• 02/11/2025 18:25

El importante incremento del despliegue militar en el Caribe y los repetidos ataques sobre supuestas narcolanchas por parte del Gobierno de Donald Trump han incrementado la incertidumbre sobre los planes de esta Administración para con Venezuela y las implicaciones que pueda tener para América Latina en conjunto.

En los últimos días Washington ha anunciado el envío a la región de su mayor y más sofisticado portaaviones, el USS Gerald Ford, para completar el mayor despliegue de su Armada desde la Guerra del Golfo, mientras sigue volando por los aires de manera sumaria embarcaciones que asegura que transportan drogas a EE.UU. y repite el mensaje de que el Gobierno de Nicolás Maduro tiene vínculos con el narco.

Para Eric Hershberg, profesor de la American University de Washington y exdirector de su Centro de Estudios Latinoamericanos y Latinos, hay varios factores que crean la base para este importante incremento de la presión sobre Venezuela.

Hershberg recuerda en una entrevista con EFE que “Trump parece tenérsela jurada a Maduro”, ya que, según lo escrito por el exasesor de Seguridad Nacional John Bolton, insistió en su primer mandato en lanzar una ofensiva militar -opción que desaconsejaron los miembros de aquella Administración- para acabar con su Gobierno y tener acceso a las reservas de crudo venezolanas.

Al hecho de que Trump nombró esta vez secretario de Estado a Marco Rubio, “alguien obsesionado con hacer avanzar a la derecha en Latinoamérica”, el académico suma además otra obstinación del trumpismo que compartía la Administración Biden: la de la competencia con Pekín, uno de los grandes aliados de Caracas, en la región.

Aún así, Hershberg cree que la posibilidad de que Trump ordene próximamente acciones militares para sacar a Maduro del poder “aún está por ver”.

“Podemos decir que la campaña de traer activos al Caribe busca intimidar al Gobierno Maduro”, admite, antes de recordar que los Gobiernos de Trump y otros anteriores “han fracasado consistentemente en sus políticas” para con el chavismo.

Por su parte, James Mahon, profesor de ciencias políticas especializado en Latinoamérica en Williams College, ve más posibilidades de que haya ataques estadounidenses sobre territorio venezolano y que el plan del magnate neoyorquino incluso resulte exitoso.

“Creo que está buscando una victoria fácil en política exterior. Y esta puede ser una victoria más fácil comparado con Medio Oriente o Ucrania”, asevera.

Mahon señala que muchos países dentro y fuera de Latinoamérica aplaudirían una salida de Maduro y que el trumpismo podría sumar otra victoria si en Venezuela llega “un Gobierno que coopere más (con Washington), por ejemplo si sube al poder un Ejecutivo liderado por (María Corina) Machado”.

El profesor de Willams College no cree, en todo caso, que se vayan a desplegar tropas estadounidenses en Venezuela, y apuesta por el supuesto plan del que informaron el Miami Herald o The Wall Street Journal: ataques sobre puertos o aeródromos militares que Washington pueda decir que se usan también para hacer envíos de droga.

De este modo, Mahon considera que el Ejecutivo estadounidense podrá argumentar que en realidad está “defendiendo EE.UU” porque está atacando a los cárteles de la droga e incluso protegiendo al país de oleadas de inmigrantes al recordar que “el Gobierno de Maduro es tan ‘malvado’ que ha forzado a millones de sus ciudadanos a abandonar Venezuela”.

“Creo que van llevar a cabo ataques (contra activos militares) e ir comunicándose con instancias en Caracas y decir ‘vamos a seguir hasta que nos entreguen a Maduro’”, afirma.

Los lazos Latinoamérica-China

La necesidad de reducir los lazos China-Latinoamérica subyace en la actual estrategia estadounidense contra Maduro pero los académicos consultados creen que el plan, independientemente de su resultado, podría tener consecuencias nulas o incluso contraproducentes en este área.

Herschberg tiene claro, por ejemplo, que el presidente argentino Javier Milei, gran aliado de Trump, “no va reducir las relaciones con China, como tampoco lo hizo Jair Bolsonaro (otro gran socio trumpista) cuando fue presidente en Brasil”.

“A largo plazo no puedes cambiar el que los países latinoamericanos son exportadores de materias primas que China, su principal socio comercial, compra. Algunos países pequeños podría reducir lazos con Pekín pero en términos generales Latinoamérica va a seguir dependiendo cada vez menos de EE.UU., sobre todo cuando el mensaje que lanza el comportamiento de Trump es “diversifiquen sus relaciones diplomáticas”, concluye.

Mahon estima que la actual campaña en el Caribe está “arruinando” la relación estadounidense con Colombia, “la más productiva con ningún otro país latinoamericano en 25 años”, y cree que incluso se va a acelerar la cooperación militar en la región con China porque Washington “está mostrando que puede pasar en nada de ser tu aliado a descalificarte e incluso amenazarte, como ha pasado con (Gustavo) Petro”.

