'Statu quo' posliberal y el teatro de un suicidio anunciado

Actualizado
  • 07/04/2023 00:00
Creado
  • 07/04/2023 00:00
En el orden mundial posliberal, las grandes potencias parecen ya haber pactado un nuevo 'statu quo' que les permita seguir lucrando sin atender los problemas que aquejan a nuestra civilización
Los ejemplos que corroboran el fin del liberalismo como paradigma social son cuantiosos y contundentes.

Parte de los principios fundamentales del liberalismo como teoría social es el apego a los derechos humanos, la defensa de las libertades del individuo, la separación de los poderes del Estado y la igualdad ante la ley. Releyendo esos principios básicos de teoría social podemos percatarnos de que el liberalismo no es el paradigma que predomina en nuestras sociedades. A diario en nuestras vidas personales, pero sobre todo en el ámbito público, el irrespeto por el individuo y sus libertades, la influencia de los poderes públicos sobre las funciones de otro, la total desigualdad ante la ley, son el orden del día. Es entonces necesario asimilar el fin del liberalismo. En el orden mundial posliberal, las grandes potencias parecen ya haber pactado un nuevo statu quo que les permita seguir lucrando sin atender los problemas que aquejan a nuestra civilización. Y nosotros, pareciera que simplemente seremos los espectadores de un teatro de un suicidio anunciado.

Fin del liberalismo

Los ejemplos que corroboran el fin del liberalismo como paradigma social son cuantiosos y contundentes. Este mismo mes evidenciamos tres sutiles pero crudas realidades del mundo posliberal.

En Nueva York, el expresidente de EE.UU. fue arrestado tras rendirse a las autoridades. El presidente número 45 de EE.UU., la supuesta antorcha de la libertad en el mundo, fue imputado por cargos relacionados al pago de dinero a una actriz pornográfica por su silencio sobre una supuesta relación con Donald J. Trump. Más allá de cualquier antipatía o resentimiento que se pueda tener en contra del estruendoso expresidente, es claro que el sistema judicial de EE.UU. está siendo abusado por intereses políticos. El fiscal Alvin Bragg prometió en su campaña política encausar al expresidente y en el camino sentó un precedente que abre la puerta a la persecución de funcionarios por delitos menores, con la intención de influenciar la opinión pública y el proceso político. Una influencia que además puede ser más cínica de lo que aparenta y estar más bien buscando favorecer a Trump en el proceso primario. Estas acciones no solo afectan al individuo, como muchos desearían ver al expresidente Trump sentenciado (y por qué no sería el caso, si se encuentra que ha violado la ley). Sin embargo, con cada acción judicial tomada por motivos políticos, el jurado –confirmado por el pueblo americano mismo– pondrá en juicio no solo el carácter de la persona, sino la institución que representa.

A nivel internacional, EE.UU. igualmente sigue demostrando al mundo que las normas del orden mundial que se supone que defienden no son todas aplicables al gobierno de Washington D.C. El Departamento de Defensa de la administración Biden rehusó cooperar con la Corte Criminal Internacional para constatar crímenes de guerra por parte de Rusia en Ucrania. El Pentágono se negó a compartir evidencia, inteligencia y otras informaciones que tiene sobre los crímenes de guerra que comete el Kremlin en Ucrania y que tanto protestan los Demócratas para justificar los más de US$100 mil millones en asistencia. EE.UU. no ratificó el Estatuto de Roma que creó la Corte y no quiere sentar un precedente ante la Corte Criminal Internacional que abra la puerta a investigar a Washington por los crímenes de guerra de sus propios soldados.

El orden mundial posliberal además ya llegó al corazón de los latinoamericanos. Un nuevo (o viejo) paradigma impera en la región. Y es que nuestras poblaciones están escogiendo la seguridad por encima de las libertades personales. Si el caso de El Salvador, en donde más de 66 mil personas han sido apresadas en un año bajo estado de excepción, no es alarmante, la lógica del presidente de Ecuador debería de serlo. Desde Quito, el moribundo gobierno de Guillermo Lasso desplegó las fuerzas armadas para combatir el crimen organizado, pero también aprobó el porte de armas para uso personal de defensa. El nuevo gobierno hondureño de Xiomara Castro igualmente aprobó este mes el uso de las fuerzas militares para combatir a las pandillas.

