Mujeres en territorio ajeno

Actualizado
  • 09/03/2018 01:00
Creado
  • 09/03/2018 01:00
A pesar de los avances que se han venido dado en la legislación nacional, los casos de violencia doméstica y feminicidio continúan. El asesinato como la respuesta más violenta y retrógrada a la igualdad de género

Una mujer, entre 20 y 25 años, cruza la calle. Los automóviles bajan la velocidad; ella responde con un amago de saludo y sonrisa. Sabe que la cortesía tiene un precio: someterse al escrutinio, a que las miradas recorran su esbelta pero curvilínea anatomía, se posen sobre su blusa y sus jeans, negros y ajustados; su rostro joven acariciado por las ondulaciones del cabello cobrizo. Mientras ellos la desnudan con la mirada, ella baja la suya. Su sometimiento es un reflejo aprendido, ejercitado durante años de enfrentarse a la lujuria, de saberse objeto de la lascivia de los hombres que la ‘consumen' cuando ella les pasa al lado. Es su forma de enfrentar la violencia.

Son estas actitudes sexistas las que pueden terminar en el asalto físico. Tal es la percepción de feministas como la diputada Ana Matilde Gómez, que recientemente logró la implementación de una ley contra el acoso y hostigamiento en el entorno laboral y en las escuelas.

La aspirante presidencial considera que la ley se ‘quedó corta' para la realidad que experimentan las mujeres en las calles de Panamá.

‘Es terrible, porque en ese ratito tú o cualquier hombre me consume con la mirada, me encuera. Y no solo eso, porque muchas veces van acompañados con piropos hablados que son soeces, muy sexuales', sentenció la antropóloga mexicana Marcela Lagarde, durante una conferencia dictada en Panamá, en el 2015.

Lagarde no es cualquier feminista. El término ‘feminicidio' fue acuñado por ella mientras investigaba los asesinatos de Ciudad de Juárez, acaecidos en la década de los noventas. La exmiembra del partido comunista mexicano y un equipo de más de 60 investigadores siguieron la pista del mal, encontrando casos en al menos diez ciudades del territorio mexicano. Y más allá.

ENEMISTAD CERCANA

En enero pasado, Yelin Barreto fue ultimada a tiros en un estacionamiento en Bella Vista. Su asesino, otro agente del Servicio de Protección Institucional (SPI), se disparó en la cabeza. Todo indica que se trató de un homicidio pasional.

Días después, en Pacora, el feminicidio surgía nuevamente como una relación de poder llevada hasta sus extremos más siniestros, cuando un hombre asesinó a su pareja y a su hijastro en Pacora. Estos casos parecen confirmar la hipótesis de que las víctimas frecuentemente estén subordinadas, en alguna medida, a quienes las asesinan. Las matan sus novios, esposos, amantes, sus padrastros, compadres, maestros, etc. Cuando el enemigo habita la misma casa, duerme en la misma cama, comparte la misma vida, ¿qué resguardo queda? Cuando el hombre que está supuesto a amarlas toda la vida no solo deja de hacerlo sino que las maltrata y las violenta, ¿a qué aferrarse?

Esta fue la pregunta que trece mujeres no vivieron lo suficiente para responder. Trece mujeres que, según las cifras del Sistema Integrado de Estadística Criminal (SIEC), fueron víctimas de feminicidio en 2017. En su portal web, el Ministerio Público sitúa el total de víctimas en 18.

‘Es terrible, porque en ese ratito tú o cualquier hombre me consume con la mirada, me encuera. Y no solo eso, porque muchas veces van acompañados con piropos hablados que son soeces, muy sexuales',

MARCELA LAGARDE

ANTROPÓLOGA MEXICANA

Son siete mujeres menos de las que murieron el año anterior, entre los meses de enero y octubre. En 2016, ocho murieron a raíz de heridas provocadas por arma blanca, nueve por arma de fuego y dos por asfixia. La mayor incidencia de casos se registró en la provincia de Panamá.

En cuanto a los casos de violencia doméstica, si bien el Ministerio Público contabilizó 3,697 situaciones de este tipo en el 2017, las cifras recabadas por el SIEC son aún más alarmantes: 5,215 asesinatos, tan solo en la provincia de Panamá. La segunda provincia con mayor cantidad de casos fue Panamá Oeste, con 3,431.

