Exploremos las bondades del Sistema Parlamentario

Actualizado
  • 22/02/2023 00:00
Creado
  • 22/02/2023 00:00
Posiblemente los panameños hemos comprendido las limitaciones y los problemas que causa el cuasi infinito centralismo presidencialista, sin embargo no nos hemos dado a la tarea de proponer la posibilidad de cambiar el sistema centralista presidencialista por uno que favorezca el desarrollo de una democracia moderna y estable
La decadencia política tiene lugar cuando los sistemas políticos no logran adaptarse a las circunstancias cambiantes.

El artículo que inaugura nuestra constitución nacional indica que el gobierno del Estado panameño es unitario, republicano, democrático y representativo.

El sistema republicano establece un mecanismo de pesos y contrapesos para el ejercicio del poder, la idea es que cada uno de los poderes del Estado controle el ejercicio de funciones de los demás órganos.

A esto se le llama control horizontal del poder. La finalidad es evitar abusos de poder.

Existen dos diseños institucionales republicanos básicos: El diseño parlamentarista y el sistema presidencialista, siendo este último el que prima en Panamá y América latina.

El sistema presidencialista, caudillista y en extremo centralista es ampliamente reconocido por los panameños ya que con este sistema convivimos a diario y lo hemos venido observando de cerca desde la fundación de la República en 1903.

Posiblemente, los panameños hemos comprendido las limitaciones y los problemas que causa el cuasi infinito centralismo presidencialista, sin embargo no nos hemos dado a la tarea de proponer la posibilidad de cambiar el sistema centralista presidencialista por uno que favorezca el desarrollo de una democracia moderna y estable.

El actual sistema presidencialista permite un control casi tiránico de la cosa pública, al no existir controles horizontales, o al estos ser en demasía débiles se personaliza el poder en la única figura del presidente quien pasa a ser una especie de monarca rodeado de aduladores.

Esto explica el terror (pánico, espanto, miedo) que tienen algunos sectores económicos y políticos en Panamá a ciertos precandidatos presidenciales, ya que no existe ninguna garantía institucional de que ese sistema, tal como está diseñado, tenga la capacidad de controlar el poder tiránico.

Este recelo al cambio de sistema político tiene raíces antropológicas. Francis Fukuyama en su libro “los orígenes del poder político” explica que “las instituciones políticas se desarrollan a lo largo del tiempo, con frecuencia lenta y dolorosamente, como sociedades humanas que se esfuerzan por organizarse para dominar su entorno. Sin embargo, la decadencia política tiene lugar cuando los sistemas políticos no logran adaptarse a las circunstancias cambiantes.

Para el reconocido politólogo norteamericano existe algo así como una ley de conservación de las instituciones. Aunque ya no sean útiles, o aunque hayamos comprobado sus debilidades y falencias, los seres humanos somos una especie de animales cumplidores de normas por naturaleza.

Dicho de otra manera, nacemos para cumplir normas con las cuáles nos relacionamos desde el nacimiento y consolidamos dichas normas con un significado y un valor a menudo trascendentales.

Añade el politólogo “Cuando el entorno cambia y se plantean nuevos retos, frecuentemente se produce una disyuntiva entre las instituciones existentes y las necesidades actuales. Dichas instituciones son respaldadas por legiones de interesados arraigados que se oponen a cualquier cambio fundamental”.

Ante el exceso centralismo del sistema presidencial podemos argumentar que se pueden instituir y fortalecer los controles horizontales del poder político, tema que podemos profundizar en otra ocasión.

Hoy queremos explorar la posibilidad de que en Panamá - al menos - se debatan eventualmente las bondades de un cambio del actual sistema republicano presidencialista, hacia un sistema republicano parlamentario, para ello presentamos algunos argumentos con el fin de incentivar la reflexión ciudadana y la profundización de la cultura política.

El politólogo español Juan José Linz establece en su reconocida obra clásica “Democracia presidencial o parlamentaria: ¿qué diferencia implica?”, el importante tema de la “Legitimidad democrática dual.”

Según Linz, la primera característica fundamental del presidencialismo es “el pleno derecho a la legitimidad democrática del presidente, pero también del Congreso porque los dos órganos del Estado fueron elegidos por medio del voto popular”.

La interrogante que plantea esta situación es, naturalmente, quién tiene más legitimidad para hablar en nombre del pueblo.

Como señala Linz: “Puesto que ambos derivan su poder del voto del pueblo en una competencia libre entre alternativas bien definidas, siempre hay un conflicto latente, que en ocasiones puede estallar dramáticamente”.

El riesgo es que el predominio de uno u otro puede acabar paralizando las decisiones legislativas o de política pública, pues ningún principio democrático puede resolver satisfactoriamente esta cuestión, que se hace especialmente problemática cuando la mayoría en el Congreso es de un partido distinto al del presidente.

