Chiari y Obarrio,en el centenario de la independencia del Perú

Actualizado
  • 27/07/2021 00:00
Creado
  • 27/07/2021 00:00
Para participar en la efeméride peruana fueron designados don Eduardo Chiari como enviado extraordinario y ministro plenipotenciario en Misión Especial y el general Nicanor de Obarrio como delegado especial de la Asamblea Nacional de Panamá, quien fue embajador de Panamá en el Perú en 1908
Chiari y Obarrio,en el centenario de la independencia del Perú

“Durante el siglo transcurrido, la nación ha desenvuelto sus energías en el sentido de constituir, sobre bases democráticas, un gobierno que, a la vez que fuese amparo de la ley y del derecho, favoreciese el desarrollo de las grandes riquezas nacionales, procurase la expansión de sus industrias y de su comercio, así interior como exterior, y estableciese con los demás países vínculos permanentes, fraternales y pacíficos”.

Así rezaba uno de los primeros párrafos de la nota del 30 de octubre de 1920 que el canciller peruano Alberto Salomón dirigió a su homólogo panameño Ricardo J. Alfaro, secretario de Gobierno y Justicia, encargado del despacho de Relaciones Exteriores, expresando una serie de coincidencias en anhelos y valores compartidos e invitando a Panamá a sumarse a las ceremonias por el primer centenario de la independencia política del Perú.

Para participar en la efeméride peruana fueron designados don Eduardo Chiari como enviado extraordinario y ministro plenipotenciario en Misión Especial y el general Nicanor de Obarrio como delegado especial de la Asamblea Nacional de Panamá, quien fue embajador de Panamá en el Perú en 1908. A la comitiva panameña fueron sumados los secretarios diplomáticos, el doctor Ernesto Brin y don Ricardo Miró, así como el adjunto civil don Enrique Boyd, quienes vivían en Lima.

Antes de su llegada a la tierra de los Incas, el presidente peruano Leguía fue informado por la embajada panameña acerca del distinguido jefe de delegación visitante con la siguiente reseña: “El Excmo. Señor Eduardo Chiari nació en Agua Dulce en 1879. Cursó sus estudios de bachillerato en Bogotá e ingresó después a la Facultad de Derecho de Panamá; en 1911 pasó a desempeñar la Subsecretaría de Relaciones Exteriores y en 1912 se le nombró secretario de Estado del mismo ramo, bajo la administración del eminente político doctor don Pablo Arosemena. Desempeñando esta cartera, mereció y firmó un tratado de arbitraje con España. Al dejar el ministerio se dedicó a su profesión de abogado, siendo elegido en 1919 presidente de la Municipalidad de Panamá. Es reputado como uno de los más notables juristas panameños. Dirige la Revista de Derecho y Jurisprudencia y es miembro de la comisión revisora de los Códigos Nacionales” (sic) (Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú, 1922)

Acerca de Nicanor de Obarrio se cuenta con la siguiente anécdota recogida por su hija y biógrafa Gabriela de Obarrio: “Estando en Lima [en 1909], hubo una media revolución [...] [contra el] Presidente Augusto Bernardino Leguía. El tiroteo se oía desde la casa, que quedaba en la calle Monopinto, a muy pocas cuadras de la plaza Bolívar. Mi papá que se había hecho muy buen amigo del presidente Leguía, [en medio del tiroteo] fue a pie hasta la plaza a ofrecerle la legación de asilo, y lo encontró tirado en el suelo, cobijado detrás de un guardaespaldas, a quien habían matado. Dio la casualidad de que en ese momento llegó la caballería haciendo tiros contra los revolucionarios que se dieron a la fuga. Esa noche, el presidente tuvo recibo [en Palacio de Gobierno] y como es natural acudió todo el cuerpo diplomático para felicitar a Leguía; cuando mi papá fue a darle la mano, Leguía dijo en voz alta: 'Yo al general Obarrio, no le doy la mano'. Mi papá quedó atónito y hubo un gran silencio, pero entonces Leguía se rió y dijo: 'Yo al general le doy un gran abrazo'. Entablaron una gran amistad. Leguía le regaló su revólver con la cacha de oro […] y le otorgó el nombramiento [ad honorem] de general del Ejército Peruano” (E. de Obarrio, 2006).