Los meses más violentos fueron marzo, con 1,530 casos, enero, con 1,477, y abril, con 1,352. La mayor cantidad de decesos, de acuerdo con las estadísticas del SIEC, ocurrieron en Panamá. También se registraron muertes en Chiriquí, Veraguas, Panamá Oeste y Coclé.

‘Están violentando a las mujeres en todo el mundo', comentó Chau. La poetisa culpa en parte a una industria publicitaria que ‘nos enseña a violentar, a despreciar al otro y a ser crueles'. Y es que en un mundo donde se instala la carencia siempre se ‘tiende a matar al otro para lograr lo que se cree que hace falta'.

EL LENGUAJE DE LA VIOLENCIA

Lagarde, autora de artículos y libros sobre el problema de género, planteó que los patrones de comportamiento que propician el feminicido están presentes en el lenguaje, ‘un lenguaje de hombres de movimientos masculinos... profusamente agresivo y violento'. Es el que está presente en los medios de comunicación, redes sociales, cine, literatura y que fomenta ‘actitudes violentas' contra la mujer.

El empoderamiento es una forma de romper con estereotipos que desde temprana edad preparan a las mujeres para ‘someterse a la voluntad de una pareja masculina', para vivir un vida de telenovelas.

Este es el camino que han tomado grupos como Ex Señoritas y otros que han surgido en la escena feminista de hoy. Algunos se expresan a través de las redes sociales, grupos de WhatsAapp, panfletos u otro tipo de publicaciones. Es una comunidad que aglutina las distintas formas y versiones del feminismo, donde se estudia y se comparte. ‘Hablamos de lo que muchas mujeres han vivido desde niñas, aceptándolo como normal. Hoy día podemos contar lo que nos dicen, cómo nos miran y cómo nos matan los sueños con un par de palabras, con solo salir a la calle y pasar cerca de un miserable sin cerebro', expresó Lucy Chau, autora que ha participado en recitales feministas.

En un momento en que pensamientos propios de la era medieval encuentran asidero nuevamente, tanto Chau como Gómez destacan el diálogo que surge a raíz de iniciativas legislativas como la Ley 7 del 14 de febrero de 2018, que si bien adopta ‘medidas para prevenir, prohibir y sancionar actos discriminatorios', su reglamentación sigue pendiente.

De acuerdo con Gómez, son iniciativas que contribuyen a sensibilizar a la sociedad frente a situaciones que pueden llevar a las mujeres a sentirse estigmatizadas y disminuidas. Desde que son niñas vienen recorriendo un camino que nunca han podido sentir como suyo, un territorio adverso en el que no siempre logran sobrevivir.

MEDIDAS DE PREVENCIÓN

Cuando las boletas son insuficientes

De acuerdo con cifras de esta entidad, en el 2017 el Ministerio Público otorgó 3 140 medidas de protección a mujeres, mientras que 556 fueron concedidas al sexo masculino.

Pero las boletas de protección no han logrado salvar vidas en el pasado, por lo que en el 2015 el Ministerio de Seguridad propuso un programa de prevención basado en el uso de brazaletes electrónicos, una herramienta digital para evitar que aquellos hombres que han incurrido en violencia doméstica se acerquen nuevamente a sus víctimas.

Aunque reconoce que el brazalete es uno de los recursos que se pueden utilizar en casos de sujetos que han demostrado ser recurrentes en una actitud agresiva contra las mujeres, la poetisa Lucy Chau sugiere una ‘política integral' que contemple la reinserción social.

‘Las boletas y los brazaletes no funcionan por sí solos. Si las autoridades no comprenden cómo se genera el feminicidio... entonces puedes poner hasta grilletes si quieres, que seguirán matando a la humanidad en cada golpe', sugiere Chau, consciente de que la tecnología no es suficiente. Hace falta abordar el problema desde la psiquiatría, la medicina forense y la antropología.

Aunque ‘La Estrella de Panamá' intentó esclarecer el estatus de este proyecto, ni el Ministerio de Seguridad, el Ministerio Público y el Órgano Judicial suministraron información al respecto.

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