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- 19/12/2019 00:00
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La Cámara Baja de EE.UU. celebra este miércoles una sesión histórica para someter a votación si se abre o no un juicio político en el Senado al presidente del país, Donald Trump, por presiones a Ucrania.
Se presume que el mandatario estadounidense presionó para que Ucrania investigara a su rival, el exvicepresidente Joe Biden, precandidato demócrata a las elecciones de 2020, y a su hijo Hunter por presunta corrupción.
Con toda probabilidad el voto a favor de iniciar un proceso de destitución saldrá adelante en la Cámara de Representantes debido a la mayoría demócrata existente, aunque no tiene visos de alcanzar una decisión contraria a Trump en la Cámara Alta, controlada por los republicanos.
A grandes rasgos, un juicio político es un proceso mediante el cual el poder Legislativo puede destituir a un presidente si considera que ha cometido un crimen.
Según refleja la Constitución estadounidense, el presidente, el vicepresidente y todos los funcionarios civiles "serán destituidos de su cargo por acusación y condena por traición, soborno u otros crímenes y delitos menores".
Dada la amplitud de la definición, el Congreso puede iniciar el proceso debido a una actividad criminal, abuso de poder o cualquier otra presunta infracción.
Normalmente es el Comité Judicial de la Cámara Baja el que inicia los trámites y emite una resolución con los cargos políticos a "juzgar" contra el presidente, que después deben ser votados por la Cámara de Representantes y eventualmente por el Senado.
Las acusaciones, denominadas artículos del juicio político (artículos of impeachment), son enviadas al pleno de la Cámara Baja, donde se debaten y votan.
Si alguno de los cargos políticos es aprobado por mayoría simple el presidente será sometido a un "impeachment"; una condición que no supone que este abandone sus funciones oficiales, en espera de la decisión final de los senadores. Como los demócratas tienen una mayoría de 235 a 198 en la Cámara Baja es muy probable que prosperen los cargos políticos contra Trump.
Una vez cumplido el primer trámite en la Cámara de Representantes, el Senado recibe los artículos del juicio político y se consensúan las reglas y procedimientos que se seguirán.
El juicio político propiamente dicho se celebra en el Senado. Durante el proceso, la cámara es dirigida por el presidente del Tribunal Supremo y los senadores actúan de jurado, mientras que un grupo de legisladores elegidos en la Cámara Baja hacen de "fiscales" o de los llamados "encargados de la acusación"
Al inicio del proceso, cada senador debe jurar, al igual que hacen los miembros del jurado en un juicio ordinario.
Por su parte, los "fiscales" son propuestos por el jefe de la Cámara Baja, en este caso la demócrata Nancy Pelosi, y ser aprobados por el pleno de dicha cámara. Respecto a su número no hay restricciones.
Una vez que el "impeachment" arranca transcurre de manera similar a un juicio tradicional: los fiscales comienzan con una declaración inicial, seguida de la de los abogados del presidente.
El testimonio de testigos ante el Senado es posible, pero en el caso de Trump todavía la Cámara Alta tiene que decidir si los permitirá.
Por otro lado, no existe ninguna obligación de que el presidente comparezca durante el juicio político.
A lo largo del proceso, los senadores escuchan los argumentos, al igual que hace un jurado ordinario. Si tienen dudas, pueden enviar sus preguntas por escrito para que sean formuladas por el presidente del Senado.
Después de que cada parte exponga sus argumentos finales, comienzan las deliberaciones en una sesión a puerta cerrada y cuando acaban, el Senado vota en público y por separado cada cargo político.
Se necesitan dos tercios para declarar culpable al presidente y, si no, sería exonerado.
Los republicanos tienen la mayoría en el Senado con 53 de los 100 escaños. De manera que el juicio político contra Trump solo podría salir adelante si una veintena de senadores republicanos cambiaran bando y votaran con los demócratas, algo que de momento parece poco probable.
La Cámara Baja ha imputado políticamente a diecinueve personas, la mayoría jueces federales.
En el caso de los jefes de Estados, dos han sido los presidentes que han afrontado un juicio político y han sido absueltos: los demócratas Andrew Johnson, en 1868; y Bill Clinton, entre 1998 y 1999; mientras que un tercer mandatario, Richard Nixon, encaró cargos políticos pero no fue sometido a un "impeachment" ya que renunció en 1974 tras el escándalo del "Watergate".
Nixon dimitió antes de terminar su segundo mandato y después de que el Comité Judicial de la Cámara Baja aprobara tres "artículos de impeachment", pero antes de que el pleno de esa misma cámara votara para imputarlo y abrir un juicio político.
Tanto Johnson (1865-1869) como Clinton (1993-2001) fueron absueltos de las acusaciones que se vertieron en su contra.
El caso más controvertido de la edad moderna, el de Clinton, ocurrió a raíz del escándalo sexual de la becaria de la Casa Blanca Monica Lewinsky en 1998, pero logró salir airoso con el voto a favor de su absolución de 55 de los 100 senadores respecto al cargo por perjurio, y obtuvo un empate en el cargo presentado en su contra por obstrucción a la justicia.