Cientos de soldados frenan las protestas contra la junta militar en Tailandia

Actualizado
  • 30/05/2014 09:25
Creado
  • 30/05/2014 09:25
Cientos de soldados volvieron a tomar el Monumento de la Victoria en Bangkok para frenar protestas contra la junta militar 

Cientos de soldados y policías tailandeses volvieron hoy a tomar el Monumento de la Victoria en Bangkok para frenar por segundo día consecutivo las protestas contra la junta militar constituida tras el golpe de Estado del pasado 22 de mayo.

Los militares y agentes, pertrechados con material antidisturbios, bloquearon la entrada al monumento, que desde el pasado domingo se convirtió en el lugar de reunión de los cientos de tailandeses que se atrevían a desafiar la ley marcial.

El lugar, normalmente sumido en el ajetreo de tráfico y vendedores ambulantes, se encontraba prácticamente vacío y en silencio, excepto por la música y las instrucciones que salían de los altavoces montados en un vehículo militar.

Es la misma calma tensa que se vivió ayer, donde sólo se atrevieron a aparecer un puñado de manifestantes y los soldados detuvieron a tres, incluido un ciudadano belga.

Desde la asonada hace ya más de una semana, los militares han aumentado su control con la derogación de la Constitución excepto los artículos referentes a la monarquía, la censura de la prensa y la detención de opositores y disidentes.

Como pudo observar recientemente Efe, los manifestantes detenidos son tratados relativamente bien, reciben alimentos suficientes y hasta medicinas, aunque muchos tienen que dormir en el suelo con mantas y su libertad depende de la decisión discrecional de los uniformados.

Según la ley marcial, pueden estar detenidos hasta siete días sin cargos.

La ex primera ministra Yingluck Shinawatra y otros líderes políticos pasaron también varios días retenidos en dependencias militares, aunque en condiciones mejores.

Según la prensa local, tenían acceso a la prensa, podían salir a correr por las mañanas en el club militar y hasta jugaban a las cartas, lo que degeneró en apuestas millonarias y casi una pelea entre miembros del Puea Thai, el partido gobernante hasta el golpe.

El líder de la junta militar, Prayuth Chan-ocha, dijo entonces que su intención era que aprendieran a "amar y vivir en paz", aunque lo cierto es que lo primero que hicieron los exministros y sus detractores es exigir ser alojados en barracones diferentes.

Según Prayuth, la asonada militar ha evitado una escalada de violencia entre manifestantes rivales y ahora su objetivo es realizar reformas en el sistema antes de celebrar elecciones, aunque no precisan de qué tipo ni en qué periodo de tiempo.

El Consejo Nacional para la Paz y el Orden, nombre oficial de la junta militar, indicó que el objetivo del golpe fue "preservar" la democracia amenazada por la corrupción de los políticos.

"La acción del Ejército es preservar, su cometido es preservar la democracia y destruir la dictadura del parlamento corrupto", dijo el portavoz de la junta militar, Weerachon Sukondhapatipak, en una entrevista con la cadena australiana ABC.

Por otro lado, el militar justificó la detención de manifestantes, periodistas y activistas porque, a su parecer, los "insultos" o la "crítica" perjudica el trabajo de la junta y fomenta el conflicto, aunque garantizó que se respetará a los corresponsales extranjeros.

Los militares han alternado un talante conciliatorio y hasta accesible en cierta medida a los periodistas con detenciones e intimidaciones de activistas, políticos y periodistas críticos.

Varios líderes de los "camisas rojas", seguidores del Gobierno depuesto, han instado a sus seguidores a cumplir con las directrices de la junta militar y han expresado con resignación su apoyo en las reformas de los militares, aunque puede tratarse de una estrategia dada la coyuntura.

Por otra parte, los detractores del anterior Ejecutivo exhiben una actitud más festiva, con fotos en las redes sociales con indumentaria militar en un mensaje de simpatía o apoyo hacia los soldados.

La mayoría de los "camisas rojas" provienen de las zonas rurales del norte y noreste, mientras que los detractores del anterior Gobierno son en su mayor parte de las provincias sureñas, de los centros urbanos y pertenecen muchos a las clases altas y la elite cercana a la monarquía.

El país centroamericano se encuentra en vilo ante las últimas acusaciones que vinculan al cuñado de la presidenta Xiomara Castro, Carlos Zelaya

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