Pescadores venezolanos, entre el miedo y la crisis

Güiria y Cumaná son dos poblaciones pesqueras en el estado venezolano de Sucre (noreste) separadas por apenas 262 kilómetros, pero, a pesar de la corta distancia que las separa, la percepción de miedo no es igual en ambos lugares y la dinámica económica ha sido afectada de distintas formas tras el despliegue naval de EE.UU. en el mar Caribe, cerca de las costas de este país.

En Güiria -a pocos kilómetros de Trinidad y Tobago y donde se denuncia la presencia de grupos del narcotráfico-, las embarcaciones estadounidenses han generado miedo y modificado la económica local, según pescadores y comerciantes consultados por EFE, mientras que en Cumaná dicen que su faena se ha perjudicado, pero por falta de gasolina.

Desde el pasado 2 de septiembre, cuando se conoció el primer ataque de Estados Unidos a una lancha en el mar Caribe, bajo el argumento de luchar contra el narcotráfico, Güiria empezó a sufrir en su actividad económica. Informaciones no confirmadas por las autoridades indicaron que al menos tres de los once muertos en esa explosión eran habitants de esa comunidad.

El comercio no formal de productos como alimentos, ropa y calzado está paralizado por el miedo de los lugareños a salir en embarcaciones hacia Trinidad y Tobago, lo cual ha disminuido el ingreso de divisas a esta zona.

“Ya no están saliendo embarcaciones hacia Trinidad, ni siquiera de migrantes. Hay miedo de que ocurra una explosión y mueran”, comentó un comerciante bajo condición de anonimato.

La migración ha sido habitual desde hace años hacia la isla, ubicada a solo once kilómetros de la costa más cercana de Venezuela. Habitantes de Güiria aseguraron a EFE que, antes de septiembre de 2025, alrededor de seis embarcaciones zarpaban de forma semanal a Trinidad y Tobago, pero en los últimos dos meses esa cifra se redujo a cero.

La paralización del zarpe es inédita en Güiria, ya que el tránsito de lanchas se mantuvo aun después de un naufragio ocurrido en diciembre de 2020, en el que perdieron la vida 33 personas y ocho quedaron desaparecidas, todos al parecer migrantes.

Tras el ataque de EE.UU. en septiembre pasado, en esa población reportan mayor presencia de agentes policiales y militares, incluso un local aseguró haber identificado a funcionarios vestidos de civiles.

Esta persona dio fe de que en el pueblo se sabe que entre quince y veinte de las víctimas mortales en ataques de Estados Unidos contra embarcaciones son oriundos de Güiria y pueblos cercanos, pero evitan hacer comentarios en público por miedo a represalias.

Numerosos lancheros se sumaron el mes pasado a ejercicios militares realizados en el mar por la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), en respuesta a la movilización estadounidense, que incluyó esta semana ejercicios militares con Trinidad y Tobago rechazados por Caracas.

El pasado 13 de septiembre, el canciller venezolano, Yván Gil, denunció que un “destructor” de Estados Unidos había abordado, un día antes y durante ocho horas, una embarcación con nueve pescadores que se encontraba en aguas de Venezuela, “a 48 millas náuticas de la isla de La Blanquilla”, ubicada al norte del territorio insular Margarita.

En Cumaná, la capital de Sucre, la situación es distinta. Varios pescadores consultados por EFE aseguran no tener miedo por el despliegue naval de Estados Unidos para cumplir su faena, pero dijeron que sus actividades se han visto afectadas por la falta de gasolina, el deterioro de los motores de sus lanchas y la ausencia de créditos -disponibles hasta 2013, según recuerdan- para hacer reparaciones.

Si bien el Gobierno otorga combustible subsidiado para los lancheros, dijeron los pescadores, esto solo lo hace una vez cada mes y medio o dos meses. Además, aseguraron que la cantidad que les suministran solo alcanza para dos días de faena, cuando al mes trabajan entre quince y veinte.

Por tanto, los pescadores, dijeron también bajo condición de anonimato, que compran gasolina dolarizada -0,50 centavos por litro, el precio regular en el país- y han tenido que cambiar su modalidad de trabajo para economizar el combustible, ya que algunos hacen viajes más largos en el mar según el tipo de producto que buscan.

Un pescador declaró a EFE que por cada día de trabajo obtiene de ganancia entre diez y quince dólares y sale a pescar tres veces por semana, por lo que percibe alrededor de cuarenta dólares semanales. Así mismo, señaló que se debe invertir alrededor de cuarenta dólares por sesenta litros de gasolina para tres o cuatro días de pesca.

De modo que este trabajador, al igual que otros, apuesta por los buenos días de pesca, cuando halla productos más costosos, como atún y langosta.

“Desde el punto de vista económico no es rentable. Porque la pesca es una aventura. Si al mes se trabajan veinte días, de esos son solo cinco o siete días son efectivos de pesca. El pescador sale a trabajar confiando en que va a buscar el pan”, indicó a EFE un segundo lanchero, quien también prefirió no exponer su nombre.

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