¿Estado fallido o malas políticas?

Actualizado
  • 02/03/2009 01:00
Creado
  • 02/03/2009 01:00
En las últimas semanas la prensa ha recogido numerosas declaraciones de militares y políticos estadounidenses en el sentido de que Méxic...

En las últimas semanas la prensa ha recogido numerosas declaraciones de militares y políticos estadounidenses en el sentido de que México está a punto de ser un “estado fallido” debido al poder incontrolable de las cárteles de la droga. Se basan en la violencia sin fin que se ha desatado con la guerra contra las drogas, y el temor de que esta violencia empiece a invadir a su poderoso vecino del norte.

La definición de un estado fallido, elaborada por el Fund for Peace, es complicada pero incluye como características fundamentales la falta de control de la totalidad de su territorio y no mantener el monopolio en el uso de la fuerza. Dejando al lado problemas metodológicos, que no son menores, es evidente que México no cumple con los criterios mínimos para estar en esta lista y de hecho el país no está en la lista de los 60 países que conforman el grupo de focus rojos para el 2008. ¿Cómo se explica entonces la insistencia ahora en la ingobernabildad de México?

Echar la culpa a Mexico por la imposibilidad de controlar la venta y consumo de drogas prohibidas en Estados Unidos tiene varias ventajas para los gobiernos estatales y federal estadounidenses. Crea un imagen del crimen organizado relacionado al narcotráfico como algo ”externo” a la sociedad americana, una enfermedad que ataca a un organismo fundamentalmente sano desde afuera y por eso requiere de esfuerzos de protección y no de saneamiento interno— es decir, reformas profundas en las políticas de drogas y estrategias contra el crimen organizado a nivel doméstico.

Ésta es una imagen totalmente falsa e hipócrita. El gran negocio del narcotráfico en el hemisferio no pudiera existir sin el mega-mercado de Estados Unidos, la falta de control real en aduanas, la corrupción de las autoridades responsables, el lavado de dinero en las instituciones financieras, el trafico ilícito de armas, las grandes redes de venta en territorio nacional y la insistencia en la criminalización ineficaz de sustancias y sus consumidores. Mas preocupante que la autocomplacencia es el pretexto para la intervención que surge de esta definición. El anterior jefe de Seguridad Interna, Michael Chertoff, habló de un plan de contingencia en la frontera parecido al aumento de tropas y operativos que se aplicó en Irak en 2007. El Congreso estadounidense ahora esta a punto a designar fondos adicionales a la llamada “Iniciativa Mérida” para enviar mas equipo militar y programas de capacitación militar y policiaco a México en su lucha contra el “narco-terrorismo.”

Sin duda, México enfrenta un espiral de violencia sin precedentes en tiempos de paz. El año pasado mas de 5,000 personas perdieron la vida en el marco de la guerra contra las drogas. Se vive un clima de miedo e incertidumbre que no se resuelve con la presencia del ejército mexicano en las calles. No solo no se resuelve, la mayoría de los mexicanos creen que esta guerra, definida como tal, está perdida de antemano. En las zonas de concentración de las fuerzas de seguridad, como son las ciudades de la frontera norte, muchos ciudadanos se sienten en medio de fuego cruzado, amenazados tanto por los elementos de crimen organizado como por los mismos policías y soldados que han sido acusados de homicidios de civiles y violaciones de DDHH, y que con demasiado frecuencia colaboran directamente con los cárteles.

Mexico no es un estado fallido. Es un país que se encuentra en el callejón sin salida de una lucha frontal y militarizado contra fuerzas que prosperan de las políticas equivocadas de prohibición y confrontación. El crimen organizado no quiere reemplazar al Estado en sus legítimas funciones. Quiere defender a su negocio.

En este contexto, políticas que le quitan el lucrativo negocio de las manos del crimen organizado —prevención y tratamiento de adicciones, la posibilidad de descriminalización de ciertas drogas, participacion civil y gubernamental en la construcción de comunidades sanas— serían mucho mas efectivos. Solo con un cambio de estrategia en los dos países podemos esperar que la violencia no se generalice y que una situación critica no se deteriore cada vez mas.

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