Un fantasma al que bautizaron ‘Chaflán’

Actualizado
  • 10/11/2013 01:00
Creado
  • 10/11/2013 01:00
¿Quién es Cándido Natalio Díaz? La respuesta depende de quien lo diga: para unos era un cómico, un boxeador y, en cierta forma, un dirig...

¿Quién es Cándido Natalio Díaz? La respuesta depende de quien lo diga: para unos era un cómico, un boxeador y, en cierta forma, un dirigente comunitario, la persona que sacó a Roberto Durán de las calles y lo metió en el camino que lo llevaría luego a la fama; para otros, era un pillo que se valía de los muchachos del barrio para hacerse de unos reales, que vendía todo tipo de baratijas y objetos robados para sobrevivir.

EN BUSCA DE ‘EL YOGA’

Gustavo Gutiérrez vive en San Miguel, Calidonia. Dar con su residencia no es tan difícil, pues todo mundo en el barrio sabe quién es ‘El Yoga’, sobrenombre con el que lo conocen debido a las contorsiones que realiza como parte de la práctica de esta disciplina.

Una vez ubicado el edificio, ‘Renovación’, hay que pasar por un pasillo y subir unas escaleras hasta encontrar el pequeño apartamento del ‘yogi y mentalista’. Toda su vida ha vivido en eso que conocemos comúnmente como ‘la ciudad’ (El Chorrillo, Santa Ana, Calidonia, etc.)

‘El Yoga’ cuenta que su primer acercamiento a ‘Chaflán’ se dio en la avenida Balboa. Era el año de 1969, comenta. ‘Yo iba corriendo por la avenida Balboa a eso de las 6:00 a.m., por donde está la Contraloría, ahí habían unas casas que daban al mar. Andaba por esa hilera, cuando vi a ‘Chaflán’, quien hacía maromas y ejercicios’. Menciona Gutiérrez que verlo haciendo todos esos malabares le llamó la atención y por eso le dijo: ‘Oiga, ¿por qué no me enseña alguno de esos ejercicios?’.

‘El Yoga’ cuenta que Chaflán accedió a enseñarle sus trucos y acrobacias, pero que antes le dijo que debían ‘esperar a Robertito’.

–Yo le pregunté quién era ‘Robertito’– acota quien también trabaja en el hipódromo llevando estadísticas– y me dijo: ‘ya verás’.

‘Robertito’ era nada más y nada menos que Roberto Durán.

A LA SOMBRA DE ‘MANO DE PIEDRA’

La imagen de Cándido Díaz parece estar eternamente conectada a la de ‘Mano de Piedra’. Aun aquellos que no lo conocieron o no vivieron esa época comentan: ‘Chaflán fue quien metió a Durán al boxeo y lo impulsó a ser lo que es hoy’.

Manuel Orestes Nieto, escritor panameño, comenta: ‘Chaflán no es un eco de Durán; ‘Chaflán’ no es un episodio de la vida de ‘Manos de Piedra’; sino al revés’.

El historiador César del Vasto coincide con Nieto y comenta: ‘Cándido Díaz era parte del paisaje de San Felipe y Santa Ana mucho antes de que conociera a Durán. Él era un personaje del barrio, parte del paisaje de la ciudad’.

En una entrevista comentó el mayor boxeador latinoamericano de todos los tiempos que durante su infancia en el barrio de El Chorrillo había una cantina cerca de su casa. En una ocasión mientras trabajaba lustrando calzados: ‘Llegó una persona y comenzó a bailar. Había decenas viéndolo desde la cantina. Hacía caras cómicas, y cuando terminaba le daban dinero’. Esa persona resultó ser Cándido Díaz, ‘Chaflán’.

En la biografía ‘Hands of stone’, escrita por Christian Giudice, el escritor califica a Cándido Díaz como ‘casi un padre’ para Roberto Durán. Añade el periodista: ‘Para los niños que vagaban por las calles, Chaflán era un héroe, alguien que se rehusaba a abandonarlos cuando todos los demás sí lo hacían’.

Gustavo Gutiérrez añade a las aseveraciones de Giudice: ‘Ante la ausencia de un padre, Chaflán ocupó ese papel. Él le enseñó sus primeros ejercicios’.

Pedro Quintero vende cigarrillos y pastillas frente al Hospital Santo Tomás. Quintero, de 66 años, comenta que él fue vecino de ‘Chaflán’ en Loma La Pava y lo conoció. De las primeras cosas que comenta sobre el cómico es que ‘quería a Durán como hijo, familia y amigo’. El buhonero coincide con Gutiérrez y menciona que ‘en los pinitos boxísticos de Durán, Chaflán lo ayudaba en sus entrenamientos’.

