La batalla entre la esperanza y la experiencia

Actualizado
  • 02/11/2008 01:00
Creado
  • 02/11/2008 01:00
PANAMÁ. Hace ocho años, Estados Unidos entraba al siglo XXI como la única superpotencia mundial, en relativa paz con un mundo que —en s...

PANAMÁ. Hace ocho años, Estados Unidos entraba al siglo XXI como la única superpotencia mundial, en relativa paz con un mundo que —en su mayoría— lo veía como modelo a seguir. Nadie podía imaginar lo que los ocho años siguientes iban a traer.

El martes, cuando los estadounidenses vayan a las urnas, los ánimos estarán mucho más caldeados. El país está frustrado, infeliz y dividido, tanto en casa como fuera. Su autoridad moral y sus valores están en una crisis sin precedentes. Las dos ideas que lo definieron como referente —su manera de capitalismo y su idea de democracia— se han derrumbado estrepitosamente con el colapso de Wall Street y las guerras de agresión en Irak y Afganistán. Hoy en día, por capitalismo americano se entiende Lehman Brothers; por democracia y justicia estadounidense, se lee Guantánamo o Abu Ghraib.

Estados Unidos escogerá, entonces, al hombre que deberá restaurar el prestigio y la hegemonía americana, o morir en el intento.

OBAMA: EL ELEGIDO

Joven, elegante, carismático y uno de los oradores más talentosos de su generación, Barack Obama llegará como favorito a las urnas tras haber realizado una impecable campaña con la que ha vencido a las dos maquinarias políticas más formidables del país: los Clinton y la derecha conservadora. El senador demócrata lleva casi dos años haciendo historia, y una victoria suya completaría el círculo y cerraría muchas heridas provocadas por el racismo en Estados Unidos.

¿Puede el carisma y el simbolismo reparar la crisis económica o lidiar con Irán? Eso todavía es una incógnita, pero la campaña llevada a cabo por el demócrata puede ser un buen punto de partida para hacer una predicción: Obama —a diferencia de otros candidatos demócratas— ha logrado, luego de las primarias, girar su discurso hacia el centro sin perder la mayor parte de su núcleo fuerte de seguidores (que en su mayoría son progresistas de izquierda). Por ejemplo, sin haber dicho o hecho nada que haga pensar que va a detener inmediatamente ninguna de las dos guerras en las que está sumido su país, cuenta con el apoyo de muchos activistas anti guerra. Al escoger a Joe Biden como compañero de fórmula, Obama ha sabido también afrontar apropiadamente sus debilidades. ¿Alcanzará su carisma para contentar a todos y a la vez llevar a cabo sus objetivos? Obama, sin duda, se merece la oportunidad de demostrarlo.

MCCAIN: EL TERCER TÉRMINO

En la otra esquina se encuentra John McCain. El senador de 72 años quizás perdió su gran oportunidad cuando fue derrotado en las primarias republicanas de 2000 por George W. Bush. Entonces —y hasta hace seis meses— McCain era un senador con una excelente reputación ganada a base de cuestionar las políticas que consideraba injustas, fueran del partido que fueran. Pero los últimos meses de McCain han sido decepcionantes: el senador que alguna vez atacó a George Bush por sus recortes de impuestos ahora propone no sólo mantenerlos sino aumentarlos. El McCain que denunció a la derecha religiosa como “agentes de la intolerancia” ahora la ha convertido en el alma de su campaña. En pocas palabras, McCain representa, más de lo que él quisiera, un tercer término de las políticas de Bush.

Las consecuencias de la metamorfosis que ha experimentado McCain no se limitarán a una escandalosa derrota electoral, sino que irán más allá: el Partido Republicano luce más dividido que nunca y hay grandes posibilidades de que los demócratas amplíen su dominio en el Congreso. Algunos candidatos republicanos al Congreso —y “pesos pesados” del partido como Colin Powell o Christopher Buckley— ya se han desmarcado de McCain y ahora apoyan a Obama.

ESPERANZA VS EXPERIENCIA

Gane o pierda Obama, las elecciones del martes serán históricas. De ganar, se convertirá en el primer hombre de raza negra en llegar a la presidencia del país más poderoso del mundo. De perder, se convertirá en una versión magnificada de Tom Bradley, el candidato negro a gobernador de California que, luego de vencer en las encuestas, perdió en 1982 ante un candidato de raza blanca.

Lastimosamente, y a pesar de que la política estadounidense nos afecta a todos, solo los ciudadanos americanos podrán escoger, y deberán decidir entre un joven que ha enamorado al mundo, ha hecho una campaña histórica y ha exhibido una sensatez alentadora, o un veterano ex soldado que ha hecho una campaña basada en ataques personales e insultos y que ha escogido como su posible sucesora a una ex reina de belleza que ha sido declarada culpable de abuso de poder.

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