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- 01/10/2018 02:00
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La pobreza y la desigualdad son dos temas muy importantes para el desarrollo de un país. Se convierte en tema de discusión entre sociedad, empresas y gobierno, porque todos entendemos que no podemos avanzar si continuamos agravando ambos flagelos sociales.
Aunque reconocemos la importancia que tienen, muchas veces confundimos los términos y solemos creer que van de la mano.
Hace poco se presentaron las cifras sobre el índice de pobreza dimensional en Panamá, que refleja una
baja en el índice de pobreza, pero es positivo aclarar que aún mantenemos la desigualdad.
Algo que no debemos descuidar, y procurar fomentar políticas públicas que mejoren las condiciones económicas y sociales de los más desfavorecidos.
Quizás te preguntes por qué hay que ayudar a los que menos tienen. Un país no disminuye la desigualdad porque disminuye su pobreza, y viceversa, no porque la pobreza disminuye es que seamos menos desiguales.
La importancia de la desigualdad es clave, recordemos que economías menos desiguales son sociedades que cooperan entre sí, están más cohesionadas y se ayudan mutuamente. Factor clave y determinante para el desarrollo económico.
Cuando hablamos de pobreza, nos referimos a la escasez o carencia de lo necesario para vivir. Se refiere a la situación de no satisfacer las necesidades básicas para una vida digna.
El porcentaje de personas en condición de pobreza multidimensional en 2018 es de 19.0%. En términos absolutos, se estima que en base a la población —4 millones de habitantes— en Panamá, unas 777,700 personas viven en condición de pobreza multidimensional.
Este estudio en mención mide 17 indicadores en cinco dimensiones distintas al ingreso, las cuales representan las principales carencias que sufren los hogares y personas en pobreza del país como: salud, educación, vivienda, servicios básicos y acceso a internet; ambiente, entorno y saneamiento y trabajo.
Por el lado de la desigualdad, se entiende como una circunstancia socioeconómica en la que un individuo o una sociedad son tratados de manera diferente por los demás sujetos de su entorno. Aunque se puede manifestar de múltiples formas, una de las más claras es el poder adquisitivo o por ingresos desiguales.
Panamá es uno de los países con alta desigualdad en la región, lo cual es importante destacar, desde la perspectiva que a pesar que la cantidad de pobres disminuyó aún se mantienen diferencias en cuanto a los ingresos de las personas, tomando en cuenta grupos con mayores salarios en comparación con aquellos que devengan menos. Esto en base a los datos estadísticos que nos reflejan que más del 60% de los panameños generan un salario de 800 dólares mensuales hacia abajo.
En este mismo sentido, estimaciones oficiales destacan que el 10% de las familias más ricas tenían el 37, 3 veces más ingresos que el 10% de las familias más pobres del país (2015). Datos del Banco Mundial confirman dichos datos con la lista de países con diferencias salariales significantes en la región, dentro de esta lista se encuentran: Honduras, que ocupa la posición 6 del mundo, seguido de Colombia (7), Brasil (8), Guatemala (9) y Panamá (10).
Las políticas educativas son una buena herramienta para reducir la desigualdad, principalmente cuando brindan cobertura y calidad educativa para aquellos más desfavorecidos, principalmente a grupos de personas con menores ingresos. La educación puede brindar mejoras en la formación y habilidades blandas, para generar empleos y mejorar los ingresos, rompiendo con el circulo a la pobreza.
De igual manera los subsidios bien focalizados, es decir, dirigidos a una población especial por un tiempo, mientras se mejoran las condiciones de vida de esa persona, logrando un efecto también en la mejora de los ingresos y acceso a necesidades básicas, como comúnmente se observa a nivel de salud integral.
No podemos pensar que, porque hemos logrado reducir los niveles de pobreza, hemos reducido la desigualdad. El coeficiente de Gini para Panamá en el año 2016 fue de 50. 8 (Banco Mundial), refleja el nivel de ingresos desiguales, y de igual manera la importancia de mejorar la inversión a nivel de las provincias, y en zonas rurales donde disminuye la calidad de vida, producto de falta de acceso a necesidades básicas y servicios públicos inadecuados e ineficientes.
Hay que aprovechar de manera eficiente nuestros recursos, y promover el crecimiento económico de manera sostenible, pero que el mismo también llegue a todos, principalmente a los que menos tienen y que tanto lo necesitan. Esto se logra invirtiendo a edades tempranas.
Las políticas educativas son una buena herramienta para reducir la desigualdad, principalmente cuando brindan cobertura y calidad educativa