Las perspectivas del nuevo año para los cubanos

Actualizado
  • 02/01/2009 01:00
Creado
  • 02/01/2009 01:00
LA HABANA. El año 2009 que concluyó ha sido duro para la cotidianidad de los cubanos, con su carga de carencias ya abrumadoras y la expe...

LA HABANA. El año 2009 que concluyó ha sido duro para la cotidianidad de los cubanos, con su carga de carencias ya abrumadoras y la expectativa de que podían producirse algunos cambios que aliviaran su existencia.

Numerosos factores de orden externo como la crisis global y el bloqueo de los Estados Unidos, junto a otros internos como la falta de liquidez financiera y severos desajustes económicos por la falta de productividad y apatía laboral, gravitaron sobre la canasta básica familiar y sobre el desenvolvimiento de toda la sociedad. El PIB sólo alcanzó un escaso crecimiento de 1.4% frente al 6% pronosticado.

AJUSTES AL PLAN ECONÓMICO

Bajo el llamado de ahorrar combustibles y centralizar las divisas, se realizaron dos ajustes sucesivos al plan de económico que derivaron en medidas para apretar la tuerca. Entre las prohibiciones están el encendido de los acondicionadores aires, los frigoríficos en el sector estatal y la disminución del alumbrado público. También la eliminación “de gratuidades sociales” como los comedores populares en centros laborales, y otros subsidios.

El desabastecimiento se ha hecho sentir a lo largo del año con un sensible impacto en la red minorista en divisas convertibles (en ella el cubano con acceso a la divisa adquiere artículos de primera necesidad), por la falta de pagos a los proveedores extranjeros. Desde el papel sanitario que sólo se obtiene en pesos convertible (la divisa circulante) hasta el aceite vegetal y alimentos elementales como la salchicha que ya forma parte de la dieta cotidiana cuando se consigue, son algunos de los productos que escasean con cierta regularidad.

PUNTO DÉBIL: LA AGRICULTURA

La agricultura aún ni remotamente logra abastecer a su red de distribución, con producciones insuficientes en numerosos renglones de amplia demanda y con poca diversidad. La oferta que llega a los puntos de ventas muchas veces no tiene la calidad, ni la correcta presentación. Los precios que el productor fija son altos considerando el salario promedio de un trabajador.

En fin, transcurridos ya 51 años de la Revolución cubana, la solución definitiva de la alimentación de la población continúa siendo una asignatura pendiente de aprobación.

Ello genera no sólo agobio al tener que emplearse en su totalidad los ingresos mensuales de un núcleo familiar, que apenas alcanzan para la subsistencia (el ingreso promedio equivalente puede estar en $20), sino que deviene en una odisea la adquisición de los productos resultado del desabastecimiento que ni a veces en el mercado informal logran encontrarse.

UN SISTEMA BUROCRÁTICO Y LENTO

La isla sufre un mal que no se sabe cómo se resolverá, que es su abultada burocracia estatal, cardo de cultivo para la apatía reinante, la desidia y para que el sistema funcione con la lentitud que fue diseñado.

Pero no menos prometedor empieza el 2010 aún después de haberse hecho oficial la decisión del gobierno de descentralizar las finanzas, con lo que muchas de las empresas ineficientes podrían desaparecer si no son capaces de autofinanciarse.

Hasta ahora el país funcionaba con la política del “gran saco”, en el que todos metían sus utilidades y pedían luego de acuerdo a sus necesidades. El Estado, como gran administrador, repartía según una lista de prioridades, políticas, sociales e incluso económicas.

Este mecanismo adolece de muchos inconvenientes pero el peor es que apuntala a las empresas ineficientes con los dividendos que aportan los sectores rentables.

LA CARA DEL 2010

Diversos factores externos e internos, ensombrecen las perspectivas de una mejora económica visible para la población en este año nuevo. El bloqueo estadounidense, con su pesada carga de medidas multilaterales que impiden el acceso a otras fuentes de financiamiento externo; las consecuencias de la crisis económica global —que aun se harán sentir, pese a los vaticinios de recuperación—, la falta de liquidez; y una sostenida ineficiencia e improductividad son factores que caracterizarán la economía cubana.

La isla ha adoptado numerosas medidas que le han permitido disminuir la cadena de impagos a sus proveedores y se propone estudiar las propuestas de inversión extranjera, con el fin de no favorecer una propuesta externa, si es posible realizarla con fondos propios.

En el orden social, el desánimo y la apatía se reproducen afectando notablemente el deseo de trabajar y por tanto de alcanzar eficiencia y productividad. El salario continuará gravitando en la día a día y será el termómetro con que se mida la temperatura de la sociedad en el 2010.

El año llegó sin la esperanza de que el gobierno de Raúl Castro flexibilice el trabajo por cuenta propia y la insoportable agonía de los trámites migratorios para sus nacionales, entre otras muchas trabas del largo expediente de prohibiciones que a viva voz comenta el ciudadano de a pie.

Todo parece indicar que el 2010 amenaza ser un año tan sombrío como el 2009.

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