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80 años de un legado: la Jurisdicción Contencioso Administrativa en Panamá
- 11/02/2023 00:00
“Cuando se cierran las puertas de la legalidad, se abren las de la violencia”.
Esta frase del gobernante peruano Samanez Ocampo (1931) bien podría describir la constante preocupación del doctor José Dolores Moscote por impulsar la Educación y el Derecho, instrumentos que consideraba esenciales para el sostenimiento de la Democracia y para neutralizar intentonas golpistas que generasen la calamidad de pervertir la Justicia y las Leyes.
Szok (2012) considera que la labor educativa del doctor Moscote -en el plano universitario como escolar- contribuyó, junto con otros próceres del Istmo, a forjar una identidad panameña inclusiva, mestiza y solidaria. Por su parte, Devés-Valdés (2007) señala que la labor del doctor Moscote se inserta en la red política-intelectual latinoamericana que, en la tercera y cuarta décadas del s. XX, buscaba su propio eslabonamiento con nociones tales como soberanía, no intervención, autodeterminación e independencia, en un movimiento que involucraba a importantes figuras como Gabriela Mistral, Vasconcelos o Haya de la Torre. Al igual que ellos, el doctor Moscote siempre advirtió del peligro para la Democracia del peso símbólico-afectivo del carisma populista. De otro lado, los juristas Giannareas y Rodríguez (2017) destacan su enfoque doctrinal y califican sus aportes (el “progresismo liberal”) como esenciales para el desarrollo del constitucionalismo social en Panamá.
Siguiendo a Giannareas (2017), muestra que “Moscote valora positivamente el hondo arraigo que tiene en el constitucionalismo de nuevo cuño 'el pensamiento de que la educación de la juventud es un negocio primordial del Estado que no debe seguir por más tiempo expuesto a las circunstancias contingentes de leyes, determinadas casi siempre, por los cambios temperamentales que las luchas de partido producen en los políticos, ni mucho menos sujeto a intereses sectarios de carácter disociador' (Moscote, 1960)”.
La trayectoria del doctor José Dolores Moscote está sembrada de importantes realizaciones en el campo de la formación educativa y de la capacitación jurídica. Desde el Perú se le mira con respeto y se le considera ligado a tres monumentos que contribuyeron a fortalecer la panameñidad: la constitución de 1946, la universidad de Panamá y el establecimiento de la jurisdicción contencioso administrativa.
“En Panamá esta jurisdicción especial llegó a existir sólo a partir de 1943, en virtud de la Ley 135 de ese año, que daba cumplimiento a lo previsto en los artículos 190, 191 y 192 de la Constitución de 1941 […] Tanto en la redacción de las normas constitucionales como en la legislación de 1943 jugó un papel importante el jurista Dr. José Dolores Moscote […] Posteriormente la legislación se completó en 1946, una vez ya había empezado sus labores el Tribunal de los Contencioso Administrativo, cuya sesión inicial fue el 1 de junio de 1943” (Hoyos, 2003; Vásquez Reyes, 2021).
El doctor Moscote, como Montesquieu, era consciente que el impulso de la jurisdicción contencioso administrativa no solo fortalecía a uno de los pilares de la Democracia -el Poder Judicial-, sino que evitaría la decadencia de los principios sobre los que la joven República, la nación panameña, fue fundada.
Cuando en 1980, en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, en Perú, en un contexto de transición democrática, se desarrolló un coloquio sobre “La Vida ejemplar de Justo Arosemena”, obra del doctor Moscote y Enrique Arce, la efervescencia del momento llevó a rendirle un homenaje espontáneo por su compromiso intelectual llamándosele preclaro jurista que se adelantó a su tiempo al establecer un régimen jurídico que, incluso, Francia adoptaría después, como lo demuestra el estudio de Hoyos (2003). En esa oportunidad, el estudiantado peruano llamó al doctor Moscote 'un servidor de la Patria, de sus leyes y de sus instituciones' y en otro momento se dijo de él, 'comprometido con las normas morales y las reglas jurídicas, los principios de la Ley y las disposiciones de la Constitución, con la enseñanza del Derecho y los principios de la Democracia, en suma, un panameño que impulsó el pacto mismo de la dignidad de las personas y los postulados de la civilización buscando una revolución social desde las canteras de la norma constitucional'.
Pronto se cumplirán 67 años de la luctuosa desaparición del maestro Moscote y, en junio, 80 años de su principal corpus jurídico. El legado del doctor Moscote, constituyendo la justicia contencioso administrativa dentro del aparato del Estado, adquiere una importancia crucial en el futuro del Estado de Derecho (Hoyos, 2010). Y, como señaló Montesquieu en su tiempo, preservarla de arbitrariedades sigue siendo una prioridad porque “una injusticia hecha al individuo es una amenaza hecha a toda la sociedad”. Afortunadamente, como dignos herederos del doctor Moscote, la probidad y alta formación del doctor Carlos A. Vásquez Reyes y del calificado cuerpo de magistrados supremos que conforman la Sala, nos dan esa garantía.