Vestigios de la Guerra Fría

Actualizado
  • 28/06/2010 02:00
Creado
  • 28/06/2010 02:00
El presidente surcoreano, Lee Myung-bak, llega hoy a Panamá, en la primera visita oficial de un jefe de Estado de la República de Corea ...

El presidente surcoreano, Lee Myung-bak, llega hoy a Panamá, en la primera visita oficial de un jefe de Estado de la República de Corea a nuestro país. Participará en la cumbre presidencial del SICA, y también se reunirá con autoridades del gobierno panmeño, con la minería en la agenda.

Pero al pisar suelo panameño, el presidente Lee no podrá dejar atrás un problema que lo persigue desde la península coreana: las constantes amenazas de Corea del Norte.

La semana pasada, los dos países vecinos conmemoraron el 60º aniversario del comienzo de la guerra de Corea (1950-53) en un contexto de gran tensión. Una comisión internacional acusa al régimen del líder Kim Jong-il del hundimiento de la corbeta surcoreana “Cheonan” en marzo, en el que murieron 46 marinos, algo que Pyongyang niega.

El incidente, uno de los más graves desde el armisticio de 1953, persiguió al líder en el primer tramo de su viaje. Tras asistir a la cumbre del G20 en Toronto, Canadá, el jefe de Gobierno surcoreano mantuvo encuentros bilaterales con el presidente estadoundiense, Barack Obama, y el primer ministro nipón, Naoto Kan, para tratar con sus aliados la petición ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas de imponer sanciones al Norte por el “ataque”. Por su parte, Kim amenaza con una reacción militar en caso de una condena de la ONU.

De hermanos a enemigos

El embajador de Corea del Sur en Panamá, Doo Jungsoo, afirma que el líder norcoreano busca con sus acciones crear una situación de crisis que permita la sucesión de poder a su hijo.

“Hubo un colapso en la política económica del Norte... a finales del año pasado cambiaron la moneda porque había gente acumulando dinero, y eso no es bueno para mantener el socialismo,” explicó el embajador. “Hubo mucha oposición y descontento entre los ciudadanos y para desviar la atención quieren crear un enfrentamiento con el Sur”.

El diplomático coreano confesó que siente “mucha vergüenza” por el régimen del Norte, ya que “ellos también son coreanos”. “Hemos vividos separados por 60 años. Pero por más de 3,000 vivimos como una nación”, afirmó. Entonces, ¿cómo terminaron así?

El hundimiento del “Cheonan” se inserta en una larga historia de incidentes que han hecho imposible una convivencia pacífica entre ambos países desde los años iniciales de la Guerra Fría.

En buena cuenta, ambos países son una consecuencia directa del choque entre el capitalismo y el comunismo, en un enfrentamiento que prosiguió aun cuando Estados Unidos dejó de intervenir directamente en el sur y la Unión Soviética dejó de existir y apoyar a su contraparte del norte.

Al pasar de los años, el régimen de Pyongyang derivó en una dictadura gobernada por Kim Il-sung (1954-1994) y continuada por su hijo Kim Jong-il. Y Corea del Sur, con un sistema presidencialista de gobierno, prosperó hasta convertirse en una de las quince economías más grandes del mundo.

Hoy, el ingreso per cápita en Corea del Norte es alrededor de mil dólares. En Seúl, es de $20.000. La economía del Norte es solo un poco más de 2,5% de la del Sur, cuando su población es un poco menos de la mitad.

En la recta final

En los últimos días, el partido comunista del Norte convocó a una inusual reunión en septiembre para elegir a una nueva cúpula gobernante, una medida que según analistas podría dar inicio a los planes de sucesión al hijo menor del Kim Jong-il, Kim Jong-un.

Pero el Embajador Doo no cree que el sistema pueda sobrevivir por mucho tiempo más. “Está probado mundialmente que este sistema (comunista) no puede sobrevivir,” afirmó el diplomático surcoreano. “Lo mas probable es que pueda haber un golpe de estado por un militar,” añadió.

Según Doo, es muy difícil que un régimen que no alimenta a su pueblo sobreviva por mucho. En una situación como ésta, el pueblo siempre busca una salida, inclusive “cuando el control del gobierno es tan fuerte”.

Confiado, sostiene: “No se cuánto tiempo, es difícil predecirlo. Pero (el régimen del Norte) no dura otros 60 años más.”

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