Migrantes del Mediterráneo, rehenes de la crisis entre España y Marruecos

Actualizado
  • 21/05/2021 00:00
Creado
  • 21/05/2021 00:00
Madrid calificó de “chantaje” de Marruecos el descontrol migratorio en la ciudad de Ceuta por posturas en el conflicto Saharaui, mientras Rabat dice que España se “coordina con sus adversarios”
Unos 8 mil migrantes marroquíes intentaron cruzar a la ciudad española de Ceuta. De estos, al menos unos 5,600 fueron devueltos a Marruecos.

El cruce repentino y masivo de cerca de 8 mil migrantes marroquíes y subsaharianos por el paso del Tarajal, en la ciudad española de Ceuta, se ha convertido en el más reciente foco de tensiones entre Madrid y Marruecos.

Ubicada a orillas del estrecho de Gibraltar, este territorio europeo enclavado en el norte de África ha sido históricamente un punto de tránsito de migrantes irregulares que intentan cruzar a Europa.

El problema vino con el aumento súbito del flujo en tan poco tiempo, una situación que desde España consideran es una suerte de “presión” de Rabat ante sus recientes posturas en torno al problema del Sahara occidental.

Según medios locales, desde el pasado domingo se empezaron a acumular personas en los diferentes puntos que rodean la ciudad puerto; el martes ya superaban los 7 mil, cruzando los espigones que separan ambos territorios, esto con la “pasividad” de las fuerzas de seguridad marroquíes.

Para el miércoles la situación estaba fuera de control, con miles de personas cruzando, incluyendo familias enteras junto con sus niños, muchos exhaustos y deshidratados; recibiendo ayuda humanitaria de organizaciones de derechos humanos, por un lado, y gases lacrimógenos de las fuerzas militares españolas, por el otro.

Migrantes, baza política

Aunque el paso de migrantes por esta zona no es nuevo, ni tampoco una crisis humanitaria de este tipo, los tiempos políticos en los que se dieron los hechos apuntan a una retaliación por parte de Marruecos, luego de que Madrid autorizara que el presidente de la República Árabe Sarahui Democrática y líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, se atendiera en España tras ser diagnosticado con covid-19.

Como uno de los más antiguos conflictos coloniales, congelados en el tiempo y sin salida a la vista, la situación del Sahara occidental, siempre ha sido un punto de tensiones para España, que ocupó la zona hasta la muerte del dictador Francisco Franco y la transición democrática en el país. Después de eso, Madrid abandonó esos territorios habitados por los saharauis y estos fueron anexados por Marruecos en 1975, lo que desembocó en una guerra que no terminó hasta la negociación de una tregua al amparo de las Naciones Unidas en 1991.

Desde entonces, los saharauis reclaman su derecho a ser un país independiente, mientras Marruecos se niega a abandonar la región y también la reivindica como suya.

A través del Consejo de Seguridad de la ONU se acordó crear la Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum del Sahara occidental (Minurso), un acuerdo entre marroquíes y saharauis, en el que se daría un consulta para saber si los habitantes de los territorios reclamados optaban por la independencia o ser parte de Marruecos.

Desde 1991 se espera realizar el referéndum, una solución que Rabat rechaza y que se mantiene estancada ante le inacción de la comunidad internacional.

De allí que la llegada de Ghali a España, que históricamente ha mantenido una posición laxa a favor de Marruecos, haya despertado el malestar en Rabat y utilizado el tema migratorio como una forma de “presionar” a Madrid, según algunos analistas.

Este jueves, la ministra española de Defensa, Margarita Robles, aseguró que su país “no va a aceptar chantajes” y defendió la acogida de Ghali por “razones humanitarias”.

“Lanzar a menores de la manera como lo ha hecho, incumpliendo cualquier norma de derecho internacional, poniendo en riesgo la vida de menores de su propio país (...) es de enorme gravedad”, puntualizó Robles en una entrevista para la cadena radial RNE.

La Comisión Europea también se posicionó en respaldo a España y pidió una salida diplomática al impase entre ambos países.

“Nuestra política migratoria no depende de las presiones que unos u otros traten de ejercer sobre la Unión Europea”, dijo Eric Mamer, portavoz jefe de la comisión, en la que pidió a Marruecos que “siga comprometido” en frenar la salida de migrantes irregulares.

Por el momento la monarquía marroquí mantiene silencio. Hasta la fecha, la única declaración oficial ha sido la de su embajadora en España, Naser Burita, que fue llamada a consultas el pasado martes.

“Si hay crisis con España, es porque los españoles prefirieron coordinarse con nuestros adversarios y contra los sentimientos del pueblo marroquí”, dijo Burita en declaraciones recogidas por la agencia EFE.

Para este jueves, aunque las tensiones diplomáticas persisten, la frontera hispano-marroquí recuperó la calma, con una fuerte presencia militar española desplegada en diversas zonas de Ceuta.

De las poco más de 8 mil personas que intentaron cruzar la región, unos 5,600 fueron devueltos a Marruecos, mientras que otros siguen a la espera de resolver su situación migratoria.

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