Incertidumbre electoral en Colombia

H ace un año nadie le habría dicho a José Manuel Santos, el flamante presidente de Colombia, que a menos de una semana de las elecciones presidenciales de su país, el resultado podía estar en el aire. Santos partía como favorito, y su distancia en las encuestas respecto a sus posibles oponentes ha sido amplia hasta hace un mes. Desde entonces las cifras han ido variando casi semanalmente, y una de las últimas encuestas sitúa, por primera vez, al presidente por detrás del líder del uribismo, Óscar Iván Zuluaga, en la primera vuelta del próximo 25 de mayo. Ese mismo estudio predice que Santos podría perder en la segunda vuelta, tanto contra Zuluaga como contra Peñalosa, el candidato de la Alianza Verde.

Juan Manuel Santos ha basado su campaña en los futuros resultados del proceso de paz que se está negociando entre el Gobierno y las FARC en La Habana. Aunque el diálogo es lento y las negociaciones se encallan reiteradamente, ésta es la primera vez que ambas partes han llegado tan lejos en una negociación que ponga fin al terrorismo y a la violencia en aquel país. La comunidad internacional ha saludado y animado las conversaciones de paz, y todo el mundo tiene puestas grandes expectativas en una conclusión positiva. Sin embargo, Santos no contaba con la oposición al proceso dentro de su propio país, frente que ha capitaneado su antecesor en el cargo y antiguo aliado, Álvaro Uribe. En la estrategia de deslegitimación y crítica permanente al proceso, el expresidente Uribe ha contado con el apoyo de importantes y poderosos sectores sociales.

En los últimos meses, ambos candidatos se han olvidado de hablar de las principales preocupaciones de los colombianos para cruzarse una serie de acusaciones que, hasta ahora, han perjudicado mucho más al presidente colombiano. Hace unas semanas, desde el sector de Uribe se acusó al director de la campaña de Santos, el publicista venezolano J.J. Rendón, de mediar en un proceso con narcos por el que habría cobrado 12 millones de dólares, aportando dos a la campaña del presidente. Por otra parte, se ha descubierto que un estrecho colaborador de Zuluaga, espió las conversaciones de paz de La Habana.

Como recientemente ha ocurrido en Panamá, las encuestas pueden equivocarse. Lo que ahora está por ver es si el anuncio de última hora del acuerdo entre las FARC y el Gobierno para combatir el ‘narco’, y el alto el fuego unilateral declarado por la guerrilla durante las presidenciales, van a compensar los numerosos errores de la campaña electoral de Santos. Por el momento cualquier resultado es posible.

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