El arte del levante

Actualizado
  • 27/05/2012 02:00
Creado
  • 27/05/2012 02:00
Desde que se abrió la puerta del bar, Luis posó sus ojos sobre Sofía. Llevaba 40 minutos mirándola y solo dejaba de observarla cuando to...

Desde que se abrió la puerta del bar, Luis posó sus ojos sobre Sofía. Llevaba 40 minutos mirándola y solo dejaba de observarla cuando tomaba un trago de cerveza, aunque a veces se las ingeniaba para sorber y seguir deleitándose.

Mientras ella encandilaba el espacio con su vestido blanco y pelo rubio levemente rizado, Luis se dio cuenta que no era el único que la quería. Entre la multitud había competencia, y seria. Otros ojos ondulaban en la sintonía de Sofía, pero la Julieta de la noche aún no se percataba de sus Romeos. Sus amigas la mantenían ajena al cruce de miradas.

Cada minuto que pasaba era un martirio para el panameño de 26 años. En cualquier momento alguno de sus cinco ‘oponentes’ intentarían un movimiento. Entonces se decidió. Empinó la verde botella. Se acomodó el pelo, que brillaba por el gel, la camisa, el jean, y se lanzó. Ella lo vio venir. Ya sabía qué pasaría.

—Hola, ¿cómo te llamas?—, preguntó él.

—Sofía—, respondió ella. —¿Y tu?—

Mariposas revolotearon en su interior.

LA PREPARACIÓN

Salir una noche en busca de un o una amante es todo un juego de estrategia que empieza en la casa y, si las piezas se movieron con éxito, puede ser donde termina. Pero primero lo primero. La ropa para la ocasión tiene que hablar por sí sola, por si acaso las palabras no funcionan. O no salen en absoluto. Antes de emprender el viaje la parte de los químicos y su amplia gama de ricos olores es un complemento que bien se puede considerar como fundamental. Sobre todo cuando el objetivo es una fémina.

El año pasado, Charles J. Wysocki, neurólogo experto en comportamiento humano, demostró en un estudio aislado que las mujeres tienen mucho mejor sentido del olfato que los hombres. La Universidad de Liverpool y la de Harvard revelaron que oler bien (gracias a un desodorante o colonia) nos hace sentir seguros, al tiempo que mejora la imagen que proyectamos sobre el otro.

Aunque al principio no se veía con muchas chances ante la belleza de Sofía, chilena, de 24 años de paso por Panamá, Luis no bajó los brazos y logró tragarse la inseguridad con la cuarta cerveza de la noche. Ella, en cambio, todavía no terminaba su segundo vaso de vodka con naranja. El cranberry no le gusta porque considera que al mezclarlo con el alcohol deja un sabor ácido.

‘No se puede mostrar inseguridad ni nervios. Eso sería ponerse la soga al cuello. Hay que ser cauteloso, pero sin que se note’, me explica Luis, al tiempo que toma otro ‘sip’ de cerveza, mira alrededor y se mueve al ritmo de la música, lo suficiente para no pasar por un elemento decorativo. ‘A las mujeres les gustan los hombres seguros y que sepan bailar’, comenta.

Hubo un punto de inflexión en la noche. Por un lado estaba Sofía, encantadora con su atractivo místico foráneo, y por el otro una chica panameña que no se veía mal, y que casualmente él conocía. Cada vez que se quedaba sólo , su coterránea le hacía alguna mirada para llamar su atención.

EXTRANJERAS, SÍ

‘En plan de una noche elijo la extranjera. Las panameñas son unas drama queen y les gusta hacerse las difíciles. Además buscan ‘manes’ con plata y carro. Si uno no tiene nada de eso, olvídate de que puedas terminar en la cama’, explica Luis.

Y el razonamiento de Luis parece ser generalizado. Muchos panameños coinciden en que el arte de conquistar puede dividirse en dos formas bien distantes: cómo conquistar a una panameña y cómo a una mujer del resto del mundo. ‘La verdad es que no es tarea fácil (conquistar una panameña) y cansa bastante. Además gastas mucho dinero’, apunta Julio.

De diez hombres panameños consultados sobre este tema, siete coincidieron con Luis. Cortejar a una panameña, cuando lo que se pretende no es más que un encuentro casual, puede tornarse más difícil y demandante de lo que uno cree.

‘Luego de conocerla, empiezas a salir. Una cita es una linda cena, después algunas te dicen que las lleves a comer un helado. Al otro día quieren ir al cine. Y uno gasta y gasta, pero no recibe nada a cambio’, manifiesta José, de 25 años, recordando su relación de adolescencia, que duró 3 años. Desde los 19 está soltero y prefiere aventuras con las extranjeras.

Este aspecto que ‘denuncian’ los galanes panameños es también causa y efecto de otro fenómeno: la preferen cia por las prostitutas.

‘No hay que analizar mucho. En un putero te acuestas con alguna por 25 dólares. En cambio, para ligar con una chica que conociste en un bar, gastas en trago, luego en una cena, en cine... Al final son mínimo $50 para terminar ‘arropando’, se queja Cristian.

Como él, muchos panameños prefieren salir a tomar algo a los bares de Casco Viejo, donde abundan las extranjeras, o la Rana Dorada en el corazón de El Cangrejo. Allí, Luis conoció a Sofía.

Cuando la chilena regresó del baño, éste la estaba esperando con una réplica del trago que recién se le había terminado. Ella sonrió. El tiempo se fue volando. Después de dos horas de charla, risas y coincidencias alentadoras, pasaron de la pista a la privacidad de un rincón. El perfume ‘Ralph Lauren Blue’ de él ya había hecho de las suyas en el olfato de ella. ‘Esa colonia me encanta’, dijo en algún momento.

