El impacto va más allá de la venta final. Incluye la compra de telas, hilos perlas y otros insumos, creando una cadena de valor que dinamiza la economía...
- 01/11/2025 00:00
La llegada de noviembre no solo tiñe a Panamá de rojo, blanco y azul, sino que activa un motor comercial y cultural esencial: el de los artesanos. La venta de vestimenta típica tradicional se dispara durante las Fiestas Patrias, generando un esperado aumento de ingresos que, según algunos artesanos, puede rozar el 50 % en comparación con el resto del año.
Sin embargo, en esta temporada alta, los consumidores se encuentran con precios que reflejan tanto el arduo trabajo manual como el incremento en el costo de los insumos, como telas e hilos.
Para los artesanos del Mercado de Artesanía de Panamá Viejo, noviembre representa el punto culminante de su año. María Félix de Ortiz, una de las 30 artesanas con un puesto en este lugar, describe el fenómeno de manera contundente: “Yo estimo que mis ventas aumentarán casi al 50 % porque fuera de temporada normalmente no vendo mucho o nada, pero uno siempre tiene que venir todos los días por el cliente”.
La venta de vestimenta típicas genera un círculo virtuoso. No solo dinamiza la economía local con la venta directa, sino que, como señala la artesana Luzbet, el volumen de pedidos —alrededor de 60 ya solo al inicio del mes— implica la creación de nuevos empleos indirectos y la reactivación de toda una cadena de suministro de materias primas.
“Desde finales de octubre la venta y los pedidos han tenido movimiento. Actualmente, estoy trabajando alrededor de 60 pedidos para el comienzo de noviembre y puede que se extienda hasta diciembre”, destacó Luzbet.
El costo de la indumentaria varía drásticamente según la complejidad, el tipo de tela y la laboriosidad. Los artesanos son conscientes de que el público percibe un alza, pero lo justifican por la realidad del mercado.
Omar Cruz, otro artesano que forma parte del Mercado de Artesanía de Panamá, subraya esta problemática: “La tela ha subido, el hilo ha subido, todo ha subido el precio, entonces, nosotros tenemos que ponerle un precio que podamos ganar algo”.
En un recorrido por el Mercado de Artesanía de Panamá este medio pudo observar los precios que los artesanos están manejando para esta temporada: Por ejemplo, los trajes de mola para niños se encuentran entre $20 y $25, las molas como pieza están de $7 hasta $25, las montunas para niñas entre $15 y $50, camisola para adulto en $50, camisa tonosieña entre $15 y $40, la pollera chiricana de dama a $65, la pollera blanca de niña entre $150 y $250 y la de organza entre $200 a $450.
Para establecer un equilibrio entre la rentabilidad del artesano y el acceso del público, el Ministerio de Cultura (MiCultura) juega un papel orientador. La directora de Artesanía del Ministerio de Cultura, Davinia de Mares, explicó que el objetivo es incentivar a los artesanos a hacer “mejores trabajos a precios accesibles, pero guardando lo que nos dicta la norma.”
La directora de Mares enfatizó que la ley no establece precios fijos, sino que orienta para que sean rentables: “los precios varían propiamente de acuerdo a la técnica que hace el artesano. Siempre se mantienen a un precio equitativo [...] se hace un estudio de cómo es y cuál es el precio que va a llevar cada indumentaria que yo quiera sacar al mercado para la venta”, dijo.
Esta orientación busca que cada compra sea una cooperación directa con la identidad panameña, contribuyendo al “crecimiento y enriquecimiento de nuestro patrimonio cultural”.
Un factor clave en la fluctuación de precios es la dificultad para conseguir los insumos. La directora de Mares ejemplificó con el sombrero: “Es una técnica bastante difícil conseguir los materiales y muchas veces el artesano tiene que irse a otras áreas para poder conseguir el material. Esto justifica que un sombrero pintado pueda costar desde $75 hasta $400, dependiendo de la complejidad de la técnica de fibra utilizada”, mencionó.
En cuanto a la demanda, los artesanos reportan que los panameños buscan una mezcla de la vestimenta de gala y opciones más cómodas y frescas.
La artesana Félix explica que los varones buscan mucho la camisa tonosieña, que actualmente oscila entre los $15 y $40, dependiendo de la talla.
Mientras que en las mujeres, dijo, predomina la búsqueda de prendas cómodas como basquiñas y camisolas. Por ejemplo, agregó, que este año, en la basquiña chiricana y la chorrerana han visto un incremento en la demanda, posiblemente por su versatilidad.
Según la artesana, no solo se venden trajes completos, sino que la indumentaria se complementa con sombreros, cutarras, panitas y chácharas, que son esenciales para una apariencia auténtica. Sin embargo, advierte sobre la escasez y el alto costo de los sombreros en el interior.
Para aquellos que desean la indumentaria completa, el costo es una inversión en la tradición. Por ejemplo, Félix detalla que una indumentaria chiricana completa (camisa, falda) tiene un costo base de $65. Sumando accesorios esenciales como zapatos ($10), la cadena chata ($7) y una flor en la cabeza ($8), el costo mínimo de la vestimenta puede rondar los $125, sin contar la joyería fina tradicional que eleva significativamente el valor.
Una de las mayores preocupaciones de los artesanos es la proliferación de vestimentas tradicionales no originales en grandes almacenes y centros comerciales. La artesana Félix lo considera una “desventaja” que afecta directamente sus ingresos.
“Me gustaría que eso lo protegieran con alguna ley: que eliminen eso. Porque esto no solo pasa en noviembre, sino también en mayo cuando es el mes de la etnia negra”, señala.
Los artesanos entienden que los precios bajos de las imitaciones atraen a quienes tienen un presupuesto limitado, pero enfatizan la diferencia fundamental. Omar Cruz lo resume: “A veces uno por no querer gastar va a los almacenes y compra cosas que no son realmente originales”.
La directora Nacional de Artesanía indicó que la solución debe atacar el problema desde la raíz, ya que el problema son las entradas de estas mercancías que llegan por mar y que entran por avión. Recomendó que la mercancía que se logre detectar sea destruida para que no se dé esa duplicidad en el mercado nacional.
El mensaje final de los artesanos a los panameños es claro: apostar por lo auténtico es apostar por la patria. Como concluye el artesano Cruz, a pesar de la percepción, en centros como Panamá Viejo se puede encontrar mercancía “bien económica”, haciendo un llamado: “Pásense por acá, visítennos, estamos a la orden”.