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- 25/07/2013 02:00
- 25/07/2013 02:00
BRASIL. El papa Francisco reclamó en Brasil más protagonismo para los jóvenes en la construcción de un mundo mejor, durante la primera misa de un viaje que pretende energizar a la Iglesia católica en tiempos de crisis.
En la Basílica de Nuestra Señora de Aparecida, el principal santuario de Brasil a 260 km al oeste de Río de Janeiro, el pontífice argentino alertó a los jóvenes a no dejarse hipnotizar por ídolos pasajeros como el dinero, el poder y el placer.
Francisco, un jesuita de 76 años con un fuerte discurso social, fue elegido en marzo para intentar revitalizar a una iglesia golpeada por una serie de escándalos. Y su viaje de esta semana a Brasil, la nación con más católicos del mundo, está cargado de simbolismo.
En su homilía el Papa insistió en un tema que le quita el sueño: la falta de oportunidades que ensombrece el futuro de una generación entera de jóvenes. ‘Tengamos una visión positiva de la realidad’, dijo.
‘Demos aliento a la generosidad que caracteriza a los jóvenes, ayudémolos a ser protagonistas de la construcción de un mundo mejor: son un motor poderoso para la Iglesia y para la sociedad’, añadió.
Francisco llegó el lunes a Brasil para participar en la Jornada Mundial de la Juventud, un maratón de misas que atraerá a más de 1.5 mi llones de fieles de todos los rincones del planeta. Es su primer viaje al extranjero.
La humildad del primer Papa latinoamericano ha entusiasmado a muchos en una región vista durante mucho tiempo como bastión católico pero donde la iglesia está crecientemente bajo asedio del secularismo y los cultos evangélicos.
SEGURIDAD REFORZADA
La cifra parecía sin embargo menor a los 150 mil esperados por los organizadores.
Unos 5 mil soldados y policías fueron desplegados en los alrededores del santuario, donde las fuerzas de seguridad encontraron el fin de semana un explosivo casero de bajo poder en el baño de un estacionamiento.
La insistencia de Francisco, un hombre sencillo que antes de su nombramiento se desplazaba por Buenos Aires en metro, en estar cerca de los fieles se ha vuelto una pesadilla para sus guardaespaldas. El lunes su automóvil fue asediado por cientos de fieles en el trayecto del aeropuerto hasta el centro de Río de Janeiro y él mantuvo todo el tiempo la ventanilla de su auto baja. Pero la seguridad fue reforzada ayer, con vallas de contención para el público, helicópteros militares sobrevolando el lugar y francotiradores apostados en los tejados. Tras presidir la misa el papa se dirigió en avión a Río, donde visitará un hospital católico que trata a dependientes de drogas.