Capitalismo de los accionistas estadounidenses, en tela de juicio

Actualizado
  • 22/03/2015 01:00
Creado
  • 22/03/2015 01:00
En su conjunto las pruebas parecen condenatorias. Los jefes corporativos disminuyeron las inversiones para llenar sus bolsillos

La última queja sobre las grandes corporaciones es que están devolviendo demasiado dinero a los accionistas por medio de los dividendos y la recompra de las acciones. Lo que deberían estar haciendo, dice esa crítica, es utilizar ese dinero para construir fábricas nuevas, crear productos nuevos y aumentar la investigación. Su tacañería, continúa ese argumento, es un motivo por el que la recuperación es débil. Cuando las empresas compran sus propias acciones, los precios tienden a subir —lo que favorece a los altos ejecutivos, cuyos paquetes de remuneración están ligados a los precios más altos.

Para decirlo en forma simple, el así llamado ‘capitalismo del accionista’ es un fracaso. Sirve a los intereses de los ejecutivos e inversores ricos, no a la población general.

Como con muchas acusaciones económicas, hay algo de verdad en ella —y mucha exageración. Veamos por qué. Es cierto que los dividendos y la recompra de acciones se han vuelto más populares. Entre las empresas del índice Standard & Poor 500, los dividendos de 2014 sumaron $350,000 millones y las recompras, $553,000 millones, señala Howard Silverblatt, de S&P. El total de $903,000 millones equivale a casi todas las ganancias de $917,000 millones reportadas para 2014 por las empresas de S&P.

También es cierto que las inversiones fueron débiles. La crisis financiera tuvo como resultado una caída del 20% en los gastos de inversión en Estados Unidos, informa un nuevo estudio del Banco de Pagos Internacionales (BIS, por sus siglas en inglés) en Suiza. Las empresas cancelaron proyectos para ahorrar efectivo y porque la demanda se debilitó. Las inversiones en Estados Unidos sólo alcanzaron el pico de 2007 (ajustado por la inflación) el año pasado. Muchos otros países, entre ellos Francia y Alemania, se mantuvieron por debajo de su pico de 2007, dice el estudio del BIS. Finalmente, muchos ejecutivos se enriquecen con los precios más altos de las acciones, porque sus opciones de acciones se vuelven más valiosas.

En su conjunto las pruebas parecen condenatorias. Los jefes corporativos disminuyeron las inversiones para llenar sus bolsillos. O así parece. El problema de esa acusación es que está basada sobre pruebas selectivas. Con más pruebas, el caso parece menos convincente.

Para comenzar, las inversiones menores son, principalmente, un reflejo de ‘la falta de oportunidades de inversiones rentables’, concluye el estudio del BIS.

La Gran Recesión disminuyó la demanda y creó una mayor incertidumbre. Las empresas están menos dispuestas a dedicar fondos en este clima más hostil y menos predecible. Tampoco los grandes pagos a los accionistas dejaron a las empresas sin efectivo, incapaces de explotar otros proyectos de inversión de lo contrario atractivos. A fines de 2014, las empresas de S&P contaban con lo que se calculó en $1.3 billones en efectivo y títulos de corto plazo, más del doble de lo que tenían en 2007, dice Silverblatt.

¿Estaríamos realmente mejor si las empresas financiaran proyectos dudosos, que produjeran artículos para los que habría poca demanda? Todo empuje inicial para un crecimiento económico podría ser contrarrestado más tarde cuando las empresas recortaran los gastos para minimizar las pérdidas y restaurar la rentabilidad.

En forma similar, la mayoría de los ejecutivos no favorecen automáticamente la compra de acciones por sobre los proyectos de inversiones, sostiene el profesor de Derecho de Harvard, Lucian Bebchuk, experto en corporaciones. Si tuvieran proyectos que fueran más provechosos que comprar acciones, se beneficiarían más personalmente, dice. Las empresas obtendrían más ganancias y los precios de las acciones así como la remuneración de los ejecutivos se elevarían aún más.

Lo que está pasando, dice Bebchuk, es que los fondos de inversión se canalizan de sectores de crecimiento lento a sectores de crecimiento rápido. Eso es lo que se supone que debe hacer el capitalismo: reasignar capital de empresas que no lo necesitan a empresas que lo necesitan. Algunas empresas compran de vuelta sus acciones, mientras otras, recaudan dinero vendiendo nuevas acciones a los accionistas. En 2013 y 2014, las empresas de Estados Unidos recaudaron $300,000 millones vendiendo acciones, informa el BIS, pero esa cifra se ve eclipsada por el gran volumen de las recompras.

Finalmente, los considerables dividendos y recompras de acciones también reactivaron el mercado de valores, contribuyendo a la confianza y a los gastos del consumidor —aunque no se sabe en qué medida.

El problema no es el capitalismo de los accionistas. Es la resaca de la Gran Recesión. Los consumidores están gastando menos y ahorrando más para protegerse a sí mismos contra futuras conmociones económicas; esa cautela hace que las empresas estén más a la defensiva, reduciendo los grandes proyectos de inversiones. Los dos se alimentan mutuamente. Es un círculo vicioso que ha sido difícil de quebrar.

THE WASHINGTON POST

La Gran Recesión disminuyó la demanda y creó una mayor incertidumbre. Las empresas están menos dispuestas a dedicar fondos en este clima más hostil y menos predecible.

Tampoco los grandes pagos a los accionistas dejaron a las empresas sin efectivo, incapaces de explotar otros proyectos de inversión de lo contrario atractivos.

También es cierto que las inversiones fueron débiles. La crisis financiera tuvo como resultado una caída del 20% en los gastos de inversión en Estados Unidos, informa un nuevo estudio del Banco de Pagos Internacionales (BIS, por sus siglas en inglés) en Suiza.

Las empresas cancelaron proyectos para ahorrar efectivo y porque la demanda se debilitó.

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