La gigantesca red de trenes y metros de Tokio, fiable como un reloj suizo

Actualizado
  • 18/09/2013 16:54
Creado
  • 18/09/2013 16:54
Centenares de estaciones, 26 millones de pasajeros diarios, una limpieza sorprendente, un personal amable y servicial y una puntualidad ...

Centenares de estaciones, 26 millones de pasajeros diarios, una limpieza sorprendente, un personal amable y servicial y una puntualidad casi perfecta. Bienvenidos a la red de trenes y metro de Tokio.

Es cierto que a las horas punta, unos expeditivos funcionarios empujan a los pasajeros para que los vagones vayan al 200%, pero nadie se queja abiertamente ni amenaza con dar un pisotón a su vecino.

En cambio, la puntualidad es casi perfecta, dice uno de los responsables de la empresa de transportes Tokyo Metro, una de las varias compañías que aseguran el transporte colectivo en la mayor megalópolis del mundo.

"Tenemos un margen de cinco segundos con respecto a los horarios" en cada llegada y cada salida, dice el conductor Shunsaku Hagita, de 27 años.

"Los trenes se suceden, dependiendo de las líneas, cada dos o tres minutos. Si hay un retraso, hay que recuperarlo", agrega.

"El metro forma parte integrante de la vida diaria en Tokio. Nuestros pasajeros esperan este nivel de seguridad y de puntualidad", señala Shogo Kuwamura, portavoz de Tokyo Metro, grupo que recibe la visita de numerosos representantes de compañías extranjeras.

La ciudad tiene dos operadores de metro, Tokyo Metro y Toei Subway, pero sus redes cruzan los de una multitud de empresas ferroviarias cuyos empleados y conductores cumplen con la misma fiabilidad, puntualidad y buen humor su trabajo.

Y es que un retraso mínimo en una línea puede tener un efecto dominó en el conjunto del tráfico y provocar peligrosas aglomeraciones en las estaciones donde se cruzan varias líneas.

Con 35 millones de personas, que usan en su mayoría trenes y metros una o varias veces por día, la capital nipona es la mayor aglomeración de la tierra.

Pero siempre hay cosas imprevisibles, como los suicidios, los seísmos, los tifones y otros caprichos de la naturaleza que obligan a parar los trenes o a espaciarlos.

En caso de retraso -incluso de menos de un minuto- los pasajeros reciben las informaciones y las disculpas oportunas cada minuto.

Pero si el factor humano contribuye a hacerle más agradable la experiencia al pasajero, la fiabilidad depende sobre todo de los ordenadores.

"Los metros están cada vez más regulados por ordenadores y supervisados por el centro de comando central para minimizar el error humano", dice Hagita.

La función del conductor consiste esencialmente en supervisar las pantallas y adoptar medidas en caso de emergencia. Pero la consciencia permanente de la importancia de la seguridad quizá radique en la rutina de sus gestos.

Los conductores, que llevan guantes blancos, anuncian cada uno de sus movimientos en voz alta, según la orden y las señales aprendidas y mil veces repetidas.Sin embargo, las compañías que están obligadas a confiar cada vez en las máquinas, empiezan a resentirse de la pérdida de vigilancia de sus conductores, al punto de que algunos se han visto reprendidos por usar sus teléfonos móviles con fines personales durante el trayecto.

En cada parada, el operador encargado de gestionar la buena marcha de los trenes, y que deja al conductor concentrarse en sus funciones, abre las puertas, sale de su compartimento en la parte trasera del tren para observar los movimientos de los pasajeros en los andenes antes de sonar para indicar que las puertas se van a cerrar.

De vuelta en su cabina, sigue asomado a la ventana hasta que el tren se va de la estación, saludando de paso a los colegas de la estación. Todo el mundo respeta el ritual, con los gestos, la cadencia y la voz.

Este espectáculo puede parecer ridículo y exagerado para los que no conocen la importancia que los japoneses le dan a la disciplina con los métodos enseñados de forma homogénea y que han demostrado su eficacia.

Pero los nipones respetan a estos hombres en uniforme que los niños imitan con admiración. Para los chavales japoneses, convertirse en conductor de tren es un trabajo soñado igual que convertirse en piloto de avión, policía o futbolista.

"He crecido viendo a los conductores de tren", dice Hagita, quien, cuando se case y tenga hijos, estará orgulloso, dice, de que su familia suba a su tren.

La ciudad de Tokio también está orgullosa de sus transportes, que es uno de los símbolos de la fiabilidad y de la seguridad en Japón y un argumento clave de su exitosa candidatura para organizar los Juegos Olímpicos de 2020, en detrimento de Madrid y Estambul, las otras ciudades candidatas.

Para entonces, el servicio mejorará y será más multilingüe, prometen las compañías.

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