El barrio de Chualluma en Bolivia, es único en la ciudad de La Paz ya que todas sus paredes están pintadas de colores que resaltan los rostros de las cholas,...
- 15/12/2019 14:13
- 15/12/2019 14:13
Un águila nazi reposa en la Fortaleza del Cerro, una dependencia militar del Estado uruguayo. Este fue uno de los restos rescatados del fondo de la bahía de Montevideo, donde descansa el armazón del imponente acorazado Admiral Graf Spee, hundido en 1939, hace ahora 80 años.
Tras la derrota ante los británicos en la Batalla del Río de la Plata, que tuvo lugar en Punta del Este (sureste de Uruguay) el 13 de diciembre de 1939, el navío germano se dirigió al puerto montevideano para reparar los daños sufridos y enterrar a sus caídos en combate.
Sin embargo, el desenlace fue otro. Tras las 72 horas marcadas como plazo por las autoridades uruguayas para abandonar la costa montevideana, el capitán Hans Langsdorff hizo explotar el 17 de diciembre el barco para impedir que cayera en manos enemigas.
Durante las décadas transcurridas, muchas fueron las personas interesadas en los restos hundidos en las profundidades de la bahía de Montevideo. Entre ellas, el empresario Alfredo Etchegaray y el investigador Daniel Acosta y Lara explican a Efe cómo, ante la curiosidad por conocer qué se oculta en ese impresionante navío de guerra, emprendieron un arduo camino de rescate.
El Graf Spee era el orgullo de la Kriegsmarine (Marina bélica) de la Alemania nazi y, durante los primeros meses de la Segunda Guerra Mundial, sembró el pánico como corsario en las rutas comerciales del Atlántico Sur.
Etchegaray explica que tiene unos 40 cajones con miles de documentos sobre el navío. Su obsesión por conocer cada detalle sobre este acorazado le llevó a recopilar fotos, vídeos, planos, documentación académica e incluso recortes de diarios y revistas que trataron el tema.
Su relación con el barco comenzó hace varias décadas y en 2004 logró retirar el impresionante telémetro que hoy se exhibe en las instalaciones del puerto de Montevideo.
Dos años después el equipo de trabajo descubrió el águila de bronce, con sus alas extendidas, de más de 300 kilos, dos metros de alto y 2,8 de ancho ubicado en la proa del navío. La esvástica en la zona inferior provocó "una repercusión en la prensa de todo el mundo", comenta.
"Se decía que había la posibilidad del águila, que la podían haber retirado los alemanes en forma secreta; también los ingleses que tuvieron buzos trabajando allí. Sin embargo, el águila estaba allí con sus bulones y en muy buen estado", recuerda.
Por su parte, Acosta y Lara, experto en la historia del barco y autor del libro "Graf Spee. 1939-2009 De Wilhelmshaven al Río de la Plata", cuenta que comenzó investigando la artillería alemana y luego se integró al grupo de Etchegaray para aportar su conocimiento.
Describe como "impresionante" el momento de extraer el águila de las marrones aguas del Río de la Plata y acota que fue él quien propuso cubrir la esvástica -cuando se exhibió públicamente la pieza- por la sensibilidad que despierta en la comunidad judía.
"Emotivamente para mí tuvo un efecto impresionante ver surgir el águila. No porque tenga ningún tipo de inclinación por las imágenes nazis, todo lo contrario. Cuando me preguntan del barco digo que estuvo bien hundido y siempre me interesa aclarar eso", subraya.
Acosta y Lara asegura que no es posible retirar del río el barco en su totalidad porque está muy deteriorado y el buceo en las costas montevideanas "es ciego totalmente".
Ambos resaltan su orgullo por haber logrado, con la colaboración del buzo Héctor Bado (fallecido en 2017), esta pieza de valor incalculable y las dificultades para poder decidir sobre su destino.
Desde su extracción, el águila ha pasado por idas y vueltas y quienes la sacaron no pueden acceder a ella, ya que es custodiada por el Ministerio de Defensa Nacional en la Fortaleza del Cerro de Montevideo.
El miedo por que se use para venerar la simbología nazi ha hecho que las autoridades uruguayas se resistan a autorizar su venta.
Aunque su valor es inmenso, Etchegaray asegura que hay interesados en adquirir la pieza y ninguno pertenece a grupos neonazis sino que, por el contrario, son académicos o personas que quieren donar la pieza al Museo del Holocausto.
La situación fue puesta en manos de la Justicia, que decidió meses atrás que el Ministerio debía dar las condiciones para que se vendiera.
Una vez vencido el plazo para la apelación de la cartera de Defensa y, tras un proceso de negociación entre ambas partes, el asunto está en manos del presidente de Uruguay, Tabaré Vázquez, quien se espera que emita "un decreto que beneficia con recursos económicos al Estado y además cumplen con el contrato y el dictamen de la Justicia", explica Etchegaray.
El empresario afirma que se quedó con ganas de ir en busca de más restos, pero le ha costado conseguir la autorización del Gobierno.
"El barco está escorado, en muy mal estado pero no importa, hay que dejarlo que se vea. No es el barco, es todo el contexto cultural, cómo era Montevideo", explica.
Para el empresario, la reflexión "es de las cosas más importantes", ya que ayuda a no cometer errores del pasado y con ese espíritu considera que este elemento debe ser expuesto para que la gente tome conciencia sobre las atrocidades del nazismo.