Reflexiones de ayer y de hoy

Actualizado
  • 21/12/2019 00:00
Creado
  • 21/12/2019 00:00
A mis 82 años, aquella reflexión juvenil de fin de año sigue rumiando el tiempo vivido y a pesar de las cataratas que apagan mis ojos, sigo en el estudio, pero ahora pienso más en lo que ocurre en el entorno, en lo que provoca pasiones o engendra servilismos políticos

El año 2007 está llegando a su final y el calendario sigue rodando imperturbable, como lo viene haciendo desde hace siglos.

Desde muy joven, en los días crepusculares del año que muere he dedicado algún tiempo a la reflexión.

Llevo a cabo un balance crítico de lo que hice y no hice y el final no está exento de reproches.

En mis días de estudiante hacía un inventario de mis lecturas y nunca estuve satisfecho con los haberes que enriquecían mis conocimientos.

Formulaba íntimos propósitos de enmienda y entraba al encuentro del nuevo año con todos mis sentidos abiertos al entendimiento. ¿Qué acompañaba aquellas meditaciones que culminaban en el reproche y en la promesa? Un versito que a sus hijos recitaba mi madre: “estudia y no serás cuando crecido ni el juguete vulgar de las pasiones ni el esclavo servil de los tiranos”. Este versito calaba en mi alma como una advertencia para no caer en el abismo de las pasiones o del servilismo. De modo que el déficit de mis lecturas lo veía como un olvido imperdonable del consejo maternal o como un peligro en la forja correcta de mi personalidad. De allí el reproche y el propósito de enmienda.

A mis 82 años, aquella reflexión juvenil de fin de año sigue rumiando el tiempo vivido y a pesar de las cataratas que apagan mis ojos, sigo en el estudio, pero ahora pienso más en lo que ocurre en el entorno, en lo que provoca pasiones o engendra servilismos políticos. Es decir, mis estudios, no siguen letras, se dedican a escudriñar conductas colectivas o individuales que guardan relación con el presente y futuro del país.

Al respecto tengo una primera reflexión. Es fruto de una vieja lectura de lo dicho por un estadista sureño del siglo XIX.

“Son pocas las palabras”, decía, “que resumen y sugieren el buen papel del gobernante”. “Basta”, agregaba, con “prever, conciliar y gastar bien”. Dígame ud., caro lector, si no existe en esta observación la mejor regla de oro del buen gobierno.

Prever, he allí un campo abierto para dar rienda suelta a la imaginación. Es saber actualizar el porvenir. Es tener visión de futuro, indiscutible cualidad del estadista.

En estos años de las vacas gordas, prever significa preparar al país para las probables vacas flacas del mañana. Los próceres previeron el futuro y al recibir 10 millones de dólares, no los gastaron, los guardaron bajo el mote de los “millones de la posteridad” para hacer frente a los males del mañana. Prever lo que está por venir, prepararse para todas las contingencias y pavimentar un futuro generoso para nuestro pueblo, es lo que sazona una buena política.

Conciliar es otra virtud del buen gobernante. Si el pasado divide a un pueblo no es política ni conciliadora ni prudente pretender volver a ese pasado. Es echar fuego a un pajar que debe mantenerse en el olvido.

Reflexiones de ayer y de hoy

En la España democrática se logró un pacto político que enterró el pasado y su tiranía. Ningún partido democrático español levanta la bandera de la opresión histórica.

La grandeza de Chile radica en haber encontrado en los valores de la democracia, el corazón de la convivencia.

El actual mandatario panameño y los que están por venir deben entender que conciliar es gesto humano fundado en la justicia, único ungüento supremo para cicatrizar heridas. Y gastar bien es el otro atributo que distingue al buen gobernante. Es una frase sencilla y encuentra su réplica en el gastar mal. ¿Qué significa gastar bien? Si se trata de los fondos del Estado el gastar bien significa pulcritud, buen manejo, a sabiendas de que son fondos ajenos, que son fondos del pueblo.

Aquel ciudadano del siglo XIX con su sencilla recomendación tal vez nunca llegó a pensar que su fórmula podía tener vigencia un siglo y más después de pronunciada. Pero la tiene porque la pulcritud en América Latina es de lento desarrollo en la conducta de los gobernantes.

Por supuesto que gastar bien responde a toda una política de controles, que por ser previos, las tentaciones encuentran sus frenos oportunos. La maravilla del gastar bien es muralla al peculado, al desgreño, al despilfarro y a todos los vicios tradicionales que implican corrupción administrativa.

Al finalizar el año 2007 caben muchas reflexiones. Tal vez las que están más cerca de los panameños son las que atañen a la seguridad, a la pobreza, al alto costo de la vida, al desempleo y al relajamiento social. Nunca se ha vivido con tanto crimen cotidiano ni nunca los noticieros de la televisión llenan sus espacios, exclusivamente, con malas noticias.

Lo triste es que se trata de una constante que azota al mundo. Todo por la desigualdad, las pasiones vulgares imperantes y las tiranías auspiciadas por el servilismo. Precisamente cuando escribía este artículo mi pulso se sacudió con la noticia dolorosa del asesinato de Benazir Bhutto, talentosa y valiente mujer, líder de una alternativa democrática en Pakistán.

El 2007 con el asesinato de Bhutto se cierra con sangre, la misma sangre que viene derramando este mundo enloquecido por los vicios y la gula del poder, del fanatismo y de la intolerancia.

A pesar del horizonte mundial tan confuso y el panorama local tan inseguro, yo sigo en esta hora que termina el año meditando como antaño sobre los consejos de mi madre para ser un buen ciudadano y recordando las recomendaciones del viejo estadista suramericano para lograr buenos gobernantes. Son dos oportunas reflexiones de incuestionable valor espiritual y cívico.

La versión original de este artículo fue publicada el 29 de diciembre del 2007.

FICHA

Un vencedor en el campo de los ideales de libertad:

Nombre completo: Carlos Iván Zúñiga Guardia
Nacimiento: 1 de enero de 1926 Penonomé, Coclé
Fallecimiento: 14 de noviembre de 2008, Ciudad de Panamá
Ocupación: Abogado, periodista, docente y político
Creencias religiosas: Católico
Viuda: Sydia Candanedo de Zúñiga
Resumen de su carrera: En 1947 inició su vida política como un líder estudiantil que rechazó el Acuerdo de bases Filós-Hines. Ocupó los cargos de ministro, diputado, presidente del Partido Acción Popular en 1981 y dirigente de la Cruzada Civilista Nacional. Fue reconocido por sus múltiples defensas penales y por su excelente oratoria. De 1991 a 1994 fue rector de la Universidad de Panamá. Ha recibido la Orden de Manuel Amador Guerrero, la Justo Arosemena y la Orden del Sol de Perú.
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