Una cena de Navidad con sabor a clientelismo puro

Actualizado
  • 24/12/2013 01:00
Creado
  • 24/12/2013 01:00
PANAMÁ. Doña María está agitada, tiene media hora en la fila y ya se cansó de esperar. Se queja de haberse levantado a las 5:30 de la ma...

PANAMÁ. Doña María está agitada, tiene media hora en la fila y ya se cansó de esperar. Se queja de haberse levantado a las 5:30 de la mañana para ir a buscar su pavo navideño. Dice que desayunó bien ‘pa’ aguantá’, pues en faenas como la que le espera hay que estar ‘¡ojo al Cristo!’.

Entre risas y anécdotas mientras seca el sudor que le corre por la frente, María cuenta que en El Chorrillo nadie se preocupa por comprar pavo o jamón para su cena navideña, pues ‘Santa Chello (Sergio Gálvez) siempre les resuelve’ y al final hacer la fila vale la pena.

Ella no entiende ni quiere ponerse a descifrar que lo que mueve a Gálvez es, según la sociedad civil, clientelismo puro. El padecimiento de la democracia.

Este año no fue la excepción. Gálvez, controversial hasta los huesos, repartió la tradicional bolsa navideña. No reparó en cuestionamientos. Convocó a la tv y la gente cruzaba toda una cuadra. Hay quienes dicen que este año se lució. Los sacos de comida similares al de 20 libras de arroz también los entregó en todo el circuito 8-7. En la bolsa transparente se podía ver el contenido: jamón, pavo marinado y una lata de galletas con la cara de Gálvez estampada.

LA CORAZA POLÍTICA

Frente a las críticas, Gálvez se escuda. Dice que estos regalos son obras sociales que hace gracias ‘a cenas benéficas’ que organiza en el año, entre otras ‘contribuciones privadas’.

Hasta ahora, el diputado no ha querido revelar cuánto gastó en la compra de jamones y pavos, pero un rápido cálculo matemático arroja cifras escandalosas. El año pasado regaló 30 mil jamones que costaron $675 mil al erario público. Este año aumentó las bolsas navideñas a 40 mil. Si se toma como referencia el costo del producto por unidad del año pasado, ‘Chello’ se estaría gastando $48.66 por bolsa, que esta Navidad sumarían $2 millones.

Y así como el presidente de la Asamblea Nacional, la mayoría de los diputados oficialistas y de oposición repartieron comida, electrodomésticos y hasta casas.

El desfile de dádivas políticas alcanza dimensiones impensables. En las redes y en los medios se han podido ver imágenes de ciudadanos junto a políticos —de gobierno y de oposición— danzando al ritmo del mismo festín: el intercambio de bienes y servicios, sin la necesidad aparente de un voto, pero con el motor silente del mercadeo político.

EL PACTO IGNORADO

Así las cosas, la mayoría de los partidos —excepto el oficialismo, que no lo firmó— le dio la espalda al pacto ético suscrito hace nueve meses, que en el numeral 7 del capítulo II recomienda ‘evitar actos de clientelismo y de compra de votos a través de la entrega de dinero a artículos de cualquier especie...’.

El incumplimiento del pacto volvió a generar alerta en el arzobispo José Domingo Ulloa. ‘Hay que tener cuidado con la envoltura del regalo’, advirtió en la homilía del domingo.

La intención de estos regalos a pocos meses de los comicios es una práctica que le preocupa a Alianza Ciudadana. Su directora, Magaly Castillo, lo repite sin cansarse: ‘la regaladera no es más que una expresión que provoca mucha vergüenza y hace daño a nuestro sistema democrático’.

Y coincide con Carlos Eduardo Rubio, de la juventud del Partido Popular. ‘Con la aceptación de dádivas se ha instaurado en Panamá una política de chequera y no de ideas’. Para romper este círculo vicioso, Rubio subrayó la necesidad de imponer topes a los gastos de campaña y crear la figura de diputados nacionales y provinciales.

Mientras tanto, sin ser Nostradamus, el panorama electoral inmediato es bastante claro: las prácticas clientelistas se acentuarán, pues las elecciones están a la vuelta de la esquina.

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