Chiari y Obarrio,en el centenario de la independencia del Perú
La llegada

Chiari y de Obarrio arribaron desde Panamá al puerto del Callao el 24 de julio de 1921 siendo recibidos con la pompa y el decoro que la ocasión ameritaba. El ministro de Relaciones Exteriores del Perú, acompañado por el oficial mayor del Congreso, el prefecto del Callao y del personal de la Comisión de Atenciones Oficiales se acercaron al muelle de guerra para darles la bienvenida y que reciban los honores propios a su investidura por parte de las fuerzas castrenses del puerto. Luego, la comitiva panameña se trasladó a la capital en un tren extraordinario del Ferrocarril Central hasta la estación denominada de Desamparados –ubicada en la parte posterior del Palacio de Gobierno–, donde les esperaban los carruajes y un escuadrón de caballería de coraceros peruanos del regimiento 'Mariscal Nieto' –ataviados a la usanza militar francesa– que los conduciría a sus alojamientos en el conocido hotel Maury, aún hoy de pie a solo tres calles del actual local de la cancillería peruana

El hotel Maury era el “punto de reunión de la élite limeña y a él acudían los turistas y viajeros más distinguidos y elegantes que recorrían las costas del Pacífico” (Malachowski, 2017). En el hall, para un segundo recibimiento, les esperaban los adjuntos diplomáticos designados por el Supremo Gobierno y que acompañarían a la delegación panameña en todo momento, el señor Tomás Lama y el capitán Eloy Ureta 23 años más tarde alcanzaría el grado de mariscal por su actuación en la conducción del conflicto peruano-ecuatoriano de 1941. Como muestra de hospitalidad, los señores Lama y Ureta ofrecieron un brindis con pisco sour –especialidad con la que el Maury venía adquiriendo fama– acompañado de emblemáticos piqueos elaborados con frutos del mar.

El mismo día de su llegada, los señores Chiari y de Obarrio visitaron en su despacho al ministro de Relaciones Exteriores, donde, al tiempo de presentar la copia de sus credenciales, rememoraron con el canciller Salomón los primeros momentos de la joven República panameña cuando el Perú fue el primer país sudamericano no solo en establecer relaciones diplomáticas con Panamá en diciembre de 1903, sino también en designar un jefe de Legación inmediatamente.

Al día siguiente, con el boato y el protocolo que la situación exigía, tuvo lugar el encuentro de ambas personalidades panameñas con el presidente peruano Leguía, a quien le presentaron sus credenciales con un breve y emotivo discurso –a cargo de Chiari– del que la prensa peruana recogió los párrafos más elocuentes: “El 28 de julio no es, pues, una fecha clásica solamente para el Perú, que la América toda siente en su alma el más puro regocijo patriótico al celebrar esa efeméride grandiosa [...] En cien años de vida propia, el Perú ha alcanzado puesto envidiable en el concierto de las naciones cultas por las nobles virtudes que adornan su carácter [...] en lo interno ha cimentado su libertad, así civil como política, por medio de instituciones que garantizan el derecho, y en sus problemas externos se ha distinguido siempre por sus elevados sentimientos de confraternidad americana y por su devoción inalterable a la justicia”, (Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú, 1922).

En su discurso de agradecimiento, el presidente Leguía señaló que la presencia de Chiari y de Obarrio “[es una] excepcional muestra de deferencia [...] por venir de una nación que ha mantenido invariablemente cordiales relaciones de amistad con el Perú [...], vuestra patria es una decidida colaboradora del ideal panamericano; ideal para cuya propaganda y realización contáis con la inapreciable ventaja de vuestra céntrica situación geográfica [...]. En el país de los Incas se consideran compatriotas nuestros a los hijos de vuestra tierra que supieron tendernos su mano fraternal en los días más álgidos de nuestra historia [...] e hicieron solemne declaración de solidarizarse con nuestra causa”. (Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú, 1922).

Chiari y Obarrio,en el centenario de la independencia del Perú

Como gesto de complacencia por la visita recibida, el presidente de la República hizo llegar después a ambos delegados panameños una canasta de frutas y pisco con una nota manuscrita que decía: “Recordando a los nobles panameños de nuestra independencia”.

