Borrando las huellas

Actualizado
  • 26/04/2011 02:00
Creado
  • 26/04/2011 02:00
PANAMÁ. La denuncia anónima de la mañana del 1 de septiembre de 2010 sobre una supuesta red de tráfico de chinos en Migración interpuest...

PANAMÁ. La denuncia anónima de la mañana del 1 de septiembre de 2010 sobre una supuesta red de tráfico de chinos en Migración interpuesta ante la DIJ, no solo puso en alerta a las autoridades policiales. La información se filtró hacia las oficinas de Avenida Cuba. Decidieron tomar medidas de inmediato. Había que borrar las huellas. ¿Cuáles? Los ciudadanos chinos que a esas horas estaban sueltos en Panamá. En el Palacio de las Garzas, enterados de la situación, no querían dar paso a un escándalo que ligara a Cambio Democrático con las mismas prácticas corruptas de las Fuerzas de Defensa, los PRD y los arnulfistas.

CABOS SUELTOS

Según consta en la causa DO-005-2010 a la que La Estrella tuvo acceso, en poco más de 24 horas Migración estructuró un operativo relámpago, quizá el más rápido que haya llevado a cabo la Unidad Migratoria de Acción de Campo (UMAC), para el día 2 de septiembre. ¿El objetivo?: recoger a los chinos que habían llegado aquel 26 de agosto y habían sido sacados del aeropuerto de Tocumen sin pasar por los controles respectivos (Consejo de Seguridad y el propio Servicio de Migración). Los detenían por presuntamente tener visas falsificadas. Sin embargo el mismo día de su arribo fueron liberados, porque sus papeles habían sido firmados por la directora María Cristina González.

El jueves 2 de septiembre de 2010 —al otro día de la denuncia— en horas de la noche, el comisionado retirado de la policía Rolando Taboada, jefe de Investigaciones y Operaciones de Migración, declaró haber recibido instrucciones de la propia directora de la entidad, en la que le solicitaba buscar y entregarle el libro de novedades o bitácora del albergue de Curundú donde estaba el registro de detención de los chinos ingresados el 26 de agosto. Como a esa hora no se encontraban abiertas las oficinas donde guardan el libro, un funcionario del local tuvo que escalar la pared y meterse a la oficina por entre el cielo raso y el techo, para abrir la puerta y así poder recoger la bitácora, que posteriormente fue dejada sobre el escritorio del despacho superior en la sede principal de la entidad. El registro desapareció.

‘Desconozco las acciones de campo realizadas del día 2 de septiembre, nunca supe que eso se llevó a cabo’ declaró María Cristina el 17 de septiembre. ‘Yo siempre supe que los chinos estaban detenidos en Migración. Adicional a esto, cuando se hacen acciones de campo son avaladas por una resolución firmada por mí y con una nota dirigida a la Policía Nacional, al Departamento de Extranjería, ya que siempre estamos acompañados por la Policía Nacional en los operativos, nunca el personal de Migración va solo, si no tienen resolución de campo que los autorice’, declaró González.

Pero algunos hechos reflejan una realidad un tanto distinta. Sí existe una resolución para una acción de campo con No. 369-2010, con la firma de la Directora General, en la que ella misma se autoriza junto a otros funcionarios, entre estos el ex comisionado Taboada y el entonces jefe de investigaciones Carlos Córdova, a realizar dicha diligencia.

EL OPERATIVO

Lo cierto es que luego de conseguir la bitácora, horas más tarde de esa misma noche, se dispusieron a realizar otra ‘acción de campo’, pero sin la participación de unidades de la Policía –procedimiento regular–, en tres vehículos entre particulares y oficiales (pero sin los distintivos respectivos).

Los funcionarios de Migración llegaron hasta la Lavandería Hou en Calzada Larga (entrando por La Cabima) casi a las diez de la noche y detuvieron a la pareja que había llegado el jueves 26 agosto: Fu Hang Hou y a su esposa embarazada Tu Ying Chen. Nou Shun Hou, su hermano, que reside hace diez años en Panamá, habla algo de español y posee su cédula de extranjero. Les hizo frente a las autoridades. Dijo que tenían todo en regla. Los funcionarios no dudaron: se lo llevaron a él también. Posteriormente agregaría que la persona a cargo del operativo era una mujer joven y muy bonita. No sabía su nombre. Sin mucho protocolo, fueron trasladados expresamente a la sede principal de migración en Ave. Cuba y retenidos en el albergue. Pero el operativo no terminaba allí.

