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- 05/06/2025 13:54
La comunicación que los mercados internacionales venían anticipando finalmente se produjo. Este jueves 5 de junio, los presidentes de Estados Unidos, Donald Trump, y de China, Xi Jinping, sostuvieron una conversación telefónica con el objetivo de calmar las tensiones entre ambas potencias, exacerbadas por la guerra comercial y los reproches cruzados sobre el incumplimiento de los pactos alcanzados en el pasado.
Entre los temas abordados estuvieron los altos aranceles, la disputa por los minerales estratégicos conocidos como “tierras raras” y las restricciones de visado a estudiantes chinos impuestas recientemente por Washington.
Trump calificó la charla como “muy buena” en su red Truth Social y aseguró que se llegó a “una conclusión muy positiva para ambos países”. Según explicó, uno de los logros del intercambio fue destrabar los desacuerdos en torno al comercio de tierras raras, materiales cruciales para diversas industrias tecnológicas y de defensa, cuya exportación había sido motivo de fricción.
En un gesto que apunta a recomponer el diálogo, Xi invitó a Trump a visitar China nuevamente, gesto que el mandatario estadounidense agradeció “sinceramente”, de acuerdo con un comunicado difundido por la agencia oficial Xinhua.
Durante la conversación, el líder chino subrayó la importancia de “reencauzar” el rumbo de la relación bilateral y de aprovechar adecuadamente el mecanismo de consultas establecido tras las reuniones en Ginebra el pasado mayo, las cuales sirvieron para contener momentáneamente la escalada comercial. Xi destacó que ambas partes deben tener en cuenta las inquietudes mutuas y aseguró que China se mantiene firme en sus principios, pero actúa de manera constructiva. Sin aludir directamente al tema de las tierras raras, insistió en que su país ha cumplido sus compromisos y pidió a Estados Unidos que reconozca los avances alcanzados y levante las medidas punitivas en su contra.
El comunicado chino también menciona que Trump expresó su respaldo a los estudiantes chinos interesados en cursar estudios en universidades estadounidenses, un punto crítico para Pekín, luego del reciente anuncio de Washington sobre nuevas restricciones migratorias.
Ambos gobiernos anunciaron que sus delegaciones volverán a reunirse “pronto”, aunque no se ha definido aún el lugar. Trump adelantó que la representación estadounidense estará integrada por el secretario del Tesoro, Scott Bessent; el secretario de Comercio, Howard Lutnick, y el representante comercial, Jamieson Greer.
“El enfoque estuvo casi exclusivamente en temas de comercio. No se habló de Rusia, Ucrania ni Irán”, aclaró Trump en su red, reiterando con énfasis su estilo característico.
También informó que ambos mandatarios se extendieron mutuamente invitaciones para realizar visitas oficiales, algo que, dijo, esperan con entusiasmo como jefes de “dos grandes naciones”.
La agencia Xinhua destacó que la llamada fue solicitada por el mandatario estadounidense. Es la primera conversación entre ambos desde que Trump retomó la presidencia. Según sus propias palabras, el intercambio duró una hora y media.
El miércoles, Trump ya había manifestado públicamente su frustración por no lograr contactar con Xi. En un mensaje nocturno, lo describió como “un negociador muy duro”, lo que dificultaba llegar a acuerdos.
Desde que asumió su nuevo mandato, el presidente estadounidense había anunciado en repetidas ocasiones que hablaría “pronto” con su homólogo chino, pero esos anuncios no se concretaban. La última vez que ambos hablaron fue días antes de la investidura de Trump; poco después, el nuevo gobierno impuso una primera ronda de aranceles del 10% en represalia por el tráfico de fentanilo, medida que tensó aún más la relación.
Washington acusa a Pekín de incumplir lo pactado el 12 de mayo en Ginebra, especialmente en lo relativo a la flexibilización de las exportaciones de tierras raras, claves en la fabricación de chips, automóviles y aeronaves. Aunque China accedió a autorizar licencias de exportación, el proceso puede demorar hasta 45 días, lo que ha generado impaciencia en EE UU.
China, por su parte, denuncia las limitaciones impuestas por EE UU a la importación de piezas para motores de avión y software especializado para la industria de semiconductores. También critica los obstáculos a la producción del gigante tecnológico Huawei, considerando que buscan frenar su avance en tecnologías estratégicas.
Ambas naciones habían llegado a niveles insólitos en su enfrentamiento arancelario: Washington impuso tarifas del 145% sobre importaciones chinas, mientras que Pekín respondió con gravámenes del 125%. El secretario Bessent llegó a comparar esas cifras con una suerte de embargo encubierto. Posteriormente, en Ginebra, se acordó una desescalada temporal: aranceles del 30% para los productos chinos y del 10% para los estadounidenses.
China ha mantenido desde el inicio una postura inflexible, decidida a no negociar bajo presión. Aunque Trump ha reiterado públicamente su intención de dialogar, la respuesta china ha sido discreta y muchas veces silente. Pekín, fiel a su estilo diplomático, ha preferido pronunciarse mediante comunicados formales y no al calor de las redes sociales.
El gobierno chino ha elevado quejas ante la Organización Mundial del Comercio por cada nueva ronda de aranceles estadounidenses, a las que ha calificado como “acciones erróneas que vulneran gravemente los derechos legítimos de China y debilitan el sistema multilateral de comercio”.
A diferencia de la primera guerra comercial bajo Trump, esta vez China parece estar mejor preparada. Además de responder con medidas equivalentes, ha apuntado a sectores estratégicos, limitando exportaciones de minerales clave. Y ha dejado claro que no se sentará a negociar si persisten las sanciones. “Si EE UU quiere diálogo, nuestra puerta está abierta, pero debe ser bajo condiciones de igualdad y respeto mutuo. Si quiere confrontación, China también está dispuesta a resistir”, han reiterado los portavoces oficiales.
Un gesto simbólico de esta firmeza fue la publicación en redes sociales por parte de Mao Ning, portavoz del Ministerio de Exteriores, de un discurso de Mao Zedong durante la guerra de Corea, en el que advertía: “No importa cuánto dure esta lucha; no retrocederemos”. El mensaje era claro: esta vez, China no dará un paso atrás fácilmente.