Las políticas mundiales contra la obesidad

Actualizado
  • 02/03/2016 01:00
Creado
  • 02/03/2016 01:00
Los efectos adversos de una oferta de comidas poco adecuadas para nuestros jóvenes debe derivar en la adopción de estrategias efectivas

En vista del debate que se ha producido en Panamá a raíz de la propuesta para regular la venta de alimentos en quioscos escolares debido a los efectos adversos para la salud asociados con el consumo generalizado de comidas altas en azúcar, sal y grasas saturadas, es importante reconocer que muchos países han tomado medidas similares y hasta más profundas para reducir su consumo.

Las acciones más comunes incluyen, además de la reducción en la oferta de alimentos no saludables en escuelas, impuestos, restricciones para la publicidad dirigida a niños, campañas de sensibilización y el etiquetado frontal en los envases.

Aunque hemos identificado más de setenta acciones que se han implementado en casi cincuenta países, que abarcan todas las regiones del mundo, ninguna se aplica en Panamá.

IMPUESTOS

Cinco países de América Latina y Europa (Chile, México, Finlandia, Hungría y Francia), cuatro pequeños estados insulares (Samoa, Mauricio, Polinesia Francesa y Tonga), una ciudad (Berkeley, California) y un pueblo nativo americano (Nación Navajo, en los Estados Unidos), han aplicado impuestos especiales a las bebidas azucaradas. Por debajo del 20%, en la Nación Navajo (2%, implementado en abril), Chile (8%, desde enero de 2015), México(10%, enero de 2014) y Francia (10%, enero de 2012), y en las islas de la Polinesia francesa (12%).

La tasa impositiva más alta, de 12 a 25% (dependiendo del tamaño del contenedor), se aplica en Berkeley.

Aunque en la mayoría de los países, el impuesto cubre principalmente las bebidas azucaradas, en Hungría, por ejemplo, el impuesto (adoptado en 2012) está relacionado con el azúcar, la cafeína y el contenido de sal de diferentes categorías de alimentos y bebidas listos para el consumo, incluyendo las bebidas energéticas, que son ampliamente consumidas por los jóvenes.

En México, el impuesto sobre las bebidas azucaradas se combina con un impuesto de 8% en los llamados alimentos no esenciales que son altos en azúcar, sodio o grasas saturadas no saludables.

El efecto de estos impuestos ha sido variado. En Hungría, un análisis econométrico de las categorías más grandes de alimentos y bebidas mostró una disminución del 3% en la compra de alimentos procesados y un aumento del 1% en la compra de alimentos no elaborados después de la introducción del impuesto.

Otros informes iniciales muestran una disminución del 27% en las ventas de alimentos gravados y una amplia reformulación de alimentos por parte de la industria.

Este descenso también se observa en los datos de Euromonitor en Francia, donde el impuesto condujo a un aumento de precios de 5% y una reducción del 3% en las ventas. En Chile, el consumo de sodas registró un consumo ascendente, hasta que se implementó el impuesto.

La evaluación de Chile se iniciará este año con datos y métodos utilizados en la evaluación de México, por el Programa Mundial de Alimentos de Investigación de la Universidad de Carolina del Norte y el Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos de la Universidad de Chile.Tras dos años con la medida, los resultados en México muestran un descenso del 6% en las compras de bebidas gravadas durante 2014. Esta diferencia se hizo más pronunciada durante 2015, cuando se alcanzó una reducción del 12%.

La retracción en el consumo fue mayor en los hogares con bajo nivel socioeconómico, con una disminución media del 9% en 2014 y hasta del 17% en diciembre de 2015.

RESTRICCIONES

Un aspecto importante de las acciones gubernamentales en todo el mundo ha sido mejorar la calidad de los alimentos disponibles en las escuelas. Aunque las políticas varían considerablemente de un lugar a otro, algunas de las normas establecidas son para comidas cocinadas, otras para máquinas dispensadoras y otras más específicas para bebidas azucaradas y frituras. La mayoría de estas políticas a nivel escolar son obligatorias, aunque existen también ejemplos de aplicaciones voluntarias.