Acto seguido, la comitiva salió nuevamente con rumbo hacia Las Mañanitas, en donde ya otros funcionarios les esperaban en una panadería en el Centro Comercial Las Américas. Ahí aprendieron a Yuan Fu Zheng, el otro asiático que había llegado en el mismo vuelo del KLM ese 26 de agosto. Junto con él también fue aprendido su hermano Fu Zhuang Zheng. Como a los otros ciudadanos chinos, les dejaron en el mismo albergue en Ave. Cuba. Habían logrado capturar los cabos sueltos. Ahora debían hacerlos desaparecer.

LA DEPORTACIÓN

En vista de que mantenerlos retenidos en el albergue no era suficiente para aniquilar la evidencia –su ingreso al país estaba siendo cuestionado y que estaban en Panamá no había dudas–, Migración no vio otra salida que deportar a los chinos lo antes posible, buscando evadir el accionar de la justicia: no querían que ninguna otra entidad pública o de seguridad diese con ellos.

Fue así que a la brevedad del rayo, las autoridades migratorias expidieron sendas órdenes para la compra de los pasajes aéreos que harían la ruta Panamá – La Habana – Beijing.

Fue así que Fu Hang Hou, su esposa Tu Ying Chen y el paisano Yuan Fu Zheng, los tres chinos capturados en el operativo de la noche del 2 de septiembre, eran notificados de su deportación con las resoluciones No.17,951, 17,952 y 17,953, respectivamente, todas del 6 de septiembre de 2010, con la firma de la titular de Migración, María Cristina González. Las deportaciones se harían efectivas, según consta en los boletos electrónicos (que forman parte del expediente) el miércoles 15 de septiembre. Incluso iban a sacar del país a Nou Shun Hou, que ya tenía su cédula de extranjero y diez años viviendo en Panamá. Era la persona que había gestionado el ingreso de sus familiares.

Sin embargo, tardaron demasiado. La policía venía tras el rastro del paradero de estos ciudadanos chinos y el 7 de septiembre en una inspección realizada por unidades de policía y de la Fiscalía Auxiliar al albergue en Ave. Cuba, dieron con las cuatro personas que habían sido capturadas en los allanamientos de la noche del 2 de septiembre. De inmediato, la División de Delitos de Posesión y Tráfico Ilícito, solicitó a la Directora General de Migración, poner a la disposición de las autoridades policiales a estos ciudadanos chinos.

El 10 de septiembre todo se complicó. Se abrió una nueva vía de investigación: el camino de la coima. Noushun Hou, el paisano dueño de la Lavandería Hou (en Clazada Larga), cuyo hermano y cuñada habían llegado aquel 26 de agosto, decidió decir toda la verdad. Mediante declaración jurada con la asistencia de un intérprete, declaró que él había tramitado la llegada de su familia. Dijo que se había contactado con Hong Shi Zhang, el paisano que había publicado el anuncio en el periódico chino. Le dijo que quería traer a su familia a Panamá. Por esta ‘ayuda’ pagó 40 mil dólares, entregando los primeros 20 mil la misma noche en que llegaron y los otros 20 mil restantes, en la mañana del día siguiente, el viernes 27 de agosto. Las investigaciones de la Fiscalía Auxiliar confirman que, efectivamente, sí se realizó en el banco chino el retiro de dicha cuantía, de una cuenta a nombre de Chencai Hou, padre de Noushun Hou.

La declaración resultó en una sentencia pendiendo sobre su cabeza. Hacía diez años que vivía legalmente en el país y su cédula era la E 891437. Sin embargo, contra todas las leyes nacionales y los tratados internacionales, la Dirección de Migración ordenó la deportación de Hou. Es una tragedia silenciosa. Primero le cobraron la plata y luego, buscando callarlo, lo sacaron del país como un delincuente. ¿Qué será de la vida de ese hombre en China? Cualquier demanda que presente contra Panamá en cortes internacionales por violación de derechos humanos tiene el triunfo garantizado.