El 27 de julio, la comitiva panameña presidida por Chiari participó en la inauguración del monumento al Libertador José de San Martín, erigido en la plaza del mismo nombre. Y en la noche, Eduardo Chiari y Nicanor de Obarrio asistieron al banquete que, en honor de los enviados extraordinarios y embajadas, ofreció el presidente Leguía. Los panameños compartieron la mesa con el alcalde de Lima, señor Pedro Pablo Mujica con quien, sin dilación y con el mayor tacto político conversaron sobre el hermanamiento de ciudades de ambos países.

El día central, el 28 de julio, la delegación panameña asistió al te deum en la Catedral, que fuera oficiado por el arzobispo de Lima, monseñor Emilio Lissón. Por la tarde estuvieron presentes en la instalación del Congreso y, en la noche, participaron en el baile oficial conmemorativo de la independencia que tuvo lugar en el exclusivo Club Nacional. La entonces revista Variedades realizó un extenso reportaje de esta y otras actividades acontecidas esos días, por ejemplo, Eduardo Chiari, acompañado por los adjuntos diplomáticos peruanos Lama y Ureta, asistió a la inauguración de la restaurada Alameda de los Descalzos a cargo de Armando Patiño, alcalde del Consejo Distrital del Rímac. Como comentaron después sus acompañantes peruanos “[...] su erudición lo llevó a desear pasear por los lugares frecuentados por el virrey Amat y la Perricholi”.

Alrededor de las 3:00 de la tarde, el canciller Salomón entregó al presidente Leguía el cablegrama que contenía los saludos del presidente panameño Belisario Porras cuyo tenor decía: “Presidente Leguía: La independencia del Perú así como su colonización tienen en Panamá raigambres que hacen cada día más fraternales las relaciones entre ambos países, por eso con la más viva emoción como en el día de hoy, en que vuestra patria conmemora el primer centenario de su independencia, me asocio con el pueblo panameño a vuestro regocijo y al del pueblo peruano, haciendo votos porque la prosperidad de vuestro país siga creciendo con la marcha del tiempo. Fdo. PORRAS”, (Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú, 1922).

Chiari y de Obarrio iniciaron la jornada del día 29 participando en la inauguración de la Exposición Industrial Internacional que fue montada en la plaza San Martín por el ministro de Fomento, doctor Lauro Curletti, y el comisario de la feria Antonio Smeraldi. Por la tarde fueron agasajados –juntamente con las otras delegaciones de enviados extraordinarios– por la Municipalidad de Lima, oportunidad que aprovecharon para conversar con el alcalde Mujica acerca del obsequio que la ciudad de Panamá deseaba ofrecer a Lima con ocasión del centenario de la independencia. En la noche, la totalidad de la comitiva panameña asistió a la función de gala en el teatro Forero con el debut de la diva Gabriela Bezanzoni en 'Carmen' [de Bizet] a cargo de la Compañía de Ópera Italiana Bracale (Casalino, 2017).

El día 30, mientras el presidente Leguía ofrecía un almuerzo a la clase obrera de Lima, Nicanor de Obarrio se reunía con las autoridades ediles de la capital para continuar con las coordinaciones conducentes a materializar el obsequio que el día anterior se había abordado con el alcalde Mujica. Por la tarde, Chiari y su comitiva asistieron a las carreras en el hipódromo de Santa Beatriz donde se corrió el premio 'Presidente de la República' recibiendo todos los delegados extranjeros el obsequio de una moneda conmemorativa de plata que en el anverso llevaba la efigie de la Libertad con la leyenda 'República Peruana' y en el reverso se reproducía la escena de la proclamación de la independencia con la frase: “Primer Centenario de la Independencia del Perú 1821-1921,” (Decreto del 23 de abril de 1921).

Las coordinaciones de la comitiva panameña continuaron el día 31, esta vez a cargo de los señores Miró y Boyd logrando fijar el emplazamiento donde sería ubicado el presente de Panamá a la ciudad. Poco antes del desfile de carros alegóricos que recorrería las calles de Lima desde la plaza Bolognesi a la plaza Bolívar, esto es, alrededor de las 4:00 de la tarde, el alcalde limeño acompañado por el señor Chiari en su calidad de enviado extraordinario anunciaron a la prensa que Panamá donaba una bella selección de palmeras y plantas ornamentales que adornarían la recientemente construida avenida Leguía (hoy, avenida Arequipa). Algunas de estas palmeras se pueden observar hoy en la intercesión de esta avenida con la avenida Javier Pardo, así como en el tramo final de esta extensa vía, en el entonces balneario de Miraflores.

