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- 27/05/2014 02:00
- 27/05/2014 02:00
Las acciones en Europa para controlar a Google, como la orden emitida este mes por un tribunal para el gigante de búsquedas permita a particulares decidir sobre los contenidos que aparecen en línea relacionados con su nombre, podría suponer un revés para los usuarios de internet en ese continente.
Sin embargo, al otro lado del Atlántico, en Estados Unidos, la propuesta de que los usuarios puedan editar los resultados de sus búsquedas en nombre de la privacidad ha suscitado críticas al tiempo que se le considera una idea que espanta; de difícil aplicación en el mejor de los casos, y un atentado contra la libertad de expresión, en el peor.
‘Los estadounidenses encontrarán que sus búsquedas están censuradas debido a las sensibilidades puritanas europeas’, dijo Stewart Baker, exsecretario adjunto de Política en el Departamento de Seguridad Nacional. ‘Nosotros seremos los grandes perdedores, los grandes ganadores serán los ministros franceses que desean tener el derecho a que se olviden a sus últimas amantes’, agregó.
Google, con sede en Mountain View, California, afirma que todavía intenta resolver cómo cumplir la orden que emitió el 13 de mayo el Tribunal de Justicia de la Unión Europea, según la cual la empresa debe responder a las quejas sobre la información privada que aparezca en las búsquedas.
La empresa debe decidir si el derecho de los usuarios a poder encontrar la información pesa más que el derecho de particulares a controlarla, con la preferencia otorgada a los particulares.
El fallo aplica a todos los motores de búsqueda que funcionen en la Unión Europea. Pero en la práctica, la decisión afecta a Google, dado que 90% de todas las búsquedas en línea se efectúan con el motor de esa empresa en el continente.
Google podría automatizar parcialmente el proceso, pero al final un particular podrá decidir el momento de la demonización de los resultados de la búsqueda en internet.
El fundador de Wikipedia, Jimmy Wales, un abierto crítico del fallo, lo describió a The Associated Press como una ‘violación tecnológicamente incompetente de los derechos humanos y un fallo de censura’.