La señora Grimm y sus batallas por la tranquilidad

Actualizado
  • 24/05/2019 02:00
Creado
  • 24/05/2019 02:00
En el 2012, dos norteamericanos fueron ultimados a balazos cuando se encontraban en los estacionamientos de un chalet convertido en restaurante en calle 72, San Francisco. Son este tipo de hechos los que esgrimen los residentes al momento de denunciar que la paz barrial se ha visto trastocada en los últimos años

En los últimos años, los residentes del corregimiento de San Francisco, en la provincia de Panamá, han visto afectada su vida diaria con la instalación de negocios de restaurantes y bares disimulados con el nuevo nombre de ‘gastropub', designación que no aparece registrada en el diccionario de la Real Academia Española. ‘Es una fachada para el consumo de licor, y otras hierbas medicinales de esta juventud que no se sabe de dónde vienen ni para dónde van', dice la señora Connie Grimm, de 70 años, que por mucho tiempo ha luchado por hacer valer sus derechos, para vivir su vejez con tranquilidad ‘después de haber hecho un sacrificio para comprar un apartamento en mi juventud, desde que inicié mi vida laboral'. Cuenta que son sesenta años que tiene de vivir en San Francisco.

La historia

Cierto día, en el año 2008, me encontraba en una diligencia en el Ministerio de la Vivienda en Tumba Muerto. Me llamó la atención la forma como se desenvolvía en búsqueda de información acerca de cambios de zonificación de Calle 72, en San Francisco de La Caleta. ‘Me habían puesto un restaurante en una casa tipo chalet unifamiliarl y yo vivo en el primer piso, debo soportar el olor constante a comida de restaurante, el escándalo de los empleados en horas de la noche cuando cierran el local y los griteríos en horas de la mañana', expresó.

Los empleados dormían en un local sin permiso de construcción, que posteriormente fue legalizado por una resolución de Jaime Salas, entonces ingeniero municipal. ‘Usted tiene que conseguirme el número de finca de esa residencia', espetó el funcionario de turno.

La señora se retiró disgustada. Posteriormente, la abordé en el ascensor. Lo que me dijo aquel entonces me motivó a indagar sobre los famosos ‘gastropub'. Al final, intercambiamos teléfonos. Eso fue hace 11 años.

La recompensa del FBI

El 19 de abril de 2012, recibí una llamada a altas horas de la noche. Era la señora Grimm, quien me informaba que se había producido un tiroteo. ‘Han asesinado a dos personas saliendo del restaurante que se encuentra al lado de mi apartamento'. Su voz, desde el otro lado, se escuchaba alterada.

‘Estos son los restaurantes que buscan los delincuentes para mantener un bajo perfil', comenta ahora, en el 2019, la señora Grimm. Se encuentra ante una nueva batalla, en esta oportunidad en contra de un nuevo restaurante que se ha instalado.

‘Lo más insólito de esto es que el honorable representante de San Francisco, Carlos Pérez Herrera, cursó la nota número 184-2019/JCSF del 8 de abril de 2019, donde pone en conocimiento del arquitecto Antonio Docabo, de la Dirección de Ingeniería Municipal de la Alcaldía de Panamá que envíe inspectores, ya que hay otro restaurante, en el cual se han realizado remodelaciones sin los permisos correspondientes, además de la instalación de una chimenea, que va a afectar a todos los vecinos del área, y en especial a mí, porque me la han puesto directamente a mi cocina, y no cuenta con espacios para estacionamientos', señaló.

‘Además, la zonificación en la que se encuentra ubicada no es la correspondiente para realizar este tipo de actividad comercial', añade la señora Grimm con molestia, mostrándome la nota.

En la edición del 20 de abril de 2012, el diario Crítica reproduce una escueta noticia escrita por la periodista Gissell Bethancourth con el titular ‘Matan dos gringos', con la información sobre las víctimas, que corresponden a los nombres de Lance y Dway Skiles, de 24 y 36 años, respectivamente. Los jóvenes fueron acribillados en los estacionamientos del restaurante ‘Gastronomía italiana', ubicado en el corregimiento de San Francisco.

