empleo en el primer año.

Cerrar la brecha de género y la brecha salarial en el empleo agrícola aumentaría el producto interior bruto mundial en casi un billón. Además, se reduciría el número de personas que padecen inseguridad alimentaria en 45 millones, según un nuevo informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) denominado la 'Situación de las mujeres en los sistemas agroalimentarios'.

En el documento se plantea que abordar las desigualdades de género en los sistemas agroalimentarios y empoderar a las mujeres en el sector reduce el hambre, estimula la economía y refuerza la resiliencia ante crisis tales como el cambio climático y la pandemia de la enfermedad por coronavirus.

Todo a razón de que a escala mundial, las mujeres trabajadoras están empleadas en los sistemas agroalimentarios por un 36 %; mientras que los hombres trabajadores, por un 38 %.

Sin embargo, la FAO sostiene que el papel de las mujeres tiende a estar marginado y sus condiciones laborales suelen ser peores que las de los hombres, en trabajos irregulares, informales, a tiempo parcial, poco cualificados o que requieren un uso intensivo de mano de obra.

El salario que reciben es de 82 céntimos por cada dólar que reciben los hombres. Además, son las que menos tienen seguridad en la tenencia de la tierra y menos acceso al crédito y a la formación, y tienen que trabajar con tecnologías diseñadas para hombres.Igualmente, en el estudio se confirma que las mujeres son más vulnerables a las perturbaciones climáticas y los desastres naturales, ya que la escasez de recursos y las normas discriminatorias de género dificultan su adaptación.

Por ejemplo, la carga de trabajo de las mujeres, incluidas las horas trabajadas en la agricultura, tiende a disminuir menos que la de los hombres durante las perturbaciones climáticas, como las situaciones de estrés térmico.

“Lograr unos sistemas agroalimentarios eficientes, inclusivos, resilientes y sostenibles dependerá del empoderamiento de todas las mujeres y de la igualdad de género. Las mujeres siempre han trabajado en los sistemas agroalimentarios. Es hora de que hagamos que los sistemas agroalimentarios funcionen para las mujeres”, dijo QU Dongyu, director general de la FAO, en el prólogo del informe.

En el informe también se señala que, cuando las economías se contraen, los puestos de trabajo de las mujeres son los primeros en desaparecer.

A escala mundial, el 22% de las mujeres de los segmentos de los sistemas agroalimentarios que se desarrollan fuera de la explotación agrícola perdieron su empleo en el primer año de la pandemia de la covid-19, frente al 2% de los hombres.

Se ponen de relieve que, aunque en la última década los marcos políticos nacionales han pasado a tener más en cuenta las cuestiones de género, la desigualdad de género en los sistemas agroalimentarios persiste, en parte porque las políticas, las instituciones y las normas sociales discriminatorias siguen limitando la igualdad de oportunidades y de derechos a los recursos.

En el informe se concluye que la reducción de las desigualdades de género en los medios de vida, la mejora del acceso a los recursos y el fomento de la resiliencia constituyen una vía fundamental hacia la igualdad de género, el empoderamiento de las mujeres y unos sistemas agroalimentarios más justos y sostenibles.

Esto implica subsanar las carencias relacionadas con el acceso a activos, tecnología y recursos. En el estudio se pone de manifiesto que las intervenciones para mejorar la productividad de las mujeres consiguen buenos resultados cuando abordan las cargas de los cuidados y el trabajo doméstico no remunerados, proporcionan educación y formación, y fortalecen la seguridad de la tenencia de la tierra.

El acceso a guarderías también tiene un notable efecto positivo en el empleo de las madres, mientras que los programas de protección social han demostrado aumentar el empleo y la resiliencia de las mujeres.

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