Sobre la influencia de los perfumes en los encuentros, en el Karolinska University Hospital (EEUU) se centraron en la parte química de los olores y concluyeron que las feromonas sexuales femeninas, tras impactar con el órgano vomeronasal activan el hipotálamo, responsable de los estímulos y respuestas de superviviencia, como la reproducción. Esto significa que el olfato desempeña un papel vital en el ‘galanteo’.

Varios estudios sobre el comportamiento humano en las citas, sugieren que para iniciar una buena conversación, música, literatura y cine son tópicos eficaces para que la persona a la que se quiere seducir se explaye sobre sus conocimientos sin sentir presión alguna.

Casualmente, Sofía es fanática del cine y le gusta mucho la música. Luis digamos que no es un experto en ninguna de las dos materias, pero sabe cómo moverse en la charla y, si es necesario, esquivar preguntas. O ‘mandar el balón al córner’, como se diría en términos futbolísticos, algo que él sí conoce con seguridad.

Todo iba viento en popa. Luis logró intercalar temas culturales con humor, tal como recomiendan los especialistas, pero sin pasar por humorista. ‘Eso te condena. Te terminan tomando como amigo’, explica él. Las visitas durante el día a las exclusas de Miraflores, al Cerro Ancón y al Casco Viejo le pasaron factura a la turista a las 2 de la mañana. Ni lento ni perezoso, Luis se ofreció a acompañarla a tomar un taxi, deseando compartirlo con ella.

Salieron del establecimiento. La cabeza gigante de Albert Einstein los observó cruzar la calle y tomar la Vía Argentina cuesta arriba. Cuando menos se lo esperaba, cuando los contactos corporales ya no eran ni esporádicos ni sin querer, un auto con música a todo volumen se parqueó donde ellos. Eran sus amigas con recientes nuevos amigos. ‘¡Sofía, te estábamos buscando! Sube que nos vamos a una fiesta’.

Sin tiempo ni privacidad para la despedida que él ya se imaginaba, Sofía se subió al carro y éste enfiló hacia la izquierda en el semáforo de ‘On the run’. Ella no tenía celular. Las tácticas de Luis funcionaron, pero el destino tenía otros planes. Al final se quedó sin el pan y sin la torta.

ELLAS ESPERAN

No se sabe ni cuándo ni cómo se estableció que los hombres deben abordar a las mujeres. También es cierto que en varios países esto no es siempre así, incluso son ellas las que escogen e inician la charla. Pero en Panamá las normas sociales sugieren que el primer intento de acercamiento es de él, y punto.

Por eso, la ‘zona confortable’ para la mujer es la pasividad. Si viene algún interesado, todo dependerá de las fichas que éste mueva. Claro está que el atractivo físico es lo primero que despierta interés en la otra persona. No por reconocer esto se es superficial, aunque mucha gente habla del ‘valor como persona’.

‘Eso es mentira. Lo que llama la atención es el físico. Es así en ambos casos. Luego se descubre si por dentro hay algo’, indica Natalia, de 28 años. Su táctica, como la de muchas mujeres, según ella, es actuar lo más natural posible cuando aparece un potencial amante y, cuando se cruzan las miradas, sonreír tímidamente a modo de aprobación.

Cuando sucede esto, el juego de estrategias se torna en una danza de seducción de ‘tirar y soltar’. Una sonrisa medida y maquillada con una mirada picaresca le da pie al hombre, quien, por naturaleza, pensará que ha encontrado una presa. Ella se deja seducir, él no sabe que está siendo seducido. En este caso, el cazador termina cazado.

Era casi media noche y en la discoteca Pure, en Calle Uruguay, Natalia ya había tenido varios interesados en comprarle un trago. Ninguno le llamó la atención. A diferencia de los hombres, ellas ‘no salen de cacería’, por eso ella estaba tranquila, consciente de que en algún momento aparecería ‘el elegido’. Y apareció.

Se llama Juan José, tiene 27 años y es abogado. Como en cada ocasión de acercamiento, ella lo atrajo y él atacó, cordial, casi con displicencia. ‘Eso fue lo que me gustó, que no vino como desesperado ni soberbio’, apunta la chica.

Bailaron lo suficientemente lento y cerca como para entablar una conversación. Él hablaba poco, pero lo justo. Ella sonreía y asentía. Con la seductora voz de una mirada intensa le dio el ‘ok’ para que la besara. Él la besó. ‘A buen entendedor pocas palabras’, se ríe una semana después del suceso. Hoy está sola, pero ‘Juanjo’ quedó de llegar en cualquier momento. Su estrategia funcionó al pie de la letra.

EL PODER DEL BESO

‘Su forma de besar le dio muchos puntos’, confiesa Natalia. Y sí, hay una razón científica para lo que apunta. Besar es todo un arte. Incluso, tiene su propia rama que lo estudia. Se llama filemantología y las últimas investigaciones sugieren que intercambiar saliva nos ayuda a escoger la pareja más adecuada.

No hay una receta exacta para conseguir un acompañante, aunque sí hay reglas generales que pueden ayudar. Por el lado de los hombres, llevar una postura que denote seguridad, tener sentido del humor y una amplia gama de temas de conversación son factores determinantes. Respecto a las mujeres, muchas coinciden en que verse bien es suficiente para llamar la primera atención. Y finalmente todos somos exploradores en busca del tesoro.

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