Los últimos años de Panamá como parte de la república colombiana

Actualizado
  • 04/11/2018 01:00
Creado
  • 04/11/2018 01:00
La historia de Panamá ha sido siempre como la procesión del Cristo Negro: dos pasos hacia adelante y uno para atrás. 

E ntre 1855 y 1878, Panamá vivió una experiencia inédita. Por primera vez en su historia, llegaba el sistema democrático de gobierno al istmo, gracias a la apertura otorgada por el sistema federado de los Estados Unidos de Colombia

A partir de 1855, los panameños gozaron de nuevas libertades: voto universal sin distinción de propiedad o alfabetismo, libertad de comercio, de opinión, de imprenta, de enseñanza, matrimonio civil y divorcio, igualdad entre los hijos naturales reconocidos y los legítimos.

‘Más libertad, y menos gobierno' fue el motor de los gobiernos liberales de José María Obando del Campo, José María Melo, José María Rojas y Tomás Cipriano de Mosquera, que se lanzaron de lleno a adoptar los postulados en boga del liberalismo clásico.

En este régimen de libertad, Colombia llegó a estar compuesto por diez estados soberanos y gobernado por diez constituciones, diez códigos civiles, diez códigos penales y diez ejércitos.

Pero aparentemente, ni la población colombiana ni la panameña estaba preparada para este nuevo sistema, que produjo una permanente inestabilidad y cuarenta revueltas armadas en su territorio.

PANAMÁ, EL ESTADO MÁS INESTABLE

Entre los diez estados que constituían la República, Panamá fue el que sufrió de mayor turbulencia política: entre 1855 y 1862, tuvo nueve gobernadores cuando solo debió haber cuatro; entre 1862 y 1886 debía haber doce presidentes, pero desfilaron treinta.

Ya para finales de la década del 70, algunos sectores políticos neogranadinos consideraban que el experimento federal había fracasado y que la única alternativa era un cambio profundo: ‘Regeneración administrativa o catástrofe'. Así lo expresó el entonces candidato colombiano presidencial Rafael Núñez en 1978.

Dos años más tarde, al ser elegido presidente, Núñez llevaría a Colombia a un largo periodo de gobierno conservador, autoritario y centralista, que aboliría todos los adelantos en materia de derechos y libertades implementados por el gobierno liberal que lo antecedió.

Durante este periodo, conocido como La Regeneración, Panamá perdería nuevamente su estatus político como estado federal —y con ello la democracia representativa—.

Hasta su separación definitiva de Colombia en 1903, el destino del istmo estaría sujeto a los antojos del presidente colombiano y las decisiones tomadas desde una ciudad situada a cuatro semanas de distancia a caballo.

El enfado con la pérdida de autonomía, aunado a las guerras civiles y posteriores muestras de indiferencia hacia el bienestar del istmo, consolidarían el deseo de libertad de los panameños.

RAFAEL NÚÑEZ, EL REGENERADOR

El presidente Núñez era una de las más brillantes mentes de su época. Era abogado, periodista, poeta y escritor. Dominaba los más avanzados pensamientos filosóficos de su tiempo. Había entrado a las lides políticas desde los 26 años y ocupado una variedad de cargos públicos. Llegó a ser incluso juez en David, Chiriquí, donde se casó en primeras nupcias con una chiricana de nombre Dolores Gallego Martínez, media hermana de la esposa de José de Obaldía, entonces el más destacado político del país. Con ella, quien en la historiografía colombiana es descrita como mujer de gran belleza, pero poca inteligencia y roce social, tuvo dos hijos, a quienes abandonó.

Como miembro del partido liberal, Núñez había participado en la redacción de la Constitución de Ríonegro (1963), a la que posteriormente aborreció y a la que culpaba de todos los males de la época, al sostener que ‘una república debe ser autoritaria para evitar el desorden'.

Núñez terminaría siendo presidente de por vida, elegido de 1880 a 1882, reelegido de 1884 a 1886, y dos veces más, de 1886 a 1892, y del 92 al 96 (aunque murió en el 94). Ni siquiera Simón Bolívar había alcanzado tanto poder.

A pesar de militar en el Partido Liberal, al ser electo presidente para el periodo de La Regeneración, Núñez asumió posturas conservadoras. Una de sus principales políticas fue colocar nuevamente a la Iglesia católica en su puesto central dentro de la sociedad granadina, como garante de la tranquilidad social. Su gobierno no solamente le devolvió los bienes (‘de mano muerta'), incautados por el gobierno de Mosquera, sino que se le otorgó una indemnización y nuevos poderes: el de designar a los candidatos políticos, y hasta definir y administrar el sistema educativo, en un pacto conocido como El Concordato.

El Concordato daba a la Iglesia católica la autoridad para censurar los textos escolares y universitarios, para nombrar y supervisar a los docentes, y vetar a todos los que no profesaran la fe católica.

Núñez, quien había sido periodista, como presidente no creyó en la libertad de expresión. Su gobierno reprimió a sus críticos con la cárcel y el destierro de sus redactores y directores. Fusiló a muchos, encarceló o condenó al destierro a otros de los líderes liberales.

