Trump vs. Lula en la ONU: dos visiones opuestas del mundo, el poder y la organización

  • 23/09/2025 23:00
Trump proclamó “edad dorada” y mano dura; Lula defendió multilateralismo, democracia social y clima. Ambos expresaron ideas polarizadas sobre la migración, Gaza, Ucrania, comercio, energía y el papel de las Naciones Unidas

En una misma tribuna, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y su homólogo brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, ofrecieron diagnósticos radicalmente distintos del orden internacional. El primero celebró la “edad dorada” de su territorio, fustigó a la ONU, la migración y la agenda climática, y presumió logros y coerción económica. El segundo advirtió sobre el “punto de inflexión” del multilateralismo, defendió la democracia social, la regulación digital y la acción climática, y pidió frenar la lógica de sanciones, vetos y unilateralismo.

Tono y encuadre: confrontación personalista vs. institucionalismo social

Trump habló en clave de liderazgo personal, con un tono combativo y autopercibido como restaurador del orden: “terminé siete guerras”, “Estados Unidos es respetado como nunca”. Ridiculizó a la ONU por “cartas enérgicas” sin acción, y presentó cifras de récords económicos, inversión y control fronterizo como prueba de su eficacia. Su discurso mezcló anécdotas, golpes retóricos y anuncios punitivos (aranceles, designaciones terroristas, operaciones militares).

Lula, en cambio, situó su mensaje en la arquitectura global: alertó sobre la erosión de la autoridad de la ONU, el auge del autoritarismo y la normalización de sanciones y violaciones de soberanía. Reivindicó la democracia como algo más que elecciones —derechos sociales, reducción de desigualdades— y vinculó la estabilidad a políticas públicas de bienestar, cooperación y reglas.

ONU y multilateralismo: crítica vs. reforma

Para Trump, la ONU “no estuvo” en los supuestos acuerdos que —según afirmó— cerró entre pares como Israel–Irán o Armenia–Azerbaiyán; preguntó “¿cuál es el propósito de la ONU?” y la acusó de financiar la migración hacia EE. UU. Reivindicó alianzas bilaterales y presión (por ejemplo, exigir a la OTAN elevar gasto al 5% del PIB) sobre marcos colectivos.

Lula propuso lo contrario: reformar y fortalecer el sistema multilateral. Planteó un Consejo vinculado a la Asamblea General para centralizar la acción climática, la ampliación del Consejo de Seguridad en ambas categorías, y “refundar la OMC” para evitar que medidas unilaterales vacíen el comercio de reglas.

Seguridad y guerras: coerción económica y militar vs. negociación y garantías mutuas

Trump reivindicó “Operación Midnight Hammer” contra instalaciones nucleares iraníes y dijo haber mediado una “guerra de 12 días” entre Israel e Irán. En Ucrania, amenazó aranceles coordinados si Rusia no pacta, y culpó a China e India por financiar a Moscú vía petróleo. En migración, defendió detención y deportación masivas y acusó a la ONU de subvencionar cruces.

Lula sostuvo que en Ucrania “no habrá solución militar”, saludó contactos (Alaska) y propuso vías negociadas que atiendan “preocupaciones legítimas de seguridad” de todas las partes, apoyándose en la Iniciativa Africana y el Grupo de Amigos de la Paz (China–Brasil). Rechazó equiparar delincuencia y terrorismo en la región y avisó contra el “uso de fuerza letal” fuera de conflictos armados.

Gaza y Palestina: premio al reconocimiento vs. condena del genocidio

Trump pidió un alto el fuego en Gaza condicionado a la liberación de rehenes, criticó el reconocimiento “unilateral” del Estado palestino por “recompensar a Hamás” y reclamó presión para que suelten “a todos” (incluidos cuerpos).

Lula calificó de “indefendibles” los atentados de Hamás, pero dijo que “nada justifica el genocidio en Gaza”. Denunció el hambre como arma de guerra, el desplazamiento forzoso y la “complicidad” de quienes pueden detener la masacre. Reclamó un Estado palestino pleno —apoyado por más de 150 miembros— y criticó el veto que lo bloquea.

Democracia, derechos y esfera digital

Trump ligó seguridad interior a fronteras y crimen, declaró terroristas a MS-13 y Tren de Aragua, fustigó “censura” y prometió defender la libertad religiosa (dijo que el cristianismo es la religión más perseguida).

Lula denunció ataques a la independencia judicial en Brasil y celebró la condena —con debido proceso— de un “antiguo jefe de Estado” por atentar contra el Estado de derecho. Propulsó una ley avanzada de protección de niños y adolescentes en lo digital, defendió regular plataformas contra desinformación, trata y pedofilia, y planteó gobernanza multilateral de IA según el Pacto Digital Mundial.

Economía, comercio y energía: aranceles y fósiles vs. justicia fiscal y transición

El republicano pintó una “edad dorada” con inflación vencida, inversiones récord y bolsa en máximos. Defendió aranceles como herramienta estructural de seguridad y reciprocidad, anunció medidas contra Brasil y descalificó renovables como “broma”, reivindicando fósiles y nuclear.

Su homólogo brasileño, en cambio, pidió reducir gasto militar, aliviar deuda externa (en especial africana) y fijar normas mínimas de tributación global para que “los súper ricos paguen más que los trabajadores”.

En clima, prometió recortar emisiones 59–67%, destacó que Brasil redujo a la mitad la deforestación amazónica en dos años y promovió el fondo “Bosques tropicales para siempre”. Su consigna: COP30 Belém como “COP de la verdad” y la lucha climática en el centro de la ONU.

Dos mapas del mundo

En síntesis, Trump propone un liderazgo de fuerza, fronteras cerradas, energía tradicional y presión económica, con una ONU a la que subordina o desestima.

Lula aboga por una ONU reformada y robusta, democracia con derechos sociales, transición ecológica justa y reglas comunes. Dos relatos, dos brújulas: unilateralismo punitivo versus multilateralismo redistributivo.

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