Por la noche, al igual que el 28 de julio, aconteció un nuevo baile oficial, esta vez en el Club de la Unión en la que los delegados panameños departieron con los representantes centroamericanos Gregorio Martín (Costa Rica), Pablo Emilio Guedes (Guatemala), Leoncio De Mora (Nicaragua) y también con Nicolás de Cárdenas y Chapotín (Cuba). La anécdota de la velada fue el gesto de la señora Luisa Álvarez Calderón de Mujica, esposa del alcalde, que se acercó a la mesa panameña para agradecer el regalo que con tanto esmero habían escogido para embellecer la nueva arteria vehicular de la ciudad.

El día 1 de agosto, por la mañana, asistieron a la romería a la casa histórica del distrito de la Magdalena Vieja donde fue inaugurado el 'Museo Bolivariano' en homenaje al Libertador Simón Bolívar con un discurso del presidente Leguía desde la sala donde el Libertador José de San Martín –aquel 29 de agosto de 1822– dictó la carta donde invitaba a Bolívar a completar la libertad de América. Sin embargo, a la nueva función de gala en el teatro Forero prevista para la noche, no pudo asistir Nicanor de Obarrio porque había iniciado los preparativos para retornar a sus funciones legislativas dado que temas urgentes requerían de su presencia en el istmo.

La 'Orden del Sol'

El 2 de agosto, por la tarde, Chiari y su comitiva asistieron a la revista y desfile militar en el hipódromo de Santa Beatriz, así como al baile ofrecido por el mandatario peruano en el Palacio de Gobierno. Al día siguiente se iniciaría la partida de las diversas delegaciones, mientras tanto, en la sede de la cancillería peruana se trabajaba febrilmente para condecorar a las distintas autoridades extranjeras visitantes que “por sus gallardas expresiones de afecto y admiración hacia la nación peruana” recibirían la 'Orden del Sol', la máxima presea creada por el Libertador San Martín en 1821 y restablecida con ocasión del centenario. Así, con fecha 1° de agosto de 1921 fueron emitidas las resoluciones y diplomas que otorgaban al presidente Belisario Porras y a Nicanor de Obarrio la 'Orden del Sol' en el grado de Gran Cruz con Brillantes y Gran Cruz, respectivamente, siendo así que el presidente Porras se constituyó en el primer panameño en recibir la máxima condecoración peruana.

Dado que de Obarrio ya se encontraba fuera del país, se hicieron las coordinaciones necesarias con la embajada peruana para hacerle llegar ambas preseas hasta Cuba, último punto de su viaje, produciéndose la entrega y firma de los recibos el 24 de agosto, (Archivo de la Orden del Sol, MRE, 1921).

El 8 de agosto, a nombre de la comitiva panameña, se recibió en Lima un cablegrama agradeciendo por la hospitalidad y las atenciones recibidas. Por coincidencia, al día siguiente, la Cámara de Diputados bajo la presidencia de Pedro Rada y Gamio formuló expresiones de homenaje hacia Nicanor de Obarrio y, en el discurso de Rada, se le pidió transmitir el saludo del Legislativo peruano “a Panamá, puerta de dos mares, centro anfictiónico soñado por Bolívar” por su presencia en las ceremonias, (Diario de Debates, 9 de agosto 1921).

La exitosa misión diplomática panameña concluyó con hidalgo profesionalismo y se le puede incluir dentro de las expresiones del general argentino Carlos J. Martínez, en su discurso de julio de 1921, al referirse a los patriotas de todas las latitudes que concurrieron a la epopeya peruana: “[...] Regresaron a sus hogares, blanco el cabello de los que partieron adolescentes, bronceada su tez por los vientos de las montañas, la brisa de los mares, el sol de los trópicos y el humo de las batallas”.

Definitivamente la personalidad de Chiari y de Obarrio: “[introdujeron] en el encadenamiento de los hechos una nueva fuerza extraña a su desenvolvimiento mismo”, (Spencer citado por Leguía y Martínez, 1921) que redundó en el fortalecimiento de las relaciones entre el Perú y Panamá.

Embajador de Perú en Panamá
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