Pero no sólo en el boxeo Cándido ayudaba a Durán. También lo ayudaba a sobrevivir. En una entrevista el chorrillero mencionó que junto a ‘Chaflán’ y otros muchachos ‘nos íbamos y despertábamos en la imprenta de periódicos. Los periódicos salían como a las 5 de la mañana. Éramos como siete u ocho chicos que no nos regresábamos a casa, sino que nos quedábamos con ‘Chaflán’. Había una ventanita, nos daban un boleto, y el primero tomaba los periódicos y los vendíamos rápido’.

EL CÓMICO, DEPORTISTA, EL HACE-TODO

Manuel Orestes Nieto escribió el poema ‘El rostro de las calles’ en homenaje a ‘Chaflán’ al enterarse de su muerte, a principios de la década de 1990. Comenta el vate que su relación con ese personaje viene de su infancia: ‘En mi niñez vivía yo frente al Instituto Nacional y teníamos nuestra gallada de amigos; él siempre pasaba por allí, se detenía, jugaba con nosotros, hablaba en trabalenguas, de pronto cambiaba, te hablaba en serio, claramente, seguía su camino’.

Olga Cárdenas, conocida dirigente del ‘barrio mártir’, da una descripción muy similar a la del escritor ganador del premio Miró: ‘A ‘Chaflán’ le gustaba mucho andar con niños a quienes ponía a estudiar, a que hicieran deportes. Él se iba, desde Calle 27 El Chorrillo, hasta la avenida Central, lo que hoy es La Peatonal. Allá se ponía a hacer malabares y morisquetas y la gente le daba algo de dinero. Con eso es que sobrevivía día a día’.

‘Chaflán no era ningún payaso; era comediante’, comenta Gustavo Gutiérrez cuando se le menciona que en ciertas páginas de Internet lo clasifican así. ‘Él hacía gracias por ahí y la gente le daba plata. Hacía malabares con pelotas, a veces iba corriendo por ahí y de la nada espantaba a la gente, se paraba de cabeza, caminaba y de repente abría los pies, hacía muchas cosas Chaflán’. Adiciona el residente en San Miguel que no sólo la central era escenario de las bromas y ocurrencias de este personaje: ‘También hacía sus espectáculos afuera del gimnasio de El Marañón, donde hoy está el Mercado del Marisco, y en la playa de avenida Balboa, en la cual uno podía aún bañarse’.

Quintero, su vecino en Loma La Pava, considera que Cándido Díaz tenía ‘una locura extraña. No era un loco arrebatado, sino de esos a los que les gusta hacer show. Era una locura jocosa. Le gustaba hacer payasadas’.

Pero ‘Chaflán’ no sólo vivía de hacer muecas y cosas estrafalarias. Comenta Gustavo, ‘El Yoga’, que Díaz también era deportista: ‘Él era boxeador amateur, peleaba en el gimnasio de El Marañón contra un muchacho que le decían ‘Comején’. Lo hacía para ganarse unos reales. A veces lo que hacían era declarar la pelea empate para que los dos se llevaran la misma bolsa’.

Pedro Quintero, el buhonero, comenta que con todo y que ‘nunca tuvo un verdadero trabajo’, Cándido Díaz ‘nunca pasó hambre. Mucha gente lo ayudaba por ser tan jocoso. Él estaba metido en el deporte, y en las actividades de su comunidad. A pesar de su vestimenta (un sombrerito y una suerte de overall) él jamás pasó problemas de hambre’.

César del Vasto, historiador, analiza a Cándido Díaz como un ‘sobreviviente del barrio que llegó a hacer miles de cosas: vendía periódicos, legumbres, especies; todo tipo de artefactos, collares y pulseras, por mencionar algunas. Su familia, inclusive, tenía un pequeño puesto en Salsipuedes’.

EL OTRO ‘CHAFLÁN’

‘Esa historia de que ’Chaflán’ era un padre para ’Manos de Piedra’, no es más que un romanticismo’ comenta del Vasto, quien añade: ‘Chaflán’ se aprovechaba de los muchachos al ponerlos a vender cosas. Les daba algo; pero se quedaba con la mayor parte del dinero’. Según el historiador, Díaz ‘se aprovechó de que Durán era un pelaíto muy pícaro, travieso y muy pobre. ’Chaflán’ lo ponía a pelear en el gimnasio de El Marañón y apostaba por él. En esa época había un mafioso, judío, que tenía negocios en Colón. ’Chaflán’ le decía a este mafioso quién tenía talento para el boxeo y era bueno para apostarle. A Durán lo ponían, entonces, a pelear en Colón y en Panamá contra jóvenes mucho más grandes que él. En su mayoría eran pela’os negros, con mucha hambre y ’El Cholo’ siempre los tumbaba, generalmente en los primeros asaltos. Sí, ’Chaflán’ fue su iniciador en el boxeo; pero se aprovechó de Durán e hizo mucha plata con él’, considera.