Nuevo 'statu quo'

La pandemia, la retirada de tropas de Afganistán, la presidencia de Donald Trump, el Brexit, la reelección de Xi Jinping, la invasión de Ucrania, todos representaron movimientos telúricos en la geopolítica mundial. El orden mundial liberal colapsó y tras los sismos pareciera que ya existe un nuevo statu quo. Las grandes potencias definieron sus posturas y están en las fases finales de pactar una dinámica que beneficie y mantenga en el poder a las elites actuales un poco más de tiempo.

Entre marzo y abril el presidente de España, Pedro Sánchez; el presidente de Francia, Emmanuel Macron; la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von Der Leyen, y el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, viajaron a Pekín. Macron dijo que “el mundo cuenta con China para que Rusia entre en razón”. Para Von Der Leyen, el envío de armas chinas a Rusia “haría daño significativo a las relaciones” entre la Unión Europea y Pekín. Importante destacar que el apoyo militar de China a Rusia “dañaría” las relaciones y no las rompería. Y el presidente español felicitó a Xi Jinping por comprender ambas posturas, las de Rusia y Occidente. España se prepara para asumir la presidencia pro tempore de la Unión Europea en el mes de julio. Entre tantas visitas, más de 300 empresarios europeos viajaron con los diplomáticos. Las compañías más importantes de Europa buscan reanudar negocios con China tras el fin de la política de cero covid-19 del Partido Comunista de China. Y los gobiernos europeos buscan alivio económico, ante altos niveles de protestas en las calles de las capitales europeas.

En el Kremlin, y como un propio zar, el presidente Vladimir Putin recibió las credenciales de 17 nuevos embajadores. Entre ellos las credenciales de diplomáticos de la Unión Europea, Estados Unidos, México, Honduras, Paraguay. Putin frente a los 17 diplomáticos, enfilados como súbditos en una corte medieval, responsabilizó a EE.UU. por la guerra en Ucrania. “Estimada señora embajadora, sé que puede no estar de acuerdo, pero no puedo dejar de decir que el uso de Estados Unidos...de herramientas tales como el apoyo a las llamadas 'revoluciones de colores', el apoyo en este sentido al golpe de Estado en Kiev en 2014, finalmente condujo a la actual crisis ucraniana”, recriminó Putin.

EE.UU., por su parte, mantiene que China es un competidor estratégico, no un rival o enemigo, y también negocia con regímenes como los de Maduro en Venezuela y el de Daniel Ortega en Nicaragua. El nuevo statu quo evidencia que los lideres de las democracias tienen un mayor apego al lucro económico que a los principios democráticos y liberales. El nuevo statu quo es la normalización de la coexistencia entre autocracias y democracias iliberales que pretenden aún mantener alguna superioridad moral.

Suicidio anunciado

El apaciguamiento de Rusia y China ha periódicamente y de manera exponencial aumentado los niveles de conflicto a nivel mundial. Georgia, Estonia y Ucrania han sido atacados militarmente por Rusia. Países como Australia y Lituania han sido atacados económicamente por China, y otros 10 a nivel mundial han sido capturados con trampas de deuda externa (más de una decena de países deben por encima del 20% de su PIB a China).

China ya anunció su inequívoca voluntad de integrar a Taiwán. Y sería un error pensar que el régimen de Putin es susceptible a un cambio de curso en la guerra en Ucrania; lo único que puede cambiar es la fecha de la próxima ofensiva y así sucesivamente hasta lograr su cometido. A nivel internacional, el conflicto entre grandes potencias es inevitable. A estos capitanes del equipo del nuevo eje del mal se le suman Irán, Arabia Saudita, Sudáfrica, Venezuela, Cuba y Nicaragua como aliados, tanto en recursos como en plataformas de contraataque a occidente.

Las autocracias y las democracias no son compatibles en un sistema internacional globalizado. El costo del desacoplamiento es muy grande, tanto para las economías de occidente como lo será para la economía china. Lo que estamos evidenciando es un teatro por parte de los líderes del mundo occidental, en donde se pretende defender el liberalismo mientras se hacen negocios con el diablo. Un teatro que inevitablemente llevará a un solo escenario: el suicidio de la democracia ante un contexto mundial material insoportable. Al igual que en El Salvador 80% apoya el estado de emergencia, o en Colombia 53% escogió un exguerrillero, en Filipinas al hijo de un dictador, en Brasil a un corrupto, en Chile a un joven, o como en EE.UU., tienen 13 años en el mismo ciclo político para no enfrentar los problemas estructurales del país. Bolívar no se equivocó cuando dijo que “más cuesta mantener el equilibrio de la libertad que soportar  el peso de la tiranía” y nos estamos demostrando débiles.

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