El electorado panameño en el país de las maravillas

Actualizado
  • 02/05/2019 02:03
Creado
  • 02/05/2019 02:03
Si sumamos todas las malas prácticas y la crisis que compromete a todo sistema político, concluimos que esta sociedad necesita una reingeniería urgente, profunda y elaborada

Sé perfectamente que el escenario electoral que vive esta sociedad es muy singular. Por primera vez las candidaturas denominadas independientes tendrán un papel primordial el próximo domingo 5 de mayo. Todo ello, debido a la crisis de credibilidad de los partidos, la ingeniosa manipulación por medio de una hábil campaña antipartidos urdida por parte de un sector económico que controla los medios de información y que con sutilidad canalizó esta inconformidad hasta satanizar la democracia de partidos.

Cierto es que existe un malestar colectivo comprensible debido a la corrupción y el clientelismo que campea en nuestro sistema político, pero es llamativa la campaña que se ha hecho contra los partidos cuando se les adjudica la responsabilidad de todos los males de nuestra sociedad.

Lo curioso es que esta campaña se inicia cuando se construye un espacio electoral para las candidaturas por la libre postulación, las cuales nacen con el padrinazgo de sectores económicos con fuertes vínculos con determinados ‘independientes' y con intereses en la política y que han tenido como práctica ser donantes en más de una campaña presidencial.

A pesar de que los Estados modernos descansan en el régimen de partidos, la fuerte campaña estructurada por los medios de comunicación afecta hondamente la confiabilidad en estos colectivos.

Si sumamos a ello la corruptela que caracteriza a estas organizaciones y a la Asamblea Nacional, podemos concluir que existe un desencanto mayoritario en importantes sectores de nuestra sociedad que cuestionan a la clase política istmeña, debido a los vicios y escándalos que afectan hasta el tuétano la cosa pública. También los sectores privados se ven involucrados en la depravación, pero esta no tiene tanta cobertura en los medios de comunicación.

Hay que agregar el ingrediente de la impunidad ya que los implicados en los delitos cometidos contra la cosa pública y privada disfrutan del país como cárcel o simplemente fueron liberados de culpa por un sistema judicial que no condena a los delincuentes de cuello y corbata. En nuestro istmo todos sabemos que la justicia es selectiva e inoperante.

‘A pesar de que los Estados modernos descansan en el régimen de partidos, la fuerte campaña estructurada por los medios de comunicación afecta hondamente la confiabilidad en estos colectivos'.

Entre los candidatos que se disputan el sillón del Palacio de las Garzas hay un variopinto muy propio de estas latitudes istmeñas. Están los que representan a partidos tradicionales y han tratado de separarse de las cúpulas de sus partidos y de las gárgolas que adornan la Asamblea Nacional. Otros comparten toldas con reconocidos delincuentes y prometen el regreso de lo bueno.

Existen los que tienen que cargar el fardo de la incapacidad manifiesta de su partido en el ejercicio del poder con un fuerte condimento de escándalos y negociados con la célebre Odebrecht —a la cual, por cierto, no hay entidad pública o tribunal en Panamá que inhabilite—, un leviatán capitalista que sigue actuando en nuestras tierras.

Hay un candidato que representa a la izquierda sindical que aunque ha mejorado su lenguaje confrontador aún no se conecta bien con los parámetros de nuestra sociedad tradicionalmente conservadora. Por otra parte, ciertas prácticas sindicales no son bien vistas por la opinión pública.

Los supuestos independientes que se presentan con cara de impolutos y ocuparon cargos —importantes o con jugosos sueldos— y se venden como santas palomas han logrado ubicarse en buena posición en lo electoral, entre las capas medias y la juventud de diversos estratos sociales. Lo cierto es que todos los ‘independientes' tienen su pasado y sus padrinos millonarios que desde la sombra han entregado jugosas donaciones y han preparado su asalto al poder con rostros frescos.

El fenómeno más peligroso es el mesianismo que se vende como el ángel vengador anticorrupción. Solo le recuerdo a los incautos que Fujimori y últimamente Bolsonaro se vendieron con distintas máscaras de mesías. Hay que sopesar bien la escogencia en la urna. Cuidado con un jarro vacío como el de Alicia.

Si sumamos todas las malas prácticas y la crisis que compromete a todo sistema político, concluimos que esta sociedad necesita una reingeniería urgente, profunda y elaborada a partir de un consenso de todos los hombres y mujeres de buena voluntad. No hay que excluir a ninguna fuerza social, gremio o sindicato. Hay que sumar en esa tarea —sin sectarismos ni prejuicios— a todos los que convivimos en este istmo.

Por allí abundan pontificadores y descalificadores que no son capaces de poner en práctica la tolerancia, la cual debe ser nuestra guía en esta hora difícil. Michel-Pierre Edmond nos recuerda que Platón decía con cierta ironía: ‘La política es una cosa muy seria y peligrosa como para confiársela a los hombres que tienen el gusto por el poder'.

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