Desde el año 2011, existe en Costa Rica una ley que prohíbe la venta de sodas, bebidas azucaradas y alimentos procesados cuya porción de 100 gramos contenga más de 12 gramos de grasa total, 6 gramos de grasa saturada, más de 20 gramos de azúcar o más de 400 miligramos de sodio, o más de 400 calorías.

Similar medida existe en Colombia desde el año 2014 y muchos países de la región centroamericana están en proceso de adecuarse a los lineamientos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que dicta medidas para regular alimentos poco saludables o malsanos.

La evidencia sobre los efectos de la restricción de sodas y demás bebidas azucaradas en el consumo en escuelas proviene principalmente de Estados Unidos, donde la prohibición a nivel estatal ha llevado a la disminución constante de la disponibilidad en escuelas.

Los hallazgos sugieren que son necesarias una serie de medidas sinérgicas, tanto dentro como fuera de las escuelas, ya que las preferencias y hábitos de consumo de este tipo de bebidas ya están profundamente arraigadas.

RESTRICCIONES

Los esfuerzos para reducir la exposición y el poder de la publicidad de bebidas azucaradas a niños han sido menos estudiados que las acciones impositivas revisadas anteriormente.

No obstante, El Reino Unido, Irlanda y Corea del Sur restringen la publicidad de bebidas azucaradas como parte de las regulaciones sobre la publicidad de alimentos ricos en grasa, azúcar y sal, pero estos son aplicables sólo a los canales de comunicación específicos (principalmente televisión).

Irán tiene prohibida toda publicidad de refrescos en la televisión desde 1994. Desde 2007, Francia requiere mensajes de salud en toda la publicidad de alimentos y bebidas y el próximo 1 de julio, Chile implementará una nueva ley para prohibir la publicidad a los niños de alimentos y bebidas con alto contenido de azúcar, sodio, calorías o grasas saturadas.

CAMPAÑAS PÚBLICAS

Varias autoridades han lanzado campañas de conciencia pública.

En Nueva York, el Departamento de Salud estableció un precedente en 2009 con su campaña ‘No beba grasa' para reducir el consumo de bebidas azucaradas.

Esta campaña fue adaptada en otros estados y en Los Angeles, California, se implementó la campaña ‘Elige La Salud', para aumentar el conocimiento público sobre la toxicidad del azúcar en las bebidas.

Igualmente, existen campañas de sensibilización pública sobre el consumo de sodas en Irlanda (Smart Swaps), Inglaterra (Change4Life) y Australia (LiveLighter).

En Tonga, la campaña ‘bocado de azúcar', utiliza la imagen de una botella de soda con una etiqueta que dice ‘diabetes' para alertar de ese peligro.

La evidencia sugiere que las campañas de sensibilización pública son eficaces en la reducción del consumo de alimentos poco saludables y bebidas azucaradas si utilizan varios modos de comunicación y son dirigidos por un periodo sostenido.

En una evaluación realizada en Nueva York, más del 60% de los encuestados informó que era probable o muy probable que redujeran su ingesta diaria de bebidas azucaradas.

INFORMACIÓN EN ENVASE

Las etiquetas de advertencia utilizadas en la parte frontal del empaque que muestran los niveles de azúcares que contienen los alimentos han sido adoptadas en varios países.

En 2014, el Gobierno ecuatoriano estableció un precedente al exigir las llamadas etiquetas semáforo en alimentos y bebidas envasadas. Las etiquetas muestran los niveles de azúcar, grasas y sal con los códigos de color: rojo (alto), naranja (medio) o verde (bajo).

Este enfoque se implementó por primera vez en el Reino Unido en 2006, cuando se crearon directrices voluntarias por el productor que luego fueron revisadas por el gobierno en 2013.

En Chile, se exigirá a partir del próximo 1 de julio que todos los alimentos con alto contenido de azúcar, sodio y grasas saturadas muestren una etiqueta de advertencia sobre sus efectos nocivos en la salud.

En algunos países, la industria de alimentos y bebidas ha adoptado un enfoque alternativo de etiquetado de calorías de forma voluntaria.

Por ejemplo, el uso de estrellas en Australia para promover el consumo de productos sanos y de etiquetas verdes en Dinamarca, Noruega, Suecia e Islandia para indicar alimentos que son rico en nutrientes.

