Cruzar el puente es un riesgo

Actualizado
  • 11/11/2008 01:00
Creado
  • 11/11/2008 01:00
COCLÉ. Cruzar el puente de El Marañón en el corregimiento de El Retiro del distrito de Antón ya sea a pie, en bicicleta o en carro, se ...

COCLÉ. Cruzar el puente de El Marañón en el corregimiento de El Retiro del distrito de Antón ya sea a pie, en bicicleta o en carro, se ha convertido en un peligro para los transeúntes, ya que día tras día el mismo se tambalea con el peso de la carga que a diario recibe, pues su construcción data de 1939 por lo que el tiempo se ha encargado de deteriorarlo.

Según los pobladores de esta comunidad, el puente de El Marañón es la única vía de acceso que los comunica con el resto de la ciudad de Antón, pero pese a las múltiples solicitudes al Ministerio de Obras Públicas nunca se ha otorgado una partida presupuestaria de este ministerio para rehabilitar el mismo.

El puente está sobre el río Chico que con los fuertes aguaceros, sobre todo en la cabecera por los lados de El Valle, este se inunda y en varias ocasiones ha arrastrado la madera, dado que las rodaduras del puente han sufrido los latigazos del tiempo.

El representante de esta comunidad, Armando Reyes indica que ha acudido a muchas partes, pero ninguna autoridad le ha escuchado, alegando que no hay partidas para esta labor.

Al puente sólo se le ha hecho algunas reparaciones con madera de la misma comunidad, pero esto no es suficiente, ya que el pueblo pide uno, con toda la seguridad.

El Marañón ha crecido en habitantes por lo que viajan buses de transporte, colegiales y particulares e incluso los grupos de retiros espirituales que para la semana de carnaval, las escuelas de la capital realizaban en este lugar, se han ido a otras partes por el temor de cruzar el puente.

También muchos familiares que residen en la capital prefieren no visitarlos por temor a cruzar el puente, explica Natividad González.

Han pasado muchos gobiernos y el puente continúa en las mismas condiciones, lo único que tienen que hacer los transportistas es esquivar los huecos donde la madera se ha deteriorado y cruzar con mucho cuidado, mientras los moradores aguardan la esperanza que algún día se les reconstruya.

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