El ‘Chaflán’ que describe César del Vasto es muy diferente al que Gustavo Gutiérrez, Pedro Quintero, Manuel Orestes Nieto u Olga Cárdenas recuerdan. Dice el historiador que Candido Natalio ‘era un tipo del arrabal, que se juntó con algunos personajes de la bohemia. Él era muy popular porque ayudaba a los de su clase; sin embargo también trampeaba a los suyos. Estaban los que lo respetaban y los que ni en pintura lo querían ver. ’Chaflán’ era un vividor como los tantos que ha tenido esta ciudad’.

‘Yo conocí a ’Chaflán’ casi al final de su vida, cuando era prácticamente una especie de ’estropajo humano’ Le gustaba mucho la bebida. Traté muy poco con él; pero él seguía manteniendo la capacidad de hablar de sus aventuras y traumas. Tenía mucha labia’, indica del Vasto.

Narra el escritor que, contrario a lo que todos dicen, Díaz sí dejó descendencia, en su mayoría mujeres; sin embargo, ‘no reconoció a ninguna porque no confiaba en las madres de éstas’.

‘CHAFLÁN’, REDIMIDO

Al parecer, este tipo de apreciaciones sobre Cándido Díaz, ‘Chaflán’, no son una novedad. En su poema ‘El rostro de las calles’, Orestes Nieto justamente hace referencia a comentarios similares a los de César del Vasto. En una estrofa, el escritor dice:

‘Si te llamara–Cándido Díaz– por tu nombre/ no me contestarías/ tú fuiste acusado y señalado de analfabeto/ loco ladrón embustero proxeneta vividor avivato/ vagabundo inútil payaso y degenerado’.

Unos versos más adelante, considera el vate:

‘eras la esencia el pantallazo/ la pincelada de pies y manos /de una incomparable ciudad tropical /que de no ser por ti/ no sería lo que fue y lo que es’.

Con respecto a cómo era realmente Chaflán, Gustavo Gutiérrez comenta: ‘En el año que traté con él, siempre lo consideré un buen tipo. Nunca lo vi derrotado, no se quejaba; siempre tenía actitud positiva y nunca anduvo en vicios. La gente es mal intencionada. Recuerdo que por la forma en que los muchachos se acercaban a él algunos decían que era ’homosexual’ lo cual es totalmente falso. Nunca Cándido tuvo alguna actitud extraña con Durán ni conmigo’, asevera el estadístico.

‘Chaflán’ se hacía querer por todo el mundo. Nunca en todo el tiempo que viví en Loma La Pava y en El Valle de San Isidro, vi que él tuviese conflicto con algún vecino o que alguien se quejara de él: era excéntrico; pero no era conflictivo. Al contrario, si él viviera o hubiese más personas como él, la juventud hoy sería otra cosa. ’Chaflán’ nunca estuvo en drogas. Si viviera hoy, dirían que su felicidad, su jocosidad son producto de la droga, lo cual no es cierto. ’Chaflán’ tenía un don’, analiza Pedro Quintero.

LA VERDADERA MUERTE

‘Alguien debería escribir de ’Chaflán’, porque sino se va a perder todo lo que él fue’, considera Quintero. Gustavo Gutiérrez es más categórico y dice: ‘La gente se olvidó de ’Chaflán’, nadie se acordó de él ¿Cómo es la vida, no crees?’, cuestiona ‘El Yoga’.

Ambos comentan que cuando murió, no hubo grandes homenajes ni reconocimientos a ‘Chaflán’. Pedro Quintero añade: ‘Yo escuché en el momento que Durán y El Chorrillo y la gente del pueblo le hicieron cierto reconocimiento; pero ningún homenaje por parte de las autoridades’.

Dicen los últimos versos del poema de Orestes Nieto:

‘podrán terminar de fabricar todas las hipótesis/ podrán ahora multiplicar todas las anécdotas/ podrán hacer crecer todas las infamias/ pero no podrán bajo ninguna circunstancia/ dejar de reconocer/ que les ha dolido como me duele/ lo que te dolió morir.

Cándido Díaz–alias Chaflán–/ dijo la televisión /murió atropellado esta noche’.

‘La gente vive siempre que se le recuerde’ dicen los cristianos. ¿Qué pasará, entonces, cuando los que recuerdan a ’Chaflán’ ya no estén? ¿Qué pasará si ahora, cuando todavía muchos de los que trataron a Cándido Díaz, lo han transformado en un fantasma borroso debido a la inexactitud de las memorias? ¿Qué pasará cuando ya no haya nadie que entienda a quién le escribió con tanto dolor Orestes Nieto ‘El rostro de las calles’? Ese día, supongo, ‘Chaflán’ habrá muerto de manera definitva e irreparable.

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