Según el reporte periodístico, Lance Edward y Dwayne Alan Skiles arribaron al local en un BMW con matrícula 024296. Iban acompañados por otro norteamericano, quien, al momento del homicidio, no se encontraba en el área. Fueron atacados por dos sujetos, quienes les propinaron cinco tiros a cada uno. Una joven colombiana que los acompañaba salió ilesa.

‘Una de las víctimas había sido investigada por distribución de viagra falsificada, reveló una fuente'. La señora Grimm me muestra el recorte noticioso y me pregunta: ‘¿Ya ve lo que le digo de estas áreas. Locales de este tipo, insertados en áreas residenciales, son los que buscan los delincuentes, para pasar desapercibidos'.

En el 2017, los nombres de Edward y Skiles resurgieron después de que sus nombres aparecieran en la página web del FBI. El Buró Federal de Investigaciones anunció en su página web que buscaba información sobre el crimen, ofreciendo hasta 20 mil dólares por información que conduzca a la identificación, arresto y condena de las personas responsables del asesinato de los hermanos Skiles.

‘Como ve, hasta el FBI investiga este crimen, que se produce en una residencia convertida en restaurante, con estacionamiento solo para cuatro vehículos, pero donde estacionan hasta seis o más; también lo hacen en los estacionamientos de los vecinos, a orilla de calle y ya no queda ni siquiera para un discapacitado', reflexionó la señora Grimm.

‘En cualquier momento se producirá un accidente, ya que los carros al estacionarse, se toman las calles y tienen la acera cerrada, obligando a las personas a caminar en la calle; y no puedo caminar por allí por temor a que me atropelle un vehículo', afirmó alterado.

Grito por ayuda

‘Estoy cansada de este abuso y del cinismo de los nuevos propietarios, ya que fuimos un grupo de vecinos a conversar con uno que se identificó como socio y su respuesta fue: ‘yo soy un inversionista y voy pa' lante'... eso y el poco importa de los funcionarios en el Municipio de Panamá', precisó la señora Grimm.

‘Posteriormente, me instalan una chimenea que da directamente a mi cocina, por lo que pongo una denuncia ante los bomberos, que es otra odisea horrible por los trámites y lo peor es que nadie quiere dar su nombre completo, cuando se le solicita, teniendo que llevar una bitácora'.

Después de lamentarse, la señora Grimm finaliza diciendo: ‘Quiero vivir mi vejez tranquila, y yo no tengo que irme de San Francisco de La Caleta, porque viene un inversionista que opera sin permisos en un área residencial cuya zonificación no es la apropiada; después todo se legaliza con el cuento de que hicieron su inversión'.

En San Francisco, el representante Carlos Pérez Herrera se ha mantenido en el ojo de la tormenta por su vigilancia constante en el corregimiento, donde ha tenido que hacerle frente a las quejas de sus residentes.

Al final, el político ha logrado hacer valer su posición en casos tan sonados como los registrados en Café Dalí, el Rinconcito Colombiano, la Feria Gastronómica —contiguo a un negocio de lavado de autos—. Y más, recientemente, en el Hotel San Francisco, donde una fachada ocultaba una sala de juego clandestino y un negocio de prostitución que alteraba la paz y sosiego de las áreas circundantes.

Hasta el momento, la señora Grimm ha librado hasta tres batallas en defensa de su tranquilidad, por lo que la cuarta no será la excepción. ‘¿Quién es el dueño de ese inmueble, que por lo visto tiene una mano que mece la cuna en el Municipio de Panamá?', preguntó.

Frente a este escenario, se hace necesario un cambio urgente en la legislación para hacer negocios, para que no puedan iniciar operaciones hasta que se presenten todos los permisos correspondientes ante la dirección de comercio interior del Ministerio de Comercio. ‘Un volcán está comenzando a despertar y hay que poner orden antes que entre en erupción', puntualizó Grimm. Una profecía lanzada por el desespero de una señora que ansía la tranquilidad que antaño reina en una ciudad que crece y se desdibuja.

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