La última vuelta de la tuerca

Actualizado
  • 18/04/2009 02:00
Creado
  • 18/04/2009 02:00
Aunque los 15 años resultan un momento especial para cualquier joven, para las Cumbres de las Américas su advenimiento presagia un momen...

Aunque los 15 años resultan un momento especial para cualquier joven, para las Cumbres de las Américas su advenimiento presagia un momento definitorio de su existencia. A pocas horas de haberse iniciado y ante un horizonte cargado de contradicciones, la celebración de la V Cumbre las Américas en la ciudad trinitaria de Puerto España parece condenada a negar las aspiraciones de sus creadores. Surgidas en 1994 en la ciudad norteamericana de Miami al calor de la oleada neoliberal y con la visión monopólica de Estados Unidos, los encuentros de jefes de Estado y Gobierno del hemisferio han concluido con declaraciones cargadas de propósitos loables y una retórica muy distante de la realidad de la región.

Diseñada con la finalidad de consolidar su dominación a través del extenso mercado previsto por el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) e impedir cualquier intromisión europea heredada de los cónclaves de mandatarios de Iberoamerica, las seis cumbres anteriores (dos de ellas extraordinarias) han conservado inalterable su tónica ilusoria, como si las penurias que padecen más de 800 millones de personas en la región más desigual del planeta y las transformaciones ocurridas durante la ultima década sucedieran en otras latitudes.

Después de 15 años de infructuosos intentos y en medio de la crisis que disemina la pobreza por todo el mapa, repetir los postulados del neoliberalismo en busca de una subordinación parece poco probable por la disminución de gobiernos seguidores de los dictados de Washington o incautos a quienes cambiar espejos por oro.

Según datos de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), a lo largo de los últimos tres lustros la región ha padecido el acelerado incremento de la pobreza, que el pasado año alcanzo los 23 millones de personas más que las existentes en 1994, al punto de colocar en límites extremos al 16.7% de los latinoamericanos, nivel que se duplica entre la población negra e indígena en países como Brasil, Bolivia, Guatemala o Perú, sin reparar en el impacto para Haití, la nación más afectada del hemisferio.

Con las experiencias de la aplastante derrota del ALCA en la Cumbre de hace cuatro años, efectuada en la ciudad argentina de Mar del Plata, los organizadores del evento, cuya paternidad pretenden endilgar a la maltrecha Organización de estados Américanos (OEA), están llamados a cancelar sus intentos de resucitar el el espíritu de la Doctrina Monroe en virtud de un panamericanismo reciclado.

Con temas como seguridad, energía y desarrollo sostenible en su agenda, el venidero encuentro augura un momento de definiciones en todos los sentidos tanto por la imposibilidad de reproducir el discurso original de las Cumbres anteriores como por la apremiante necesidad de un cambio.

La representación norteamericana, encabezada por el presidente Barack Obama, tendrá la difícil misión de conciliar intereses con realidades signadas por una economía azotada por los destructivos efectos de la crisis, de ahí que resulte imposible repetir promesas o esperar por una nueva versión de la Alianza para el Progreso con la que John F. Kennedy trató de frenar las influencias de la revolución cubana.

Pese a la separación de Cuba impuesta desde 1962 por la OEA, el debate en torno a la isla parece destinado a insertarse en la agenda de esta próxima Cumbre de las Américas, tanto por el llamado mayoritario a poner fin al bloqueo económico y financiero mantenido por el gobierno de Estados Unidos hacia la La Habana por casi medio siglo, como por las tendencias favorables a los procesos de integración de las naciones con grandes identidades.

Estas y otras contradicciones mantenían estancadas hasta hace pocos días las negociaciones en torno a 23 párrafos de la futura declaración de Puerto España, clara evidencia de que no soplan aires favorables para los agresivos acorazados de Teddy Roosevelt ni para las falsas promesas de una prosperidad invisible para los pueblos. Tal vez esta sea una tentativa de Estados Unidos de darle una última vuelta a la rosca.

Lo Nuevo
comments powered by Disqus