La historia del Frente Guerrillero Héctor Gallego

Actualizado
  • 07/06/2019 02:00
Creado
  • 07/06/2019 02:00
En la década de 1980 un grupo de jóvenes se embarca en una aventura guerrillera en oposición al régimen militar. Utilizaron el nombre del recordado sacerdote, cuya desaparición sigue siendo una herida abierta

Durante el periodo dictatorial, que inició con Omar Torrijos y finalizó con Manuel Antonio Noriega, trascendió información de grupos que se alzaron y se enfrentaron a la dictadura, trabajando de una u otra forma para derrocar al régimen.

Es así que en la década de 1980 se crea el Frente Guerrillero Héctor Gallego. En realidad, jamás entendí el nombre utilizado para este grupo guerrillero, ya que el padre Gallego no promulgaba la lucha armada, si bien el régimen quiso vincularlo con estas acciones. En otras cosas, se le acusaba de ser parte de la teología de la liberación, cuyo máximo exponente fue el sacerdote Camilo Torres, muerto en combate.

Héctor fue secuestrado el 9 de junio de 1971 por los ‘macho de monte' de la Guardia Nacional. En 1999 se encontraron seis cuerpos que fueron enterrados en cementerios clandestinos dentro del Cuartel de Los Pumas de Tocumen. A través de pruebas de ADN se logró identificar cinco cuerpos. Falta por determinar dos cadáveres: el del padre Gallego y Carlos Alberto Araya Bernal.

En la memoria

No preciso en qué momento fue creado el grupo guerrillero. En 1980 se funda el Partido Acción Popular, conocido como PAPO, cuyo presidente fue Carlos Iván Zúñiga. A través de mi primo, Rodrigo Sánchez Conoan, mejor conocido como ‘Yoyi', me inscribí en el PAPO y formé parte activa en la adquisición de nuevos adherentes.

En esas andanzas estaba cuando me encontré con Abrahán Solís, a quien conocía de niño. Por supuesto, la política saldría flote. Ante mi invitación a unirse al PAPO me respondió: ‘la situación no está para partidos políticos, estoy formando un grupo armado para enfrentar el régimen y ando buscando gente'. Acepté su invitación y le dije:

—Cuenta conmigo, estoy de acuerdo de que la lucha armada es la solución.

Abrahán había abandonado el destacamento Diablos Rojos de la Guardia Nacional de Panamá, que tenía su cuartel en David, Chiriquí, donde se enroló entre 1969 y 1970. En aquella época yo era un niño en Almirante, Bocas del Toro, pero ya Abrahán era adulto y laboraba en la carnicería del señor Fermín Sánchez. Formó parte de los Boy Scout de Almirante, dirigidos por el señor René Lavenier. La edad de 18 años lo alcanza en Almirante, donde vivía con su madre.

Un día, entre los años 68 y 69, desapareció. Como era apenas un niño ciertas cosas no las entendía, porque eran asuntos de adultos. Entre 1970 y 1971, cuando tenía entre 10 y 11 años, llegué con la señora Ofelia Sánchez a una Feria de San José, Chiriquí. ‘Vamos al Cuartel de David a visitar mañana a Abrahán a primera hora de la mañana', diría Ofelia.

Recordaba perfectamente a Abrahán. Era de esos jóvenes que caen bien y era agradable para mantener una conversación. En el cuartel lo encontré con su uniforme verde olivo.

Abrahán en una u otra forma había estado vinculado a la familia Sánchez de Almirante. Esa fue la última vez que lo vi siendo niño. Se había incorporado a la Compañía Diablos Rojos de la Guardia Nacional. No supe más de él.

En el frente guerrillero

Los recuerdos que a continuación narro tuvieron lugar entre los años 1981, o tal vez en 1982. Lo cierto es que un mediodía me encontraba en el Banco Nacional de Vía España llenando un ‘slip', después de haber salido de clases de la Universidad de Panamá y volví a encontrarme con Abrahán. Me invitó a conversar aparte, como acostumbran los conspiradores.

‘¿Te sumas o te restas?... ya está todo listo y vine a retirar el dinero para las armas, el plan va'. Atiné a responder: ‘Abrahán, en esta no voy a poder ir, ya que estoy terminando mi tesis de la carrera'.

—Ni modo, pero toda va.

Nos despedimos y otra vez lo volví a perder de vista. No dudaba que el plan estaba en marcha. No volví a saber del asunto, hasta que un día que me encontraba en Almirante y en un diario leí una noticia que hacía referencia a la captura del movimiento revolucionario, calificando a Abrahán Solís de ‘comandante de los ladrones o guerrilleros'. En ese momento no terminaba de captar el asunto. Lo que me llamó la atención del editorial —cuyo autor seguramente había sido Tristán Solarte— era que Abrahán lideraba el grupo, quienes se habían declarado asaltantes o ladrones, por razones elementales, a pesar de que su dialéctica y su hablar eran muy finos y propios de hombres educados. En estilo sarcástico, Tristán señalaba: ‘pero que ladrón más fino en su hablar, con esta clase de ladrones educados, los panameños no tenemos de que preocuparnos'.

‘Cierto día tomo el bus de Boca La Caja en el Parque Porras; al subir, observo en un puesto aparte y solo a Abrahán. Emocionado fui a saludarlo. Solo me dijo: ‘cámbiate de puesto o toma otro bus; hay agentes del G2 que me están siguiendo”.

Después de ser capturados, fueron torturados por personajes como Silverio Brown, quien sería ejecutado posteriormente por agentes del G-2. Abrahán y sus compañeros serían enviados a la isla de Coiba. Ahí ‘los ladrones' coincidirían con un grupo de colombianos que planeaban una fuga. Abrahán trató de enrolarse con ellos, pero dudaban de él, ya que los colombianos sospechaban que era un infiltrado del G2.

En un principio los colombianos aceptaron, pero a última hora lo dejaron por fuera, porque no confiaban en Abrahán. El día de la fuga fueron asesinados todos los colombianos, episodio que posteriormente sería conocido como ‘la masacre de los colombianos en Coiba'.

Después de la invasión de 1989 apareció muerto un oficial de apellido Chaverri en un vehículo. Entre los posibles móviles del crimen se encontraba una posible venganza por la masacre de Coiba.

¿Inteligencia en el bus?

Cierto día tomo el bus de Boca La Caja en el Parque Porras; al subir observo en un puesto aparte y solo a Abrahán. Emocionado fui a saludarlo. Solo me dijo: ‘cámbiate de puesto o toma otro bus; hay agentes del G2 que me están siguiendo'.

Entendido el mensaje, me retiré inmediatamente, y abordé otro bus.

Después de la invasión, cierto día Abrahán y yo volvimos a encontrarnos. Intercambiamos un abrazo y un saludo fraterno, como debió haber sido el día que abordé el bus de Boca La Caja. Recordamos la aventura guerrillera, quedamos en que me concedería una entrevista para contar esta parte de la historia, cuando un grupo de jóvenes intentaron derrocar la dictadura militar (1968-1989). En sus filas estaba Rolando Alberto Pérez Palomino, veterano de la Guerra de Nicaragua, quien posteriormente se inmoló en las afueras de la embajada de los Estados Unidos en Panamá, el 10 de enero de 1984. Participó en el Frente Héctor Gallego.

No he vuelto a ver a Abrahán. Este 2019 se cumplen cuarenta y ocho años del secuestro del padre Héctor Gallego, a manos de los genízaros de Omar Torrijos.

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