ABOLICIÓN DEL SISTEMA FEDERAL

Durante la Regeneración, Panamá y los otros nueve estados del sistema federalista fueron reducidos al rango de departamentos, intendencias y comisarías, regidos desde la capital, por gobernadores, alcaldes, e intendentes nombrados por el presidente.

La posición de Núñez fue especialmente intransigente con respecto a Panamá. Para él, el istmo era el más perfecto ejemplo de la anarquía provocada por el gobierno liberal anterior a él.

Con sus políticas, el ‘arrabal santanero', que había ganado prominencia política durante el periodo del Estado Federal, dando al país ocho años de gobierno entre 1862 y 1879, perdió su fuerza y sus principales cabecillas fueron perseguidos, arrestados o exiliados.

Si durante el gobierno liberal eran ciudadanos con derecho a voto todos los hombres mayores de 21 años, sin restricción de razas, ingresos o profesiones, con La Regeneración lo fueron solamente quienes tuvieran ingresos anuales de más de $500 (diez veces el ingreso promedio por habitante) o propiedades con valor superior a $1,500.

Esta medida redujo la población votante de Santa Ana drásticamente.

Si antes Panamá había sido representada en el Congreso Colombiano por delegados como Justo Arosemena, profundamente identificados con la realidad istmeña y que incansablemente buscaron los intereses del istmo, en lo sucesivo tuvo que aceptar los delegados elegidos por la mano de Núñez y sus allegados.

Como representante de Panamá para la Constituyente de 1886, por ejemplo, el elegido fue Miguel Antonio Caro, quien no conocía el mar, ni el río Magdalena y menos aun Panamá. El otro fue Felipe Fermín Paul, hermano de monseñor José Telésforo Paul, arzobispo de Bogotá durante la Regeneración y gran amigo de Núñez.

La Constitución de 1886, hecha por Núñez a su medida, dejaba establecida la subordinación del istmo con respecto a Bogotá mediante una cláusula especial, el artículo 201, que afirmaba: ‘el Departamento de Panamá está sometido a la autoridad directa del Gobierno, y será administrado con arreglo a leyes especiales'.

En cuanto a la política económica, el cambio fue igualmente drástico: tras el laissez faire y el librecambismo de los liberales radicales, regresó el intervencionismo estatal. Desde Colombia se tomaban todas las decisiones en materia económica para el istmo. Los impuestos y anualidades aportadas por la Compañía del Ferrocarril de Panamá enriquecían al gobierno central de Bogotá, pero el istmo no decidía cómo se gastaban los fondos, que invariablemente fueron destinados a sufragar los costos para combatir las rebeliones causadas por La Regeneración.

Pero los males nunca vienen solos. Panamá, que había sido el estado más próspero de Colombia desde mediados del siglo XIX, inició un periodo de decadencia económica. La construcción del primer ferrocarril transcontinental en Estados Unidos en 186, redujo el número de pasajeros que pasaban por el istmo rumbo a California.

En 1882, los istmeños pusieron sus esperanzas en Ferdinand de Lesseps, que iniciaba con gran fanfarria su proyecto de construcción de un canal interoceánico al modelo de Suez. Seis años más tarde, el fracaso era rotundo, lo que dejó a los panameños sumidos en la desesperanza.

The Star and Herald se expresó así sobre la situación ocasionada por la cancelación de las obras: ‘Ha llegado una época de verdadera crisis para el istmo, época temida hace tiempo aún por los más escépticos en materia de esperanzas, ya que la situación financiera del país se hace cada vez más tirante, más amenazadora, por la ruina de las masas, principalmente, que entraña un largo catálogo de desdichas. Se ha repetido hasta la saciedad que aquí se carece de vida propia, que dependemos en lo absoluto de circunstancias transitorias y excepcionales, que nuestra existencia comercial o financieramente hablando, es del todo falsa, por lo efímero (citado por Araúz y Pizzurno, 1993, 204).

GUERRAS CIVILES

Colombia había sido tierra fértil para las guerras civiles pero estas nunca se habían trasladado al territorio panameño. Durante La Regeneración, el istmo se estrena como escenario bélico.

En 1885, el movimiento de insurrección de los gobiernos locales colombianos contra el centralismo de Núñez llegó a Panamá, encabezado por el cartagenero Pedro Prestán, quien fue derrotado prontamente.

Nuevamente, en 1899, se dio inicio al más cruento conflicto conocido por los colombianos, la Guerra de los Mil Días.

En 1900, Panamá se unió a la guerra con el desembarco de un grupo de hombres armados procedentes de Nicaragua, al mando del doctor Belisario Porras, y apoyados por el presidente José Santos Zelaya de Nicaragua.

Para pagar los gastos de la guerra, el gobierno bogotano impuso impuestos sobre la sal, sobre la matanza de reses, y otros que polarizaron aún más a la población del istmo.

El impuesto a la sal fue lo que motivó al cholo penonomeño Victoriano Lorenzo a levantarse en armas contra el gobierno del Istmo.

La Guerra de los Mil Días terminaría arrasando con la economía, produciendo miles de muertos y destrucción, y el consiguiente afianzamiento del nacionalismo y las ansias de autonomía.

Su resultado directo fue la posterior separación de Panamá en 1903.

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