Este problema de la legitimidad democrática dual lo podemos observar en la crisis política peruana de los últimos años.

En cuanto a la relación existente entre poder ejecutivo y poder legislativo, en los sistemas parlamentaristas, la funciones de jefatura del gobierno y jefatura del Estado están separadas.

En el caso de Inglaterra el jefe de Estado es el monarca, y tiene un rol simbólico. Esto debido a su pretención de mantener la tradición monárquica, es por ello que la figura de jefe de Estado en nuestros países posiblemente carecería de utilidad.

El jefe de Gobierno, quien es el jefe político administrativo del gobierno es escogido desde el parlamento. El apoyo político y la legitimidad del jefe del ejecutivo, depende del poder legislativo.

De ahí el nombre de parlamentarismo, ya que es en ese órgano del Estado donde se elige al jefe del ejecutivo.

El poder legislativo es el único escogido por los ciudadanos.

Entre las ventajas que convergen del sistema republicano parlamentarista se encuentran:

1- No existencia de periodos fijos presidenciales. Por lo cual el presidente de gobierno puede cesar en sus funciones cuando pierde apoyo. El descenso de apoyo ciudadano hacia el jefe de gobierno constituye uno de los principales motivos que pueden desembocar en su renuncia. Esto no ocurre dentro de nuestro sistema presidencialista.

Como explican Cortez Salinas y Salazar Rebolledo “Dentro de un sistema presidencialista, los periodos políticos están determinados de antemano y no existe una posibilidad de introducir ajustes sin que ello suponga inestabilidad.

Ya que el tiempo por el que un presidente es elegido no puede acortarse (y en muchos casos, tampoco puede prolongarse) parecería una fuente de certidumbre, al menos en comparación con el parlamentarismo, en donde el primer ministro puede perder la confianza del Parlamento a través de la moción de censura o la cuestión de confianza lo que es una válvula de escape en caso de tensiones”.

Sin embargo, añaden Cortez y Salazar “en los regímenes presidenciales no existe la posibilidad de modificar la permanencia del presidente según lo requieran los sucesos políticos, económicos y sociales, y son tan extraordinarias las situaciones que se contemplan para que el presidente cambie, que el surgimiento de situaciones inesperadas o no contempladas puede llevar al sistema a una situación crítica”. Como ocurre en Perú en estos momentos, por solo mencionar uno de muchos ejemplos.

Por el contrario, acotan los mencionados autores “el parlamentarismo permite dar respuestas flexibles a una situación cambiante o de crisis, pues existen procedimientos específicos para maniobrar cuando un primer ministro ha perdido el control sobre su partido o se ha visto implicado en un escándalo. El hecho de elegir a un presidente por un periodo predeterminado vuelve muy complicada su remoción, y en todo caso el único mecanismo para destituirle sin violar la constitución es el juicio político, lo que de cualquier modo traería consecuencias graves en la gobernabilidad”.

2- No existe, o es menos frecuente el caudillismo, como en el caso de Panamá, donde los presidentes se convierten en monarcas que gobiernan por encima de los enunciados políticos de sus partidos, no respetan la institucionalidad del Estado.

Dentro de un sistema parlamentarista el jefe del Ejecutivo debe respetar la institucionalidad, no tiene poder para pasar por encima de otros órganos del Estado, no tiene poder para nombrar a los miembros de la corte suprema de justicia de tal forma en que estos se conviertan en parte de su redil político.

3- Existen mejores controles horizontales del poder entre órganos del Estado.

El jefe de gobierno no goza de un poder extraordinario, ni es percibido por sus súbditos como un monarca o semidios, como frecuentemente ocurre en estos lares. Los controles horizontales del poder político forman parte del engranaje republicano, no como en nuestro sistema donde el presidente puede saltarse esos controles debido a su extraordinario poder.

4- Existe mayor rendición de cuentas con la incorporación de dos figuras fundamentales: moción de censura y cuestión de confianza.

La moción de censura (no confundir con juicio político) es un mecanismo por el cual un porcentaje de los diputados presentan un recurso que busca sustituir al presidente de gobierno debido a la pérdida de respaldo de la cámara de diputados. Esta pérdida de respaldo se da debido a incumplimiento de objetivos de campaña, escándalos de corrupción, y en todos estos casos debe existir pérdida de confianza ciudadana. En nuestro sistema el presidente promete algo en campaña, pero durante su mandato nadie puede controlar la orientación de sus políticas.

La cuestión de confianza es un mecanismo que nace del propio presidente de la república quien somete a los diputados su apoyo o no ante una crisis nacional.

En los sistemas parlamentarios existe una prohibición de disolver el parlamento y de convocar a nuevas elecciones, tal cual ocurre en el sistema presidencialista y es parte de la crisis política que se está experimentando actualmente en el Perú y otros países del área, todos bajo el sistema presidencialista.

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