Ese 10 de septiembre también comenzaron a moverse los abogados de los paisanos. Ingresaron recursos de hábeas corpus ante la Corte Suprema de Justicia, que el día 14 de ese mes fue acogido por el magistrado Harley Mitchell ordenando la liberación de las personas detenidas, no sin antes regañar con severidad a la Directora de Migración: ‘De manera recurrente el SNM persiste en reproducir los mismos vicios en el trámite que deben cumplirse con rigurosidad a la hora de restringir la libertad de una persona, actitud que denota indiferencia y temeridad... Los derechos humanos no son proclamas colocadas en el texto constitucional para servir de ornamento’, dice el fallo, entre otros cuestionamientos severos a la Directora de la entidad.

Pero lo que nadie se imaginaría es que el fiscal auxiliar, Ángel Calderón, contestaría al Órgano Judicial no haber ordenado detención preventiva sobre dichas personas, por lo que no existían razones de hecho ni de derecho para detenerlos, ¿habían sido secuestrados por Migración, un organismo del Estado? Lo cierto es que mientras notas iban y venían entre despachos públicos, los ciudadanos chinos se mantenían todavía en el albergue de Migración.

CONTRADICCIONES

Por este caso han sido destituidos varios funcionarios del SNM y al menos media docena de personas son sospechosas directas de integrar la presunta red de traficantes humanos.

Según el expediente, entre los funcionarios de migración investigados figura como el ‘cabecilla’ de la red el comisionado retirado de la policía Rolando Taboada, jefe de Investigaciones y Operaciones. Sin embargo, Taboada se defiende diciendo que todo lo que hizo lo hizo por órdenes expresas de la directora María Cristina González.

Otro vinculado, pero que curiosamente no está siendo inculpado, es Jorge Castillo, hoy ex jefe de Informática y persona de completa confianza de la directora general, a tal punto que se encargó personalmente —por instrucciones directas de María Cristina González—, de llevar a cabo el 26 de agosto en el aeropuerto de Tocumen las detenciones de los tres chinos con supuestos pasaportes falsificados que en realidad eran legales. ‘Coge a cualquier amarillo que veas por allí’, le ordenó.

La figura de Castillo es clave, ya que se trata de la persona con acceso total a los archivos digitales y bases de datos de la entidad, con la facultad absoluta de crear, modificar u ocultar información. De la lectura del expediente se desprende que el otorgamiento de las visas –sumado a las autorizaciones que Migración envío a KLM— debería figurar en los registros oficiales. ¿Esto será así? ¿O se habrán borrado?

Como sería de suponer, ninguno de los presuntos implicados, ahora ex funcionarios del SNM, acepta tener que ver con el irregular movimiento de ciudadanos chinos. Todos aducen haber seguido instrucciones superiores.

Aunque María Cristina González intenta desligarse de todo, sus subalternos la señalan.

Taboada afirma que también fue la Directora quien le ordenó buscar y entregarle el libro de novedades o bitácora del albergue el día 2 de septiembre, en horas de la noche. Documentación que se encuentra desaparecida.

María Cristina en su declaración insiste en no saber. Dice que no estuvo en el operativo aunque en el expediente se puede encontrar la resolución firmada por ella y testigos que dicen haberla visto allí. El conductor de Taboada, Mohaneth Cedeño, contó en su declaración que en la acción de campo de la noche del jueves 2 de septiembre en la que él tuvo que manejar el auto de su jefe, también se encontraba en otro vehículo la propia directora, cuando se allanó la Lavandería Hou en Calzada Larga: ‘La Directora María Cristina González estuvo en el operativo del día 2 acompañada por el señor Gabriel Dejanón’, declaró.

Es decir: hay testigos y hasta una orden firmada por su puño y letra hablando de un operativo donde la vieron, pero María Cristina González dice no haber estado.

Por su confesión, Mohameth Cedeño ahora es blanco de fuertes presiones dentro y fuera del SNM, todo porque se atrevió a contar lo que nadie más quiso ver.

Mañana cuarta entrega: La ruta del dinero.

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