Los efectos de las etiquetas frontales en el consumo de los alimentos procesados y bebidas azucaradas todavía deben ser más evaluados, pero deben considerarse como información para el consumidor.

La evidencia sugiere que este tipo de etiquetado es más fácil de entender e interpretar que las tradicionales guías nutricionales, pero su efecto depende de la naturaleza de la población, de su nivel de educación y de la sensibilidad de los compradores hacia la nutrición.

Igualmente, diferentes tipos de etiquetas parecen dar respuestas diferentes.

Un pequeño estudio realizado en New York sobre la venta de sodas sugiere que el suministro de información calórica generó un descenso en el consumo.

También existe evidencia de que los símbolos frontales en la etiqueta puede tener un efecto positivo en la reformulación del consumo de alimentos y bebidas.

MÁS AJUSTES

Aunque las normas obligatorias y acciones voluntarias para reformular alimentos procesados son abundantes en todo el mundo, estos objetivos se aplican generalmente a la sal y grasas trans.

Solo Francia ha hecho esfuerzos concertados para establecer objetivos de reducción de azúcar en alimentos y bebidas. Desde 2001, esta en marcha una estrategia para reducir el consumo de azúcar en un 25%, pero únicamente se aplica a alimentos y no a bebidas.

CONCLUSIONES

Para completar el análisis son importantes las siguientes consideraciones: el azúcar agregado a los alimentos tiene efectos adversos sobre la salud, las bebidas azucaradas y alimentos procesados son las principales fuentes de azúcares agregados en la mayoría de los países y el consumo de bebidas azucaradas aumenta más rápido en los países de ingresos bajos y medianos.

La OMS, los principales organismos científicos y la mayoría de los países desarrollados reconocen la importancia de reducir el consumo de bebidas azucaradas para mejorar la salud pública y reconocen el incremento de la obesidad asociada a la mala alimentación.

Según el organismo internacional, desde 1980, la obesidad se ha más que doblado en todo el mundo y ya en 2014 más de 1,900 millones de adultos tenían sobrepeso (18% obesos). La última estadística de la rganización (2014) identificaba 48 millones de niños con sobrepeso, antesala de la obesidad, ‘una enfermedad que puede prevenirse'.

Si bien el consumo de sodas podría estabilizarse o disminuir en algunos países que han adoptado las medidas descritas, es importante la evaluación no sólo de los impuestos de azúcar, sino de los controles de la publicidad y el etiquetado frontal en el envase. También hay que tomar en cuenta el aumento de las ventas de las ebidas energizantes con azúcares agregados, muy populares entre jovenes adultos.

Publicaciones especializadas como el New England Journal of Medicine, Childhood Obesity y Lancet recomiendan con frecuencia desde sus editoriales el control del consumo de alimentos identificados como nocivos, al igual que universidades y centros de investigación como el Carolina Population Center, Harvard School of Medicine y New York University.

Corresponde ahora a las autoridades nacionales de salud, al igual que a los grupos locales de activistas y consumidores organizados, asegurar que las medidas que se aplican con éxito en otros países puedan replicarse en Panamá, con el objetivo de que la epidemia de la obesidad pueda detenerse antes que sea más grave.

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CONCLUSIONES

Hay que atacar el problema

Según los datos publicados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), la prevalencia de la obesidad, específicamente en niños, niñas y jóvenes en edad escolar a nivel internacional es cada vez mayor.

En 2014, según el organismo, había unos 48 millones de menores de edad con sobrepeso, registrándose la mayor parte de los casos en países en vías de desarrollo, y con gran énfasis, en América Latina.

La OMS considera la obesidad infantil como uno de los más graves problemas de salud pública del Siglo XIX; en Panamá, aún no se define cómo atacar el problema, contra el que se recomienda una perspectiva integral con el establecimiento de ordenanzas sobre el consumo de alimentos con altos contenidos de grasas y azúcares y la promoción de una alimentacón balanceada.

La obesidad infantil puede degenerar en otras complicaciones de salud en la edad adulta, como diabetes, presión alta, enfermedades gastrovasculares, problemas de sueño y hasta cáncer.

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