Más en un día que en cinco años, panameños rechazaron el continuismo

Actualizado
  • 05/05/2014 02:00
Creado
  • 05/05/2014 02:00
El pueblo sorprendió a las encuestadoras, al pavimento, a las innumerables megaestructuras y a la disfrazada reelección

El electorado ha dado un zarpazo muy claro al esquema de gobierno de Ricardo Martinelli. Tan fuerte fue el golpe que la sede de campaña del candidato oficialista, José Domingo Arias, era un desierto en comparación con la multitud que lo acompañó en el cierre de campaña efectuado en la tercera fase de la cinta costera, obra recién inaugurada por el presidente Martinelli.

No hubo obra millonaria que le quitara el aliento a los panameños, tampoco la atosigante propaganda que inclinara el voto a favor de quien más difundiera mensajes en los medios de comunicación. Los panameños no se dejaron seducir por las tarimas cargadas de artistas internacionales al estilo carnavalesco, ni por las bolsas de comida, el zinc, o promesas inalcanzables.

No. El panameño habló de otra forma. Le dio una gran lección al plan de Ricardo Martinelli, y confió en el más austero, en el que menos plata tenía para su campaña, votó por el que las encuestas pintaban en tercer sitio, por debajo de las megaestructuras partidarias.

El pueblo decidió callado pero habló alto.

Las tendencias eran irreversibles, daban ganadora a la oposición. Se hacía presente una nueva fórmula en el Palacio de las Garzas: el actual vicepresidente Juan Carlos Varela llegaba a la cima del Ejecutivo.

El excandidato oficialista, José Domingo Arias, se tardó en mirar de frente la derrota. Una sala vacía dejaba en evidencia la sorpresiva caída de la alianza oficialista conformada por el partido Cambio Democrático y Molirena.

En vez, Arias se encerró en un cuartito anexo al salón donde conversó con el presidente Martinelli, quien minutos antes había entrado al semivacío recinto acompañado de su esposa Marta Linares y ex aspirante a la vicepresidencia en la fórmula oficialista ‘la fuerza de lo nuevo’: ‘no me pregunten a mí, yo no soy el candidato, yo vengo aquí a celebrar’, dijo el mandatario a la prensa, como si no hubiera sido su distintiva forma de actuar durante los tiempos de campaña de Arias.

Mientras, en el hotel Sheraton se vivía un escenario de alegría y celebración. Ahí estaba congregada la gente de la alianza ‘El pueblo primero’, conformada por los partidos Popular y Panameñista, liderada por Juan Carlos Varela. Su esposa , Lorena Castillo, pronunció unas breves palabras al gentío que vitoreaba: ‘saben que los decentes somos más, el Panamá que no se vende somos más, el Panamá de paz y amor somos más. Y el Panamá de principios y valores somos muchos más’, sentenciaba Castillo.

Antes el candidato Juan Carlos Navarro, del opositor Partido Revolucionario Democrático, que alcanzó un 27% de los votos, había reconocido el triunfo de su contrincante Varela.

Un duro golpe para el colectivo que reflexiona profundamente cómo sobrevivir diez años fuera del poder sin ni siquiera haber alcanzado el tope histórico de votación, esperanzados que en esta vuelta lo superarían con la incorporación de los independientes representados por Gerardo Solís y el movimiento Nueva República que, a última hora, recomendó el voto útil para el PRD y para Navarro.

El Tribunal Electoral comunicó a Varela su triunfo a eso de las 7:40 de la noche, así que sólo faltaba que Arias lo reconociera como el presidente electo.

Más tarde volvió la gente al centro de convenciones del Megápolis. Entró José Domingo Arias acompañado de su esposa y un reducido equipo de copartidarios y finalmente enfrentó el inesperado resultado.

Antes tomó el micrófono el presidente Martinelli, esta vez para criticar a los medios de comunicación que según él ‘mintieron como están acostumbrados a mentirle al pueblo’, factor determinante que, a su juicio, incidió en el torneo.

Recibamos con un gran aplauso a José Domingo Arias, dijo Martinelli.

Apareció entonces un hombre resignado que agradeció a Dios y sus copartidarios por haberle dado la oportunidad de llevar el ‘mensaje del cambio’ a todo el país. Si acaso unos diez minutos duró su intervención, no parecía el ‘Mimito’ que se veía en campaña convencido del continuismo oficialista.

EL GANADOR

El que siempre estuvo de tercero, y nunca de primero. Una sola vez las encuestas lo posicionaron en segundo lugar, Juan Carlos Varela confiaba más en sus propios números que en las predicciones de las firmas comerciales.

La acostumbrada llamada telefónica del presidente del Tribunal Electoral, Erasmo Pinilla, se lo ratificó públicamente y con el país entero como testigo del hecho: ‘usted ha sido electo como el próximo presidente de la República’, dijo Pinilla.

Se veía complacido y orgulloso de la institución electoral que libró una serie de ataques institucionales previos a la contienda.

En el hotel, rodeado de su familia y copartidarios más cercanos, Varela, no paraba de sonreír. De esa forma emitió sus primeras palabras como presidente electo: ‘Doy gracias a Dios porque pudimos tener un día como hoy con amor a la democracia. Agradecer al pueblo panameño por su cariño, a los que votaron por mi propuesta y por la otra y les digo les voy a servir por 5 años’. Con tono humilde y decidido a imponer una nuevo modelo de ejercer la política pública, Varela fue escuchado por todo el país que estaba pendiente de sus palabras que se transmitían a través de todos los canales de televisión.

Agradeció a los miembros de su alianza, a su familia, a los independientes, a los integrantes de otros partidos que lo respaldaron. A todos, les hizo un llamado a la unidad, a una sola bandera, la de Panamá. Hizo énfasis en que la época del enfrentamiento, del irrespeto, quedó en la historia y que viene un gobierno humano de consenso que gobernará con equidad y transparencia, dijo el recién electo mandatario.

Varela le habló a las familias que lo recibieron en casa mientras caminaba las calles de barrios rojos, los hogares con piso de tierra, a los panameños que vio ‘luchando para llevar a sus hijos a la escuela’. También le habló a los funcionarios públicos. Se igualó a ellos como un empleado más del Estado: ‘Tengan la seguridad de que vamos a trabajar en unidad, y a partir de ahora nadie más va a presionar a los funcionarios’, manifestó el panameñista.

Eran palabras de conciliación, de unidad, de consenso y transparencia.

Adelantó que viene un gobierno humano, decente, con visión de Estado, ‘que cruzará la vida pública con el único compromiso de servir a Panamá. Viene un gobierno que va a cambiar y luchar contra la desigualdad y que defenderá hasta el último centavo los fondos que le pertenecen al pueblo, aseguró Varela.

Aceptó el reto con su ‘alma misionera’, el título de una canción que escuchaba cuando pasaba por una crisis familiar.

En tanto, en la sede del Tribunal Electoral se aparecía, en forma inusual, el presidente Ricardo Martinelli, quien dijo que solo veía los votos. Ahí permaneció un tiempo sentado al lado de una funcionaria que le explicaba los resultados a diputado como cuidando cada voto de su partido. No duró mucho la estadía, a los 40 minutos quedó convencido de que el suyo no era el ganador. Una derrota demoledora que parecía indiferente a las innumerables estructuras de concreto: ‘más en 5 años que en 50’, decía el eslogan del gobierno.

Después llegó el presidente electo Juan Carlos Varela y se efectuó el acto formal que se estila en estas ocasiones. Reiteró sus palabras y designó a Álvaro Alemán como batuta en la transmisión de mando presidencial.

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